Capítulo 9; 10-17
10
Vueltos los apóstoles, le contaron todo lo que habían hecho. Y
tomándolos, se retiró aparte, a un lugar desierto de la ciudad llamada
Betsaida.
11 Y
cuando la gente lo supo, le siguió; y él les recibió, y les hablaba del reino
de Dios, y sanaba a los que necesitaban ser curados.
12 Pero
el día comenzaba a declinar; y acercándose los doce, le dijeron: Despide a la
gente, para que vayan a las aldeas y campos de alrededor, y se alojen y
encuentren alimentos; porque aquí estamos en lugar desierto.
13 Él
les dijo: Dadles vosotros de comer. Y dijeron ellos: No tenemos más que cinco
panes y dos pescados, a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para
toda esta multitud.
14 Y
eran como cinco mil hombres. Entonces dijo a sus discípulos: Hacedlos sentar en
grupos, de cincuenta en cincuenta.
15 Así
lo hicieron, haciéndolos sentar a todos.
16 Y
tomando los cinco panes y los dos pescados, levantando los ojos al cielo, los
bendijo, y los partió, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante de
la gente.
17 Y
comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que les sobró, doce cestas de
pedazos.
El milagro descrito en estos versículos es referido mayor número de
veces en los Evangelios que ningún otro de los que obró nuestro Señor. Esta
repetición no fue, sin duda, sin objeto.
Se tuvo en mira llamar nuestra atención a los detalles de dicho milagro.
Por una parte, se percibe en estos versículos
un ejemplo patente del poder divino de nuestro Señor Jesucristo. Alimenta una
reunión de cinco mil hombres con cinco
panes y dos peces; con una provisión de viandas tan escasa que era meramente
suficiente para satisfacer por un día sus propias necesidades y las de sus discípulos, satisface el hambre de una
reunión tan numerosa como una legión romana. No pudo haber engaño acerca de la realidad
y magnitud de este milagro. Fue hecho
públicamente, y delante de muchos testigos. El mismo poder que al principio
sacó el mundo de la nada, hizo existir alimento que antes no había existido. Las circunstancias de todo
el acontecimiento hacen imposible el fraude. Cinco mil hombres hambrientos no
hubieran convenido en que "todos se
hartaron," si no hubieran tomado alimento real y verdadero. Nunca se
habrían recogido cestas llenas de los pedazos que sobraron, si no hubiesen sido panes y peces reales y materiales los
que fueron multiplicados milagrosamente. Nada en resumen puede explicar todo el
suceso, sino la intervención del dedo de
Dios. La misma mano que envió maná del cielo al desierto para alimentar a
Israel, fue la mano que hizo que cinco panes y dos peces supliesen las necesidades de cinco mil hombres.
El milagro que nos ocupa es una de muchas
pruebas de que para Cristo nada es imposible. El Salvador de los pecadores es
omnipotente. "(como está escrito: Te he puesto por
padre de muchas gentes delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los
muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen.." Romanos_4:17. Cuando Él quiere una cosa, se hace.
Cuando manda algo, sucede infaliblemente. Puede sacar luz de en medio de
las tinieblas, orden de en medio del
desorden, fuerza de la debilidad, gozo del pesar, y alimento de la nada. ¡Por
siempre bendigamos a Dios por esto!
Tendríamos razón para desesperar cuando viésemos la corrupción de la
naturaleza humana, y la obstinación e incredulidad del corazón del hombre, si
no conociéramos el poder de Cristo.
"¿Pueden tornar a la vida estos huesos secos?" ¿Puede salvarse algún
hombre? ¿Puede algún niño, o alguno de nuestros
amigos llegar a ser en algún tiempo cristiano verdadero? ¿Podemos
nosotros mismos ganar la vida eterna? Preguntas como estas nunca podrían
responderse, si Jesús no fuese
todopoderoso. Pero, loado sea Dios, Jesús tiene todo poder en el cielo y en la
tierra. Vive en el cielo para socorrernos, y tiene poder para salvar; por lo tanto tengamos confianza.
Por otra parte, estos versículos nos presentan
a la vista un emblema patente del poder que tiene Cristo para satisfacer las
necesidades espirituales del género
humano. El milagro es un cuadro. En él vemos como delineadas sobre el
lienzo algunas de las grandes verdades del Cristianismo. Es en realidad una
gran parábola del glorioso Evangelio
representada a lo vivo.
¿Qué representa ese gentío pobre, desamparado
y desprovisto de alimento, que rodea á nuestro Señor en el despoblado?
Representa al género humano.
Nosotros somos una reunión de pobres
pecadores, en medio de un mundo malvado, sin fuerza o poder para salvarnos, y
en gran peligro de perecer por carencia
de alimento espiritual ¿Quién es aquel Maestro benévolo que se compadece de esa
mísera multitud en el despoblado, y dice a Sus discípulos: "Dadles
vosotros de comer"? Es Jesús mismo,
siempre compasivo, siempre benéfico, siempre pronto a mostrar misericordia aun a
los ingratos y a los perversos. Y Él no ha cambiado. Es hoy exactamente el mismo que hace dos mil años. Elevado
en el cieloa la diestra de Dios mira hacia abajo la vasta multitud de
miserables pecadores que cubren la faz
de la tierra: todavía los compadece; todavía cuida de ellos y se conduele de su
desamparo y de su miseria. Y todavía recuerda a los discípulos la fran comisión:
"He aquí esta multitud, dadles vosotros de comer..
¿Qué representa ese portentoso alimento que
creó Cristo milagrosamente para la hambrienta multitud que estaba en su
presencia? Es una figura del Evangelio.
Débil y pequeño como a muchos parece, el Evangelio contiene "bastante y de
sobra" para las almas de todo el género humano. Insignificante y despreciable como la historia del Salvador
crucificado parece al docto y al entendido, es el "Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación
a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.."
Romanos_1:16. Dios es un Dios justo y santo,
y nosotros somos pecadores culpables. Es necesario que tengamos una justicia
para comparecer ante Él; tal justicia existe, fue traída por el Mesías, y dada
a conocer en el evangelio: el método de aceptación por gracia a pesar de la
culpa de nuestros pecados.
¿Qué representan aquellos discípulos que
recibieron los panes y los peces de la mano de Cristo, y los pusieron delante
de las gentes, para que todas ellas
comiesen y se hartasen? Representan a todos los predicadores y maestros
fieles del Evangelio. Sus palabras son sencillas, y sin embargo sumamente importantes. Han sido elegidos para poner
delante de los hombres el alimento quo Cristo ha hecho para sus almas. No se
les ha encomendado que den nada que sea
creación suya. Todo cuanto trasmiten a los hombres debe venir de las manos de
Cristo. Mientras que ellos desempeñen fielmente ese encargo, pueden esperar con confianza la bendición de
su Maestro. Muchos, indudablemente, rehusarán siempre participar del alimento
que Cristo ha provisto; mas si los
ministros ofrecen fielmente a los hombres el pan de vida, la sangre de los que
de estos se pierden no caerá sobre aquellos.
¿Qué estamos haciendo nosotros? ¿Hemos
reconocido quo este mundo es un desierto, y que nuestras almas han de ser
alimentadas del pan del cielo, o morir
eternamente? ¡Felices los que han aprendido esta lección, y sabido por
experiencia que Cristo crucificado es el Pan verdadero de vida! El hombre
jamás podrá satisfacerse con las cosas
de este mundo: siempre estará hambriento, y sediento, y descontento, hasta que
venga a Cristo. Solo los que oyen la voz de
Cristo, y le siguen, y se alimentan de Él con la fe, son los que
"se hartan..
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