Deseo llamar su atención a un solo texto en la
Escritura. El texto viene del Antiguo Testamento y formó parte del mensaje dado
por Dios al profeta Ezequiel, para ser entregado al pueblo de Israel. Esto es
lo que Dios le dijo: “Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la
muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva.
Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿Por qué moriréis, oh casa de
Israel?” (Ezequiel 33:11)
Le escribo como uno que no sabe cuándo estará
en el otro mundo y que sabe que pronto o tarde usted también estará ahí. Si
usted quiere encontrarse conmigo en la presencia consoladora de nuestro Dios
Hacedor; si quiere ser recibido en la gloria eterna de Dios y escapar de los
tormentos eternos del infierno, le ruego que escuche lo que Dios le está
diciendo, obedezca su llamamiento, vuélvase a Él y viva. Si usted se rehúsa,
invoco a Dios como testigo de que le advertí y de que usted será condenado, no
debido a que no fuera llamado a volverse y vivir, sino debido a que usted no
quiso hacerlo.
La palabra de Dios lo deja tan claro como el
cristal que el pecador tiene una de dos opciones: La conversión o la
condenación. Para muchas personas les resulta difícil creer que esto sea cierto
o justo, pero no es sorprendente que los pecadores quieran discutir contra la
ley de Dios. No hay muchas personas que estén dispuestas a creer que están
equivocadas en sus creencias, y aún menos aceptarán la verdad si representa una
desventaja para ellos.
Jesús dijo: “De cierto os digo que si no os
volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”
(Mat.18:3). En otra ocasión dijo: “De cierto de cierto te digo, que el que no
naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan.3:3). Otro escritor del
Nuevo Testamento dijo: “Seguid la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”
(Hebreos 12:14). En Romanos 8:8 el apóstol Pablo escribió: “Los que viven según
la carne [“carne” significa su naturaleza pecaminosa] no pueden agradar a
Dios”. Estas palabras son tan claras que no necesitan ninguna explicación, ni
tampoco necesito citar otros textos que dicen lo mismo. Si usted cree que la Biblia
es la Palabra de Dios, entonces aquí hay suficiente evidencia de que los impíos
deberían ser convertidos o condenados. Si usted niega la verdad de esas
declaraciones, está negándose a creer lo que Dios ha dicho; y si este es el
caso, hay muy poca esperanza para usted; usted ya está en el camino hacia el
infierno. ¿Esto le parece muy fuerte? En realidad no hay otra alternativa si
usted le llama a Dios mentiroso. Y aún más, si usted le llama a Dios mentiroso
en su cara, no le puede echar la culpa si El ya no le da más advertencias y le
abandona como sin esperanza. ¿Por qué debería seguir advirtiéndole Dios si
usted obstinadamente se niega a creerle? Probablemente usted no le creería a
Dios si El mandara un ángel del cielo para hablarle. Después de todo, un ángel
solo puede hablar la palabra de Dios, y se nos dice específicamente que, si un
hombre o un ángel predica algo diferente de la palabra de Dios, que sea anatema
(condenado eternamente al infierno). (Gálatas.1:8) No obstante, deberíamos
creer al Señor Jesucristo quien vino del cielo y nos trajo la Palabra de Dios
antes que creer cualquier ángel. Si no podemos creer a Cristo, entonces tampoco
podemos creer a todos sus ángeles del cielo. Y si esta es la posición que usted
sostiene, algún día Dios le hará escuchar en una manera más convincente. Él le
ruega ahora a que escuche la voz de su Evangelio, pero si no quiere escuchar,
algún día le forzará a escuchar la voz de su juicio. Nada que yo pueda decir le
hará creer la palabra de Dios en contra de su voluntad, pero si se niega a
hacerlo, Dios algún día le hará sufrir aún en contra de su voluntad.
¿Pero por qué no quiere creer la Palabra de
Dios la cual le dice que los impíos deben ser o convertidos o condenados? ¡Yo
sé porque! Es porque usted piensa que es muy improbable que Dios dijera tal
cosa. Usted piensa que sería cruel condenar al hombre eternamente por causa de
unos cuantos años de vida pecaminosa. Pero ¡usted está equivocado! La Biblia
dice respecto a Dios que “Todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos”
(Dan.4:37). Segundo, esto nos conduce a ver que Dios es perfectamente justo al
condenar a los pecadores. ¿Seguramente usted no se atrevería a negar que el
alma inmortal del hombre debería ser gobernada por leyes que prometen o una
recompensa inmortal o un castigo eterno? Si esto no fuera así, entonces las
leyes que gobiernan las almas de los hombres ya no serían apropiadas porque
tratarían solo con asuntos temporales. Nuestras almas son inmortales y tienen
que ser gobernadas por leyes que tratan con nosotros en términos eternos y no
simplemente en términos temporales. Cuando las leyes que tratan con serias
ofensas criminales prescriben penas de 100 años de prisión, serían apropiadas
en el sentido de que alcanzan la totalidad del tiempo de la vida humana; pero
si el hombre alcanzara 800 o 900 años de edad, ya no serían apropiadas. En tal
caso el criminal convicto podría estar preso 100 años y después disfrutar
cientos de años de vida sin castigo. Exactamente el mismo principio es
aplicable aquí: Las leyes que gobiernan almas eternas tienen que tratar con
ellas en términos igualmente eternos. Los hombres aceptan con felicidad que la
promesa divina del cielo habla de algo que es eterno; ¿Entonces porque han de
dudar que la advertencia divina acerca del infierno habla de algo que también
es igualmente eterno? (Mateo 25:46.)
Cuando
lee en la palabra de Dios que así es, ¿Piensa usted que está cualificado para
estar en desacuerdo? ¿Está usted dispuesto a acusar a su Hacedor de mentir?
¿Está usted tan engreído para sentarse a juzgar a Dios? ¿Es usted más sabio y
más justo que El? ¿Tiene que acudir a usted el Dios del cielo para obtener
sabiduría? ¿Puede Aquél quien es infinitamente sabio aprender de su necedad?
¿Puede Aquél que es infinitamente puro ser corregido por alguien que no puede
ni siquiera mantenerse limpio por una hora? ¿Debería el Todopoderoso ser
juzgado por un gusano? ¡Cuánta necia arrogancia! Esto es como un topo o un
pedazo de tierra, o un montón de estiércol acusara al sol de ser oscuro, como
si fuera capaz de iluminar mejor al mundo. ¿Dónde estaba usted cuando Dios hizo
las leyes por las cuales El gobierna el universo? ¿Por qué no le pidió a usted
ayuda? Porque El hizo estas cosas antes de que usted naciera y de todas maneras
no necesitaba que alguien le diera consejos. Usted llegó al mundo demasiado
tarde para cambiar las leyes de Dios. Quizás usted piensa que si usted hubiera
estado vivo en ese tiempo, que habría detenido a Adán de la pena de muerte a
causa de su pecado. Quizás usted habría contradicho a Moisés y a los otros
escritores del Antiguo Testamento. Quizás se hubiera atrevido a contradecir a
Jesús mismo, o habría arreglado las cosas para que Cristo no hubiera tenido que
venir, ni morir en la tierra. ¿Y qué hará si Dios llega al fin de su paciencia
con usted y le quita su poder que le sostiene vivo y le deja caer en el
infierno, mientras que usted está discutiendo con su Palabra y jugando con sus
ideas ridículas? ¿Entonces creerá que hay infierno?
Hay muchas otras razones bíblicas para creer
en la realidad del infierno. Por ejemplo, si el pecado es una cosa tan mala que
se necesitaba la muerte de Cristo el Hijo de Dios para tratar con él,
seguramente merece el castigo eterno de los pecadores. Además, como la Biblia
enseña, los pecados de los demonios merecen el tormento eterno, ¿Por qué no los
pecados de los hombres? Seguramente usted se da cuenta de que no es posible,
aún para los mejores hombres, ser jueces competentes del justo castigo del
pecado. Hay por lo menos seis cosas que uno debería saber antes de que pudiera
entender cuán malo es el pecado: El valor verdadero del alma, el cual el pecado
deforma; la verdadera naturaleza de la santidad, la cual el pecado destruye; la
verdadera naturaleza y excelencia de la ley de Dios, la cual el pecado
transgrede; la verdadera naturaleza de la gloria de Dios, la cual el pecado
menosprecia; el verdadero carácter y el propósito de la razón, la cual el
pecado ofende; la gloria infinita, omnipotencia y santidad contra las cuales
todo pecado es cometido. Si usted empieza a comprender estas cosas, entonces
comenzará a comprender la pecaminosidad del pecado y el castigo que merece.
Usted ha de saber perfectamente que un criminal es demasiado parcial como para
sentarse en juicio contra la ley, o en juicio sobre los procedimientos de la
corte. De la misma manera, el pecador juzga por sus sentimientos, los cuales
ciegan su razón. La mayoría de los hombres piensan que su propia causa es justa
y que cualquier cosa que les perjudica es injusta, y ni sus amigos más sabios y
más imparciales les pueden persuadir de lo contrario. La mayoría de los hijos
piensan que sus padres son injustos cuando los castigan. Muchos criminales
estarían dispuestos a acusar a la ley o al juez de estar haciendo mal, si esto
ayudara a su caso. Pero, ¿Realmente piensa usted que las gentes no santas están
preparadas para ir al cielo? Después de todo, son incapaces de amar a Dios aquí
en la tierra, ni tampoco pueden servirle de una manera que le sea aceptable. Al
contrario, la tendencia completa de sus vidas es en contra de Dios; odian lo
que Dios ama, y aman lo que Dios odia. Nunca pueden experimentar jamás la
comunión con Dios la cual los creyentes disfrutan aquí en la tierra; ¿Cómo
pudiera ser posible que vivieran en la unión perfecta con Dios, la cual su
pueblo disfruta en el cielo para siempre? Usted no pensaría que está actuando
sin misericordia si se negara a aceptar a su peor enemigo como su hombre de
confianza, o si se negara a dar alojamiento a unos puercos en su casa. Y no obstante,
usted está listo a inculpar a Dios, el Sabio, el Bondadoso Señor Soberano del
universo, si El condena a los inconversos a la miseria eterna. En vez de
discutir con Dios y su Palabra, le ruego que escuche lo que El le está diciendo
y lo tome para su propio beneficio. Si usted es un inconverso, puede tomar esto
como cierto de la palabra de Dios: “antes de que un largo tiempo pase, usted
tendrá que ser, o convertido o condenado.” Cuando usted se da cuenta que es
Dios, el Hacedor y Juez del mundo quien le está diciendo esto, seguramente es
tiempo de escuchar. ¿Ha comenzado a percatarse de esto? Usted está muerto y
condenado a menos que sea convertido. Si le fuera a decir algo diferente, le
estaría mintiendo. Si yo fuera a ocultar esta realidad su sangre sería sobre
mí. Esto es exactamente lo que Dios dijo a Ezequiel: “Cuando yo dijere al
impío: Impío, de cierto morirás; si tu no hablares para que se guarde el impío,
de su camino, el impío morirá por su pecado, pero su sangre yo la demandaré de
tu mano.” (Ezequiel33:8) Esto puede parecer muy duro, pero lo tengo que decir y
usted lo tiene que escuchar. Sin duda es más fácil escuchar acerca del infierno
que experimentarlo. Si su situación no fuera tan seria, no trataría de
inquietarle con tales cosas. Pero, menos personas estarían en el infierno hoy
si hubieran estado dispuestas a escuchar tal enseñanza y reconocer exactamente
en qué situación se encontraban. La razón por la cual pocos se escapan del
infierno, es porque no hacen ningún intento por entrar a través de la puerta
estrecha de la conversión, y vivir una vida de disciplina y santidad, mientras
que tengan la oportunidad de hacerlo. La razón por lo cual no hacen ningún
esfuerzo para hacerlo, es porque no están conscientes del peligro en que se
encuentran. Y no están conscientes de su peligro porque son renuentes a
escuchar acerca de él y a pensar seriamente sobre esta realidad. Si ésta es la
verdad acerca de usted, si usted está renuente a creer estas cosas, pienso que
la seriedad del asunto debería obligarle a considerarlo y a no tener paz en su
mente hasta que sea convertido. Si fuera a escuchar la voz de un ángel
advirtiéndole, “Usted debe ser convertido o condenado; volverse o morir”, ¿No
quedaría grabada en su mente para inquietarle noche y día? Que cosa tan feliz
sería si este fuera el caso y las palabras del ángel no le dejaran en paz hasta
que se pusiera de acuerdo con Dios. Pero si usted está decidido a olvidarse de
estas cosas, o rehusa creerlas, ¿Cómo podrá ser jamás convertido? No obstante,
usted puede estar seguro de esto: Es posible quitar esta verdad de su mente,
pero nunca va a poder quitarla de la Biblia. “Volverse o morir” es una verdad
inmutable y de una forma u otra, usted tendrá que experimentarla para siempre.
Entonces, ¿Por qué no son conmovidos los pecadores por una verdad tan
importante? Uno pensaría que cualquier persona inconversa que escuchara estas
palabras, estaría convencida de su pecado y nunca descansaría hasta que fuese
convertido; y sin embargo, la mayoría permanecen descuidados y negligentes. Si
usted es uno de éstos, déjeme asegurarle que las cosas cambiarán algún día. La
conversión o la condenación le despertarán algún día. Esto se lo digo tan
ciertamente como si lo estuviera viendo con mis propios ojos. Algún día, o la
gracia o el infierno le harán darse cuenta de cuán necio fue rechazar lo que
Dios le estaba diciendo.
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