2 Timoteo 3; 16-17
16 Toda la Escritura
es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para
instruir en justicia,
17 a
fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda
buena obra.
Hebreos 4; 12
Porque la palabra de Dios es viva y
eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el
alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos
y las intenciones del corazón.
En el estudio anterior decíamos: aquel que se está
beneficiando de las Escrituras tiene:
2.
Un temor mayor de la majestad de Dios.
« Tema á Jehová toda la tierra: Teman de él todos los habitadores del
mundo.: (Salmo 33:8). Dios está tan alto sobre nosotros que
el pensamiento de su majestad debería hacernos temblar. Su poder es tan grande
que la comprensión del mismo debería aterrorizarnos. Dios es Santo de modo
inefable, su aborrecimiento al pecado es infinito, y el solo pensamiento de mal
obrar debería llenarnos de horror. « Dios terrible en la grande congregación de los santos, Y formidable
sobre todos cuantos están alrededor suyo »
(Salmo 89:7). « El temor de Jehová es el principio de la
sabiduría; Y la ciencia de los santos es inteligencia. » (Proverbios 9:10)
y «sabiduría» es un uso apropiado del «conocimiento». En tanto cuanto Dios es
verdaderamente conocido será debidamente temido. Del malvado está escrito: «No hay temor de Dios delante de sus ojos» (Romanos 3:18). No se dan cuenta de su majestad, no
se preocupan de su autoridad, no respetan sus mandamientos, no les alarma el
que los haya de juzgar. Pero, respecto al pueblo del pacto, Dios ha prometido:
« Y haré con ellos pacto eterno, que no tornaré atrás
de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se
aparten de mí » (Jeremías 32:40). Por
tanto tiemblan ante su Palabra “Escuchad la palabra de
Yahvéh, los que tembláis a su palabra: Dicen vuestros hermanos que os odian,
que os rechazan por causa de mi nombre: ¡Muestre su gloria Yahvéh y veamos
vuestra alegría! Pero ellos quedarán avergonzados.” (Isaías 66: 5) y andan cuidadosamente delante de Él.
« El temor de Yahvéh es el
odio del mal. Aborrezco la arrogancia y la soberbia, la mala conducta y el
lenguaje perverso. » (Proverbios 8:13). Y otra vez: « Con bondad y fidelidad se expía la culpa,
con el temor de Yahvéh se evita el mal»
(Proverbios 16:6). El hombre que vive en el
temor de Dios es consciente de que « En todo lugar están los ojos de Yahvéh,
observando a malos y a buenos. » (Proverbios 15:3), por lo que cuida de su conducta
privada así como la pública. El que se abstiene de cometer algunos pecados
porque los ojos de los hombres están sobre él, pero no vacila en cometerlos
cuando está solo, carece del temor de Dios. Asimismo el hombre que modera su
lengua cuando hay creyentes alrededor, pero no lo hace en otras ocasiones
carece del temor de Dios. No tiene una conciencia que le inspire temor de que
Dios le ve y le oye en toda ocasión. El alma verdaderamente regenerada tiene
miedo de desobedecer y desafiar a Dios. Ni tampoco quiere hacerlo. No, su deseo
real y profundo es agradar a Dios en todas las cosas, en todo momento y en todo
lugar. Su ferviente oración es: « Enséñame tus sendas, que ande yo en tu verdad, concentra mi atención
en la reverencia de tu nombre » (Salmo 86:1l). Incluso el santo tiene que ser
enseñado a temer a Dios “Venid, hijos, oídme; El temor
de Jehová os enseñaré”. (Salmo 34:1l).
Y aquí, como siempre es por medio de la Escritura que se da esta enseñanza”
entonces comprenderás el temor
de Yahvéh y hallarás la ciencia de Dios;”
(Proverbios 2:5). Es a través de las
Escrituras que aprendemos que los ojos de Dios están siempre sobre nosotros,
notando nuestras acciones, pesando nuestros motivos. Cuando el Santo Espíritu
aplica las Escrituras a nuestros corazones, hacemos más caso de la orden: «
No vivas envidiando a los
pecadores, sino vive en constante temor de Yahvéh » (Proverbios 23:17).
Así que, en la medida en que sentimos temor ante la tremenda majestad de Dios,
somos conscientes de que « Entonces
dio ella este nombre a Yahvéh que le había hablado: Tú, eres ElRoí; pues ella
se decía: ¿No es aquí donde vi la huella del que me veía? » (Génesis 16:13),
y « Por tanto, amados míos,
como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho
más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor; » (Filipenses 2:12),
nos beneficiamos verdaderamente de nuestra lectura y estudio de la Biblia.
2.-Una
mayor reverencia a los mandamientos de Dios. El pecado entró en el mundo cuando Adán quebrantó la
ley de Dios, y todos sus hijos caídos fueron engendrados en su corrupta
semejanza (Génesis 53). « Cualquiera
que hace pecado, traspasa también la ley; pues el pecado es transgresión de la
ley. » (1ª
Juan 3:4). El pecado es una especie de alta traición, una anarquía
espiritual. Es la repudiación del dominio de Dios, el poner aparte su
autoridad, la rebelión contra su voluntad. El pecado es imponer nuestra voluntad.
La salvación es la liberación del pecado, de su culpa de su poder, así como de
su castigo. El mismo Espíritu que nos
hace ver la necesidad de la gracia de Dios nos hace ver la necesidad del
gobierno de Dios para regirnos. La promesa de Dios a su pueblo del pacto
es: « Por lo cual,
este es el pacto que ordenaré á la casa de Israel Después de aquellos días,
dice el Señor: Daré mis leyes en el alma de ellos, Y sobre el corazón de ellos
las escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán á mí por pueblo: » (Hebreos 8:10).
A cada alma regenerada se le comunica un espíritu de obediencia. « Respondió Jesús, y díjole: El que me ama,
mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos á él, y haremos con él
morada. » (Juan 14:23). Aquí está la prueba: « Y en esto sabemos que nosotros le hemos conocido, si
guardamos sus mandamientos » (1ª Juan 2;3).
Ninguno de nosotros los guarda perfectamente; con todo, cada cristiano
verdadero desea y se esfuerza por hacerlo. Dice con Pablo: « Porque según el hombre interior, me
deleito en la ley de Dios: » (Romanos 7:22). Dice con el salmista: « 30
Escogí el camino de la verdad; He puesto tus juicios delante de mí », « 111 Por heredad he
tomado tus testimonios para siempre; Porque son el gozo de mi corazón. »
(Salmo 119:30,111). Y toda enseñanza que
rebaja la autoridad de Dios, que no hace caso de sus mandamientos, que afirma
que el cristiano no está, en ningún sentido, bajo la Ley, es del Demonio, no
importa cuán lisonjeras sean sus palabras. Cristo ha redimido a su pueblo
de la maldición de la Ley, y no de sus mandamientos: Él nos ha salvado de la
ira de Dios, pero no de su gobierno. «Amarás al Señor tu Dios de todo tu
corazón» no ha sido abolido todavía. 1ª Corintios
9:21, expresamente afirma que estamos « A los que son sin ley, como si yo fuera sin ley, (no estando yo sin
ley de Dios, mas en la ley de Cristo) por ganar á los que estaban sin ley ». «El que dice que está en
El, debe andar como El anduvo» (1ª Juan 2:6).
Y, ¿cómo anduvo Cristo? En perfecta obediencia a Dios; en completa sujeción a
la ley, honrándola y obedeciéndola en pensamiento, palabra y hecho. “No penséis que he venido para abrogar la ley ó los profetas:
no he venido para abrogar, sino á cumplir. (Mateo
5:17). Y nuestro amor a Él se expresa no en emociones placenteras o
palabras hermosas, “Si me amáis, guardad mis
mandamientos;” (Juan 14:15), y los
mandamientos de Cristo son los mandamientos de Dios,” Y
que hago misericordia en millares á los que me aman, y guardan mis mandamientos
“(Éxodo 20:6). La ferviente oración
del cristiano verdadero es: « Guíame
por la senda de tus mandamientos; Porque en ella tengo mi voluntad » (Salmo 119:35).
En la medida en que nuestra lectura y estudio de las Escrituras, por la
aplicación del Espíritu, engendra un amor mayor en nosotros por los
mandamientos de Dios y un respeto más profundo a ellos, estamos obteniendo
realmente beneficio de esta lectura y estudio.
4.-
Más confianza en la suficiencia de Dios.
Aquello, persona o cosa, en que confía más un hombre, es su «dios». Algunos
confían en la salud, otros en la riqueza; otros en su yo, otros en en sus
amigos. Lo que caracteriza a todos los no regenerados es que se apoyan sobre un
en brazo de carne. Pero, la elección
de gracia retira de nuestro corazón toda clase de apoyos de la criatura, para
descansar sobre el Dios vivo. El pueblo de Dios son los hijos de la fe.
El lenguaje de su corazón es: « Dios mío, en ti confío; No sea yo avergonzado, No se alegren de mí
mis enemigos » (Salmo 25:2), y de nuevo: « He aquí, aunque me matare, en él esperaré;
Empero defenderé delante de él mis caminos. »
(Job 13:15). Confían en Dios para que les
proteja, bendiga y les provea de lo necesario. Miran a una fuente invisible,
cuentan con el Dios invisible, se apoyan sobre un Brazo escondido. Es verdad
que hay momentos en que su fe desmaya, pero aunque caen, no son echados del
todo. Aunque no sea su experiencia uniforme, en el Salmo
56: 11 se expresa el estado general de sus almas: « En
Dios he confiado: no temeré Lo que me hará el hombre..» « Luego la fe es por el oir; y el oir por la palabra de Dios »
(Romanos 10: 17). Así que, cuando se medita en la Escritura, se reciben sus promesas
en la mente, la fe es reforzada, la confianza en Dios aumentada, la seguridad
se profundiza. De este modo podemos descubrir si estamos
beneficiándonos o no de nuestro estudio de la Biblia. (Continuará)
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