} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: BENEFICIOS DE ESTUDIAR LA PALABRA DE DIOS EN LA BIBLIA (4)

sábado, 29 de enero de 2022

BENEFICIOS DE ESTUDIAR LA PALABRA DE DIOS EN LA BIBLIA (4)

 2 Timoteo 3; 16-17

 16  Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,

 17  a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.

Hebreos 4; 12

Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

 

            En el estudio anterior decíamos: aquel que se está beneficiando de las Escrituras tiene:

2. Un temor mayor de la majestad de Dios. « Tema á Jehová toda la tierra: Teman de él todos los habitadores del mundo.: (Salmo 33:8). Dios está tan alto sobre nosotros que el pensamiento de su majestad debería hacernos temblar. Su poder es tan grande que la comprensión del mismo debería aterrorizarnos. Dios es Santo de modo inefable, su aborrecimiento al pecado es infinito, y el solo pensamiento de mal obrar debería llenarnos de horror. « Dios terrible en la grande congregación de los santos, Y formidable sobre todos cuantos están alrededor suyo » (Salmo 89:7). « El temor de Jehová es el principio de la sabiduría; Y la ciencia de los santos es inteligencia. » (Proverbios 9:10) y «sabiduría» es un uso apropiado del «conocimiento». En tanto cuanto Dios es verdaderamente conocido será debidamente temido. Del malvado está escrito: «No hay temor de Dios delante de sus ojos» (Romanos 3:18). No se dan cuenta de su majestad, no se preocupan de su autoridad, no respetan sus mandamientos, no les alarma el que los haya de juzgar. Pero, respecto al pueblo del pacto, Dios ha prometido: « Y haré con ellos pacto eterno, que no tornaré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí » (Jeremías 32:40). Por tanto tiemblan ante su Palabra “Escuchad la palabra de Yahvéh, los que tembláis a su palabra: Dicen vuestros hermanos que os odian, que os rechazan por causa de mi nombre: ¡Muestre su gloria Yahvéh y veamos vuestra alegría! Pero ellos quedarán avergonzados.” (Isaías 66: 5) y andan cuidadosamente delante de Él. « El temor de Yahvéh es el odio del mal. Aborrezco la arrogancia y la soberbia, la mala conducta y el lenguaje perverso. » (Proverbios 8:13). Y otra vez: « Con bondad y fidelidad se expía la culpa, con el temor de Yahvéh se evita el mal» (Proverbios 16:6). El hombre que vive en el temor de Dios es consciente de que « En todo lugar están los ojos de Yahvéh, observando a malos y a buenos. » (Proverbios 15:3), por lo que cuida de su conducta privada así como la pública. El que se abstiene de cometer algunos pecados porque los ojos de los hombres están sobre él, pero no vacila en cometerlos cuando está solo, carece del temor de Dios. Asimismo el hombre que modera su lengua cuando hay creyentes alrededor, pero no lo hace en otras ocasiones carece del temor de Dios. No tiene una conciencia que le inspire temor de que Dios le ve y le oye en toda ocasión. El alma verdaderamente regenerada tiene miedo de desobedecer y desafiar a Dios. Ni tampoco quiere hacerlo. No, su deseo real y profundo es agradar a Dios en todas las cosas, en todo momento y en todo lugar. Su ferviente oración es: « Enséñame tus sendas, que ande yo en tu verdad, concentra mi atención en la reverencia de tu nombre » (Salmo 86:1l). Incluso el santo tiene que ser enseñado a temer a Dios “Venid, hijos, oídme; El temor de Jehová os enseñaré”. (Salmo 34:1l). Y aquí, como siempre es por medio de la Escritura que se da esta enseñanza” entonces comprenderás el temor de Yahvéh y hallarás la ciencia de Dios;” (Proverbios 2:5). Es a través de las Escrituras que aprendemos que los ojos de Dios están siempre sobre nosotros, notando nuestras acciones, pesando nuestros motivos. Cuando el Santo Espíritu aplica las Escrituras a nuestros corazones, hacemos más caso de la orden: « No vivas envidiando a los pecadores, sino vive en constante temor de Yahvéh » (Proverbios 23:17). Así que, en la medida en que sentimos temor ante la tremenda majestad de Dios, somos conscientes de que « Entonces dio ella este nombre a Yahvéh que le había hablado: Tú, eres ElRoí; pues ella se decía: ¿No es aquí donde vi la huella del que me veía? » (Génesis 16:13), y « Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor; » (Filipenses 2:12), nos beneficiamos verdaderamente de nuestra lectura y estudio de la Biblia.

 

2.-Una mayor reverencia a los mandamientos de Dios. El pecado entró en el mundo cuando Adán quebrantó la ley de Dios, y todos sus hijos caídos fueron engendrados en su corrupta semejanza (Génesis 53). « Cualquiera que hace pecado, traspasa también la ley; pues el pecado es transgresión de la ley. » (1ª Juan 3:4). El pecado es una especie de alta traición, una anarquía espiritual. Es la repudiación del dominio de Dios, el poner aparte su autoridad, la rebelión contra su voluntad. El pecado es imponer nuestra voluntad. La salvación es la liberación del pecado, de su culpa de su poder, así como de su castigo. El mismo Espíritu que nos hace ver la necesidad de la gracia de Dios nos hace ver la necesidad del gobierno de Dios para regirnos. La promesa de Dios a su pueblo del pacto es: « Por lo cual, este es el pacto que ordenaré á la casa de Israel Después de aquellos días, dice el Señor: Daré mis leyes en el alma de ellos, Y sobre el corazón de ellos las escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán á mí por pueblo: » (Hebreos 8:10). A cada alma regenerada se le comunica un espíritu de obediencia. « Respondió Jesús, y díjole: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos á él, y haremos con él morada. » (Juan 14:23). Aquí está la prueba: « Y en esto sabemos que nosotros le hemos conocido, si guardamos sus mandamientos » (1ª Juan 2;3). Ninguno de nosotros los guarda perfectamente; con todo, cada cristiano verdadero desea y se esfuerza por hacerlo. Dice con Pablo: « Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios: » (Romanos 7:22). Dice con el salmista: « 30  Escogí el camino de la verdad; He puesto tus juicios delante de mí », « 111 Por heredad he tomado tus testimonios para siempre; Porque son el gozo de mi corazón. » (Salmo 119:30,111). Y toda enseñanza que rebaja la autoridad de Dios, que no hace caso de sus mandamientos, que afirma que el cristiano no está, en ningún sentido, bajo la Ley, es del Demonio, no importa cuán lisonjeras sean sus palabras. Cristo ha redimido a su pueblo de la maldición de la Ley, y no de sus mandamientos: Él nos ha salvado de la ira de Dios, pero no de su gobierno. «Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón» no ha sido abolido todavía. 1ª Corintios 9:21, expresamente afirma que estamos « A los que son sin ley, como si yo fuera sin ley, (no estando yo sin ley de Dios, mas en la ley de Cristo) por ganar á los que estaban sin ley ». «El que dice que está en El, debe andar como El anduvo» (1ª Juan 2:6). Y, ¿cómo anduvo Cristo? En perfecta obediencia a Dios; en completa sujeción a la ley, honrándola y obedeciéndola en pensamiento, palabra y hecho. “No penséis que he venido para abrogar la ley ó los profetas: no he venido para abrogar, sino á cumplir. (Mateo 5:17). Y nuestro amor a Él se expresa no en emociones placenteras o palabras hermosas, “Si me amáis, guardad mis mandamientos;” (Juan 14:15), y los mandamientos de Cristo son los mandamientos de Dios,” Y que hago misericordia en millares á los que me aman, y guardan mis mandamientos “(Éxodo 20:6). La ferviente oración del cristiano verdadero es: « Guíame por la senda de tus mandamientos; Porque en ella tengo mi voluntad » (Salmo 119:35). En la medida en que nuestra lectura y estudio de las Escrituras, por la aplicación del Espíritu, engendra un amor mayor en nosotros por los mandamientos de Dios y un respeto más profundo a ellos, estamos obteniendo realmente beneficio de esta lectura y estudio.

 

4.- Más confianza en la suficiencia de Dios. Aquello, persona o cosa, en que confía más un hombre, es su «dios». Algunos confían en la salud, otros en la riqueza; otros en su yo, otros en en sus amigos. Lo que caracteriza a todos los no regenerados es que se apoyan sobre un en brazo de carne. Pero, la elección de gracia retira de nuestro corazón toda clase de apoyos de la criatura, para descansar sobre el Dios vivo. El pueblo de Dios son los hijos de la fe. El lenguaje de su corazón es: « Dios mío, en ti confío; No sea yo avergonzado, No se alegren de mí mis enemigos » (Salmo 25:2), y de nuevo: « He aquí, aunque me matare, en él esperaré; Empero defenderé delante de él mis caminos. » (Job 13:15). Confían en Dios para que les proteja, bendiga y les provea de lo necesario. Miran a una fuente invisible, cuentan con el Dios invisible, se apoyan sobre un Brazo escondido. Es verdad que hay momentos en que su fe desmaya, pero aunque caen, no son echados del todo. Aunque no sea su experiencia uniforme, en el Salmo 56: 11 se expresa el estado general de sus almas: « En Dios he confiado: no temeré Lo que me hará el hombre..»  « Luego la fe es por el oir; y el oir por la palabra de Dios » (Romanos 10: 17). Así que, cuando se medita en la Escritura, se reciben sus promesas en la mente, la fe es reforzada, la confianza en Dios aumentada, la seguridad se profundiza. De este modo podemos descubrir si estamos beneficiándonos o no de nuestro estudio de la Biblia. (Continuará)

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