¿Qué
significa ser convertido? Dios no quiso que el hombre pereciera en su pecado, y
proveyó un remedio. En la persona de su eterno Hijo, Él tomó sobre sí nuestra
naturaleza humana (en otras palabras, llegó a ser hombre), y entonces, siendo
Dios- hombre, vino a ser el mediador entre Dios y los hombres. Por su muerte en
la cruz por los pecados humanos, redimió a los hombres de la maldición de Dios
y del poder del diablo. Esto significa que Dios el Padre y Jesucristo su Hijo
han establecido una nueva ley. No como la primera ley, que ofrecía la vida
eterna solo a aquellos que fueran obedientes perfectamente (cosa que ninguno
hizo) y condenó a todos los que la quebrantaron (todos lo hicieron). En cambio,
existe ahora lo que podríamos llamar una “ley de gracia”, una promesa de perdón
y vida eterna a todos aquellos que son convertidos verdaderamente a Dios,
volviéndose de sus pecados y confiando en Cristo. Es como si un rey ofreciera
la amnistía a cualquier rebelde que depone sus armas y se compromete a ser un
súbdito leal. Pero Dios sabía que el corazón humano era tan corrupto que dejado
a sí mismo, nunca aceptaría su oferta. Entonces, Dios hizo algo más: En la
persona del Espíritu Santo inspiró a ciertos hombres a comunicar este mensaje
en las Santas Escrituras. Ahora, por el mismo Espíritu capacita a los pecadores
para entender el evangelio y responder positivamente a su mensaje. Usted puede
ver en esto, que cada una de las tres personas de la divinidad, el Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo, están involucrados en llevar a cabo la salvación del
hombre. El Padre nos creó, nos rige, nos dio su ley y nos juzgó en conformidad
con esa ley; y en su misericordia nos proveyó con un redentor en la persona de su
Hijo Jesucristo, y aceptó el rescate que Cristo pagó al morir en lugar de los
pecadores. El Hijo vino a redimir a los pecadores viviendo una vida perfecta en
obediencia a la ley de Dios, y muriendo para pagar la pena que ésta establecía;
El proveyó y predicó la promesa de salvación. Juntamente con el Padre, El ha
enviado al Espíritu Santo al mundo, y finalmente juzgará a toda la humanidad en
base a la respuesta que den a su gracia. El Espíritu Santo causó que la Palabra
de Dios fuera escrita inspirando y guiando a los autores humanos de las Santas
Escrituras, y a veces confirmaba esta Palabra, dando a los escritores dones
milagrosos. El continúa dando a los ministros verdaderos de la Palabra de Dios,
entendimiento de su verdad y la capacidad de predicarla fielmente. Y por esta
misma Palabra ilumina a los hombres y les trae a la conversión. En la misma
manera que no podríamos ser criaturas racionales, si Dios el Padre no nos
hubiera creado, y tampoco tendríamos acceso a Dios si Dios el Hijo no hubiera
muerto por los pecadores, así también, nunca podríamos llegar a confiar en
Cristo y ser salvos a menos que el Espíritu Santo nos capacitara para hacerlo.
Fíjese otra vez en cómo las tres personas de la trinidad están involucradas en
la salvación del hombre. El Padre envía al Hijo; el Hijo redime y anuncia el
“evangelio” (las buenas noticias de lo que Él ha hecho, el mensaje que los
apóstoles registraron en la Biblia, el mensaje que los verdaderos ministros del
evangelio predican); y el Espíritu Santo toma la predicación fiel de la Palabra
de Dios y la hace eficaz, abriendo el corazón de los hombres para recibirla.
Todo esto es hecho para volver los corazones de los hombres del pecado y del
“yo” y colocar sus vidas en el camino hacia el cielo, trayéndoles a confiar en
Cristo,
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