} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: LA CONVERSIÓN O LA CONDENACIÓN

martes, 11 de enero de 2022

LA CONVERSIÓN O LA CONDENACIÓN

 

 

      Deseo llamar su atención a un solo texto en la Escritura. El texto viene del Antiguo Testamento y formó parte del mensaje dado por Dios al profeta Ezequiel, para ser entregado al pueblo de Israel. Esto es lo que Dios le dijo: “Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿Por qué moriréis, oh casa de Israel?” (Ezequiel 33:11)

 

Le escribo como uno que no sabe cuándo estará en el otro mundo y que sabe que pronto o tarde usted también estará ahí. Si usted quiere encontrarse conmigo en la presencia consoladora de nuestro Dios Hacedor; si quiere ser recibido en la gloria eterna de Dios y escapar de los tormentos eternos del infierno, le ruego que escuche lo que Dios le está diciendo, obedezca su llamamiento, vuélvase a Él y viva. Si usted se rehúsa, invoco a Dios como testigo de que le advertí y de que usted será condenado, no debido a que no fuera llamado a volverse y vivir, sino debido a que usted no quiso hacerlo.

 

La palabra de Dios lo deja tan claro como el cristal que el pecador tiene una de dos opciones: La conversión o la condenación. Para muchas personas les resulta difícil creer que esto sea cierto o justo, pero no es sorprendente que los pecadores quieran discutir contra la ley de Dios. No hay muchas personas que estén dispuestas a creer que están equivocadas en sus creencias, y aún menos aceptarán la verdad si representa una desventaja para ellos.

 

Jesús dijo: “De cierto os digo que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mat.18:3). En otra ocasión dijo: “De cierto de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan.3:3). Otro escritor del Nuevo Testamento dijo: “Seguid la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14). En Romanos 8:8 el apóstol Pablo escribió: “Los que viven según la carne [“carne” significa su naturaleza pecaminosa] no pueden agradar a Dios”. Estas palabras son tan claras que no necesitan ninguna explicación, ni tampoco necesito citar otros textos que dicen lo mismo. Si usted cree que la Biblia es la Palabra de Dios, entonces aquí hay suficiente evidencia de que los impíos deberían ser convertidos o condenados. Si usted niega la verdad de esas declaraciones, está negándose a creer lo que Dios ha dicho; y si este es el caso, hay muy poca esperanza para usted; usted ya está en el camino hacia el infierno. ¿Esto le parece muy fuerte? En realidad no hay otra alternativa si usted le llama a Dios mentiroso. Y aún más, si usted le llama a Dios mentiroso en su cara, no le puede echar la culpa si El ya no le da más advertencias y le abandona como sin esperanza. ¿Por qué debería seguir advirtiéndole Dios si usted obstinadamente se niega a creerle? Probablemente usted no le creería a Dios si El mandara un ángel del cielo para hablarle. Después de todo, un ángel solo puede hablar la palabra de Dios, y se nos dice específicamente que, si un hombre o un ángel predica algo diferente de la palabra de Dios, que sea anatema (condenado eternamente al infierno). (Gálatas.1:8) No obstante, deberíamos creer al Señor Jesucristo quien vino del cielo y nos trajo la Palabra de Dios antes que creer cualquier ángel. Si no podemos creer a Cristo, entonces tampoco podemos creer a todos sus ángeles del cielo. Y si esta es la posición que usted sostiene, algún día Dios le hará escuchar en una manera más convincente. Él le ruega ahora a que escuche la voz de su Evangelio, pero si no quiere escuchar, algún día le forzará a escuchar la voz de su juicio. Nada que yo pueda decir le hará creer la palabra de Dios en contra de su voluntad, pero si se niega a hacerlo, Dios algún día le hará sufrir aún en contra de su voluntad.

 

¿Pero por qué no quiere creer la Palabra de Dios la cual le dice que los impíos deben ser o convertidos o condenados? ¡Yo sé porque! Es porque usted piensa que es muy improbable que Dios dijera tal cosa. Usted piensa que sería cruel condenar al hombre eternamente por causa de unos cuantos años de vida pecaminosa. Pero ¡usted está equivocado! La Biblia dice respecto a Dios que “Todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos” (Dan.4:37). Segundo, esto nos conduce a ver que Dios es perfectamente justo al condenar a los pecadores. ¿Seguramente usted no se atrevería a negar que el alma inmortal del hombre debería ser gobernada por leyes que prometen o una recompensa inmortal o un castigo eterno? Si esto no fuera así, entonces las leyes que gobiernan las almas de los hombres ya no serían apropiadas porque tratarían solo con asuntos temporales. Nuestras almas son inmortales y tienen que ser gobernadas por leyes que tratan con nosotros en términos eternos y no simplemente en términos temporales. Cuando las leyes que tratan con serias ofensas criminales prescriben penas de 100 años de prisión, serían apropiadas en el sentido de que alcanzan la totalidad del tiempo de la vida humana; pero si el hombre alcanzara 800 o 900 años de edad, ya no serían apropiadas. En tal caso el criminal convicto podría estar preso 100 años y después disfrutar cientos de años de vida sin castigo. Exactamente el mismo principio es aplicable aquí: Las leyes que gobiernan almas eternas tienen que tratar con ellas en términos igualmente eternos. Los hombres aceptan con felicidad que la promesa divina del cielo habla de algo que es eterno; ¿Entonces porque han de dudar que la advertencia divina acerca del infierno habla de algo que también es igualmente eterno? (Mateo 25:46.)

 Cuando lee en la palabra de Dios que así es, ¿Piensa usted que está cualificado para estar en desacuerdo? ¿Está usted dispuesto a acusar a su Hacedor de mentir? ¿Está usted tan engreído para sentarse a juzgar a Dios? ¿Es usted más sabio y más justo que El? ¿Tiene que acudir a usted el Dios del cielo para obtener sabiduría? ¿Puede Aquél quien es infinitamente sabio aprender de su necedad? ¿Puede Aquél que es infinitamente puro ser corregido por alguien que no puede ni siquiera mantenerse limpio por una hora? ¿Debería el Todopoderoso ser juzgado por un gusano? ¡Cuánta necia arrogancia! Esto es como un topo o un pedazo de tierra, o un montón de estiércol acusara al sol de ser oscuro, como si fuera capaz de iluminar mejor al mundo. ¿Dónde estaba usted cuando Dios hizo las leyes por las cuales El gobierna el universo? ¿Por qué no le pidió a usted ayuda? Porque El hizo estas cosas antes de que usted naciera y de todas maneras no necesitaba que alguien le diera consejos. Usted llegó al mundo demasiado tarde para cambiar las leyes de Dios. Quizás usted piensa que si usted hubiera estado vivo en ese tiempo, que habría detenido a Adán de la pena de muerte a causa de su pecado. Quizás usted habría contradicho a Moisés y a los otros escritores del Antiguo Testamento. Quizás se hubiera atrevido a contradecir a Jesús mismo, o habría arreglado las cosas para que Cristo no hubiera tenido que venir, ni morir en la tierra. ¿Y qué hará si Dios llega al fin de su paciencia con usted y le quita su poder que le sostiene vivo y le deja caer en el infierno, mientras que usted está discutiendo con su Palabra y jugando con sus ideas ridículas? ¿Entonces creerá que hay infierno?

 

Hay muchas otras razones bíblicas para creer en la realidad del infierno. Por ejemplo, si el pecado es una cosa tan mala que se necesitaba la muerte de Cristo el Hijo de Dios para tratar con él, seguramente merece el castigo eterno de los pecadores. Además, como la Biblia enseña, los pecados de los demonios merecen el tormento eterno, ¿Por qué no los pecados de los hombres? Seguramente usted se da cuenta de que no es posible, aún para los mejores hombres, ser jueces competentes del justo castigo del pecado. Hay por lo menos seis cosas que uno debería saber antes de que pudiera entender cuán malo es el pecado: El valor verdadero del alma, el cual el pecado deforma; la verdadera naturaleza de la santidad, la cual el pecado destruye; la verdadera naturaleza y excelencia de la ley de Dios, la cual el pecado transgrede; la verdadera naturaleza de la gloria de Dios, la cual el pecado menosprecia; el verdadero carácter y el propósito de la razón, la cual el pecado ofende; la gloria infinita, omnipotencia y santidad contra las cuales todo pecado es cometido. Si usted empieza a comprender estas cosas, entonces comenzará a comprender la pecaminosidad del pecado y el castigo que merece. Usted ha de saber perfectamente que un criminal es demasiado parcial como para sentarse en juicio contra la ley, o en juicio sobre los procedimientos de la corte. De la misma manera, el pecador juzga por sus sentimientos, los cuales ciegan su razón. La mayoría de los hombres piensan que su propia causa es justa y que cualquier cosa que les perjudica es injusta, y ni sus amigos más sabios y más imparciales les pueden persuadir de lo contrario. La mayoría de los hijos piensan que sus padres son injustos cuando los castigan. Muchos criminales estarían dispuestos a acusar a la ley o al juez de estar haciendo mal, si esto ayudara a su caso. Pero, ¿Realmente piensa usted que las gentes no santas están preparadas para ir al cielo? Después de todo, son incapaces de amar a Dios aquí en la tierra, ni tampoco pueden servirle de una manera que le sea aceptable. Al contrario, la tendencia completa de sus vidas es en contra de Dios; odian lo que Dios ama, y aman lo que Dios odia. Nunca pueden experimentar jamás la comunión con Dios la cual los creyentes disfrutan aquí en la tierra; ¿Cómo pudiera ser posible que vivieran en la unión perfecta con Dios, la cual su pueblo disfruta en el cielo para siempre? Usted no pensaría que está actuando sin misericordia si se negara a aceptar a su peor enemigo como su hombre de confianza, o si se negara a dar alojamiento a unos puercos en su casa. Y no obstante, usted está listo a inculpar a Dios, el Sabio, el Bondadoso Señor Soberano del universo, si El condena a los inconversos a la miseria eterna. En vez de discutir con Dios y su Palabra, le ruego que escuche lo que El le está diciendo y lo tome para su propio beneficio. Si usted es un inconverso, puede tomar esto como cierto de la palabra de Dios: “antes de que un largo tiempo pase, usted tendrá que ser, o convertido o condenado.” Cuando usted se da cuenta que es Dios, el Hacedor y Juez del mundo quien le está diciendo esto, seguramente es tiempo de escuchar. ¿Ha comenzado a percatarse de esto? Usted está muerto y condenado a menos que sea convertido. Si le fuera a decir algo diferente, le estaría mintiendo. Si yo fuera a ocultar esta realidad su sangre sería sobre mí. Esto es exactamente lo que Dios dijo a Ezequiel: “Cuando yo dijere al impío: Impío, de cierto morirás; si tu no hablares para que se guarde el impío, de su camino, el impío morirá por su pecado, pero su sangre yo la demandaré de tu mano.” (Ezequiel33:8) Esto puede parecer muy duro, pero lo tengo que decir y usted lo tiene que escuchar. Sin duda es más fácil escuchar acerca del infierno que experimentarlo. Si su situación no fuera tan seria, no trataría de inquietarle con tales cosas. Pero, menos personas estarían en el infierno hoy si hubieran estado dispuestas a escuchar tal enseñanza y reconocer exactamente en qué situación se encontraban. La razón por la cual pocos se escapan del infierno, es porque no hacen ningún intento por entrar a través de la puerta estrecha de la conversión, y vivir una vida de disciplina y santidad, mientras que tengan la oportunidad de hacerlo. La razón por lo cual no hacen ningún esfuerzo para hacerlo, es porque no están conscientes del peligro en que se encuentran. Y no están conscientes de su peligro porque son renuentes a escuchar acerca de él y a pensar seriamente sobre esta realidad. Si ésta es la verdad acerca de usted, si usted está renuente a creer estas cosas, pienso que la seriedad del asunto debería obligarle a considerarlo y a no tener paz en su mente hasta que sea convertido. Si fuera a escuchar la voz de un ángel advirtiéndole, “Usted debe ser convertido o condenado; volverse o morir”, ¿No quedaría grabada en su mente para inquietarle noche y día? Que cosa tan feliz sería si este fuera el caso y las palabras del ángel no le dejaran en paz hasta que se pusiera de acuerdo con Dios. Pero si usted está decidido a olvidarse de estas cosas, o rehusa creerlas, ¿Cómo podrá ser jamás convertido? No obstante, usted puede estar seguro de esto: Es posible quitar esta verdad de su mente, pero nunca va a poder quitarla de la Biblia. “Volverse o morir” es una verdad inmutable y de una forma u otra, usted tendrá que experimentarla para siempre. Entonces, ¿Por qué no son conmovidos los pecadores por una verdad tan importante? Uno pensaría que cualquier persona inconversa que escuchara estas palabras, estaría convencida de su pecado y nunca descansaría hasta que fuese convertido; y sin embargo, la mayoría permanecen descuidados y negligentes. Si usted es uno de éstos, déjeme asegurarle que las cosas cambiarán algún día. La conversión o la condenación le despertarán algún día. Esto se lo digo tan ciertamente como si lo estuviera viendo con mis propios ojos. Algún día, o la gracia o el infierno le harán darse cuenta de cuán necio fue rechazar lo que Dios le estaba diciendo.


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