Capítulo 10; 13-16
13
¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! que si en Tiro y en Sidón se
hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que
sentadas en cilicio y ceniza, se habrían arrepentido.
Luk 10:14 Por tanto, en el juicio será más tolerable el
castigo para Tiro y Sidón, que para vosotras.
15
Y tú, Capernaum, que hasta los cielos eres levantada, hasta el Hades
serás abatida.
16
El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me
desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió.
“Corazín”. Era una ciudad en Galilea ubicada 5 kilómetros al norte de Capernaún.
Sólo aparece en Mateo11:21¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y
en Sidón(F) se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras,
tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza. y aquí. No tenemos ninguna información
escrita sobre Jesús y su ministerio en esta ciudad. El punto es que las
ciudades –Betsaida y Cafarnaún- donde Jesús enseñó y ministró eran responsables.
Muchas de las ciudades que fueron juzgadas por Dios hubiesen respondido al
mensaje de Jesús y sus milagros si tan sólo hubiesen tenido la oportunidad.
De Tiro y de Sidón” Eran dos importantes
puertos marítimos en Fenicia, el actual Líbano (Mateo
11:22-24 Por
tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro
y para Sidón, que para vosotras. 23 Y
tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida;
porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti,
habría permanecido hasta el día de hoy. 24
Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo
para la tierra de Sodoma, que para ti.)
Tiro y Sidón fueron arruinadas por la prosperidad comercial; Sodoma se hundió
debido a sus viles corrupciones; pero la condenación de personas correctas,
quienes, en medio de un resplandor de luz, rechazan al Salvador, les será menos
tolerable que la de alguno de éstos.
La luz y el entendimiento traen
responsabilidad espiritual. … a
quien mucho le es dado, se le exige mucho. Capernaum era la base de Jesús para su ministerio galileo. La ciudad
era un cruce de caminos importantes que usaban los viajeros y el ejército
romano, y un mensaje que se daba en Capernaum se extendería a lugares mucho más
distantes. Sin embargo, mucha gente de allí no entendió los milagros de Jesús
ni dio crédito a sus enseñanzas. La ciudad se incluía entre las que se
juzgarían por rechazar a Jesús.
Según los rabinos, había un lugar para los
justos llamado Paraíso, y otra para los malos denominada Tartarus. Esto puede
ser cierto. En Lucas 23:43 Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás
conmigo en el paraíso., Las palabras de Jesús a uno de los criminales
crucificado junto con él parecen relacionarse con la zona para los justos en el
Hades, porque Jesús no regresó al cielo hasta cuarenta días después del
Pentecostés. Tras la resurrección, Jesús se dirigió a la parte justa del Hades
(Sheol) para estar allí. Por tanto, ahora Pablo puede decir en II Corintios 5:6-8 6 Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo
que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor 7 (porque por fe andamos, no por vista); 8 pero confiamos, y más quisiéramos estar
ausentes del cuerpo, y presentes al Señor.
El ministerio del evangelio pide a los hombres
que reciban a Cristo como Príncipe y Salvador; y seguramente Él irá en el poder
de su Espíritu a todos los lugares donde manda a sus siervos fieles; pero la
condena de los que reciben en vano la gracia de Dios será temible. Los que
desprecian a los fieles ministros de Cristo, los que piensan mal de ellos y se
burlan de ellos, serán reconocidos como los que despreciaron a Dios y Cristo.
Lo último que debemos percibir en estos
versículos es él honor que el Señor confiere a sus fieles ministros. Se nota
esto en las palabras con que concluyó los
preceptos dirigidos a los setenta discípulos. Les dijo: "El que a
vosotros oye, a mí oye, y el que a vosotros desecha a mí desecha; y el que a mí
desecha, desecha al que me envió.
El lenguaje que aquí usa nuestro Señor es muy
notable, y lo es más si tenemos presente que fue dirigido a los setenta
discípulos, y no a los doce apóstoles.
La enseñanza que con tales palabras se propuso
inculcar es clara e inequívoca. Los ministros han de ser considerados como
mensajeros y embajadores enviados por
Cristo a un mundo corrompido. En tanto que ellos cumplan fielmente con sus
deberes, son acreedores al honor y respeto de los fieles por amor a su Maestro. Los que los desechan, desechan
mayormente por ese acto a su Maestro. Los que no aceptan la salvación que
proclaman, ofenden, más que a ellos, a
su Rey. Cuando el rey de Ammon, agravió a los embajadores de David, se recibió
el insulto como si hubiera sido irrogado al mismo David.
Acordémonos de estas cosas para que podemos
formar una idea justa de la posición del ministro del Evangelio. En esta
materia se cometen muchos errores.
Unos respetan al ministro con reverencia que
raya en idolatría y superstición. Otros le miran con torpe desprecio. Ambos
extremos deben evitarse. Ellos previenen
de qué se olvida la enseñanza sencilla de la Escritura. El ministro que no
cumple fielmente con sus deberes o no predica exactitud el Evangelio de Cristo, no tiene derecho a esperar que el
pueblo lo respete. Pero las palabras del que declara los designios de Dios, y
no calla nada que sea provechoso, no
pueden menospreciarse sin gran pecado. Ese ministro está llenando la
misión que le encomendó su Rey. Es un heraldo. Es un embajador, lleva en la
mano la bandera blanca y trae
proposiciones de paz. A tal ministro son estrictamente aplicables las palabras
de nuestro Señor. Puede que sea hollado del rico, odiado del malo, injuriado del que ama los placeres,
atacado del codicioso; mas puede consolarse diariamente con las palabras de su
Maestro: "El que a vosotros desecha
a mí desecha." El día del juicio se probará que no en vano se pronunciaron
estas palabras.
Rechazar el Evangelio es rechazar a Jesús.
Rechazar a Jesús implica rechazar al Padre (I Juan
5:10-12 El que cree en el Hijo de Dios, tiene el
testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no
ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. 11 Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado
vida eterna; y esta vida está en su Hijo. 12
El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no
tiene la vida.). Es de suma importancia que nos demos cuenta de la
dignidad que los creyentes tienen como testigos cristianos (Mateo 10:40 El que a vosotros
recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.; Marcos 9:37 El que
reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que a mí me
recibe, no me recibe a mí sino al que me envió; Juan
13:20 De cierto, de cierto os digo: El que
recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al
que me envió.). El Evangelio no es
nuestro mensaje, sino de Dios. La gente no nos rechaza a nosotros, sino a Él.
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