Ezequiel 33:11 Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la
muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva.
Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de
Israel?
El segundo gran principio que debe ser considerado es este: Dios promete que si el impío se vuelve, entonces recibirá
vida eterna. Tan seguramente como Dios promete el infierno a los
impíos, promete el cielo a los convertidos. “Volveos y vivir” es una verdad tan
cierta como “volveos o morir”, y Dios se
deleita cuando los pecadores se vuelven a Él y viven. Cuando el hombre pecó
y rompió su relación con Dios, Dios no estaba obligado a proveerle un salvador,
ni darle ninguna esperanza de salvación, ni siquiera a llamarlo a que se
volviera; sin embargo, en su grande
misericordia Dios ha hecho todas estas cosas. Este es el mensaje que todos
los verdaderos predicadores del evangelio comunican a los hombres. Este no es
un mensaje de condenación, sino que es exactamente lo opuesto. Este mensaje es
que cada persona que es nacida de nuevo será salvada. Este mensaje no es de
desesperación sino de esperanza. Vida y no muerte, es lo que trato de resaltar.
La comisión divina de cada salvado por gracia es la de ofrecer salvación, una
salvación segura, inmediata, gloriosa y eterna para todos, aún para los peores
de los pecadores. Dios nos manda ofrecer
un perdón pleno y gratuito para todos aquellos que se vuelvan a Él y vivan.
Somos mandados a decir a los hombres lo que Cristo ha hecho por los
pecadores, cuánta paciencia, ternura y misericordia tiene Dios para con ellos y
cuán grande y maravillosa felicidad les pertenecerá si se vuelven a Él;
entonces nuestro ruego es que acepten la oferta de Dios.
Por
supuesto este mensaje habla del enojo de Dios y de la muerte del pecador, pero
este no es el mensaje principal. Los
verdaderos predicadores de la Palabra de Dios sin lugar a dudas tienen que
advertir a los hombres de que por naturaleza ya están bajo el justo enojo de
Dios y espiritualmente muertos. Pero esto es con la finalidad de
enseñarles la buenas noticias, su necesidad de la misericordia divina, y lograr
que se den cuenta del gran valor de la gracia de Dios.
Tal como nadie iría al doctor a menos de que
estuviese convencido de que está enfermo, por la misma razón, mi motivo para
decirle acerca de su terrible condición espiritual (la cual ha producido por
sus propios pecados), es para que se vuelva a Cristo en busca de misericordia. Esto
es también por qué le estoy diciendo acerca del tormento eterno que caerá sobre
todos aquellos que se niegan a convertirse. Pero esta es la parte triste de
mi mensaje.
Primeramente debo ofrecerle misericordia si
usted se vuelve a Dios; son solamente aquellos que se niegan a volverse y rehúsan
la voz de la misericordia divina a quienes tengo que enfrentar con el mensaje
de la condenación eterna. Si usted da la espalda a sus pecados y se vuelve a
Cristo siendo convertido, no tengo ninguna palabra de condenación que decirle. En el nombre del Señor Jesús, puedo
asegurarle que, no importando cuán pecador usted haya sido, recibirá
misericordia y salvación si se vuelve a Cristo. Cristo ha hecho todo lo
necesario y la promesa de Dios es gratuita, completa y eterna. Usted puede
tener vida si solo se vuelve, pero recuerde lo que las Escrituras significan
cuando hablan de “volverse”.
Esto no es como reparar la vieja casa; más
bien, es como derrumbarla y edificar una nueva sobre Cristo Jesús el único
cimiento firme. No es un asunto de efectuar algunos cuantos cambios morales en
su vida, más bien es un asunto de hacer
morir su naturaleza pecaminosa y vivir una vida de obediencia al Espíritu Santo.
No es un asunto de honorabilidad y religiosidad, sino que significa, un cambio de dueño y del propósito y
dirección entera de su vida. Significa volver su rostro hacia la dirección
opuesta en la que usted estaba caminando, y dedicarse a Dios con todo su ser.
Este es el cambio que usted tiene que hacer si quiere recibir la vida eterna.
Esto le enseña que la salvación y no la condenación constituyen la parte más
importante de mi mensaje para usted. Si usted aceptara esto y se volviera a
Cristo, ya no habría necesidad de asustarle o inquietarle hablando de la
condenación. Pero si usted se rehúsa a ser salvo, entonces ciertamente que será
condenado, porque no hay ningún punto intermedio, usted tiene que recibir vida
o muerte.
Pero Dios me llama no sólo a ofrecerle vida,
sino también a mostrarle que Dios habla en serio en lo que dice, que su promesa
es verdadera y que el cielo no es un mito sino un lugar de verdadera y eterna
felicidad. Hay cientos de textos en las Escrituras donde esta verdad puede ser
corroborada. En seguida citaré algunos de ellos. La Biblia dice que si alguien
llega a ser cristiano: “De modo que si alguno está en
Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas.” (2 Corintios.5:17).
Cuando Jesús comisionó a los apóstoles les
dijo: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el
evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el
que no creyere, será condenado.” (Marcos 16:15-16).
El apóstol Pablo dijo a sus oyentes: “Que por medio de
Jesús se os anuncia perdón de pecados” (Hechos
13:38).
Usted puede ver de estas declaraciones que los
predicadores del evangelio tiene autoridad divina para prometerle que si se
vuelve a Dios vivirá. Usted puede encomendar con confianza su alma aquí: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida
eterna.” (Juan.3:16). La sangre del Hijo de Dios ha comprado la promesa;
la fidelidad y la verdad de Dios garantizan que es válida; la Escritura
registra muchos milagros que Dios realizó para confirmarla; los predicadores
son enviados para proclamarla; y el Espíritu Santo abre los corazones de los
hombres para recibirla. Estas cosas están más allá de cualquier discusión. Aún
los peores de los pecadores serán salvos si se vuelven a Dios. Si usted piensa
ser salvo sin convertirse, usted cree una mentira, y yo le mentiría si le
dijera que podría ser así. Sería como creer lo que el diablo dice, en lugar de
lo que Dios dice. Después de todo, tanto Dios como el diablo prometen a los
hombres vida eterna. Dios promete
“volveos y viviréis”; el diablo promete “viviréis, no importa si usted
se vuelve a Dios o no”. Dios dice, “Si no os
volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”
(Mateo.18:3), “El
que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan.3:3); “Seguid la
santidad sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos.12:14).
Por otra parte el diablo dice: “Usted puede ser salvo sin nacer de nuevo y sin
ser convertido. No hay necesidad de ser santo, basta con ser una persona
respetable. Dios le está tratando de asustar. Él es demasiado misericordioso
como para condenar a alguien; Él le tratará mejor de lo que dice su Palabra”. Y
es una tragedia que la mayoría de la gente cree más al diablo que a Dios; lo
cual es la misma manera en que el primer pecado entró al mundo. Dios dijo a
nuestros primeros padres: “Del árbol de la ciencia del
bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres morirás” (Génesis.2:17). Pero el diablo contradijo a Dios y
dijo: “No moriréis” (Génesis.3:4);
y Adán y Eva creyeron más al diablo que a Dios. Y ahora Dios dice: “Volverse o
morir”, pero el diablo dice: “No moriréis. Siga pecando tanto como pueda,
entonces, en el último momento pida a Dios que tenga misericordia de usted”; y
esto es lo que el mundo cree.
¡No puede haber mayor impiedad que creer al
diablo más que a Dios! Aquellos que creen que pueden ser salvos sin un cambio
radical de corazón y vida, quizás pudieran decir que están confiando en Dios,
pero la verdad es que están haciendo exactamente lo opuesto; están creyéndole
al diablo. Prácticamente ellos han convertido a Dios en el diablo. ¿Dónde dijo Dios que los no regenerados, los
inconversos, los impíos serían salvos? Muéstreme un sólo lugar en la
Escritura que diga esto. Esta es la mentira del diablo y creerla, es creerle al
diablo.
La Palabra de Dios está llena de consuelo y
fortaleza para la persona santa, pero no tiene nada para apoyar a la impiedad,
o para dar a alguien la más mínima esperanza de ser salvo sin un cambio que
conduzca a una vida santa. Sin embargo, si usted se vuelve a la misericordia de
Dios, la misericordia divina le recibirá. Entonces, confíe en Dios para la
salvación, porque Él ha prometido en su Palabra salvar a todos los que confíen
en Dios. Él no salvará a nadie que se
niegue a abandonar el mundo, la carne y el diablo. Pero, será un Padre a todos aquellos que
entren en su familia confiando en su Hijo Jesucristo. Si los hombres no
vienen, es su propia culpa. La puerta de la salvación está abierta por
completo. Dios no impide a nadie para que entre. El jamás ha dicho a nadie,
“aunque usted fuere convertido, no le recibiré”. Pudiera haber actuado así y
habría permanecido justo, pero no lo ha hecho y no lo hará. Si usted está
sinceramente dispuesto a volverse a El de todo corazón, Dios está dispuesto a
recibirle y a concederle el perdón de sus pecados y la vida eterna.
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