} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: EVANGELIO DE JESUCRISTO SEGÚN SAN LUCAS Capítulo 9; 49-50

domingo, 9 de enero de 2022

EVANGELIO DE JESUCRISTO SEGÚN SAN LUCAS Capítulo 9; 49-50


Capítulo 9; 49-50

  9:49  Entonces respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros.

 9:50  Jesús le dijo: No se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.

 

         En Palestina había muchos exorcistas, y todos pretendían ser capaces de echar demonios; parece que Juan veía un rival en ese hombre, y quería eliminarlo; pero Jesús no estaba de acuerdo.

El camino más directo de Galilea a Jerusalén pasaba por Samaria; pero la mayor parte de los judíos lo evitaban. Había una enemistad de siglos entre los judíos y los samaritanos (Juan_4:9 Entonces le pregunta la mujer samaritana: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? [Es que los judíos no se tratan con los samaritanos.] ). De hecho, los samaritanos hacían todo lo posible para molestar, y hasta hacer daño a los grupos de peregrinos que intentaban pasar por su territorio. Para Jesús no era corriente ir a Jerusalén por ese camino, y menos aún el buscar alojamiento en una aldea samaritana. Al hacerlo, estaba ofreciendo una mano amiga a un pueblo enemigo. En este caso no se trataba sólo de negar la hospitalidad, sino también de rechazar la amistad. A Santiago y a Juan les parecía que estaban haciendo algo digno de alabanza cuando se ofrecieron a pedir la ayuda del Cielo para erradicar aquella aldea. Pero Jesús no se lo permitió.

No hay pasaje en el que Jesús nos enseñe más directamente el deber de la tolerancia. En muchos casos la tolerancia es una virtud perdida y, cuando existe, es por razones injustificadas. De todos los grandes líderes cristianos ninguno ha superado a John Wesley como dechado de la tolerancia: " No tengo -decía- más derecho a objetar a un hombre por tener una opinión distinta de la mía, que por usar una peluca mientras yo tengo mi propio pelo; pero si se quita la peluca y me sacude el polvo en la cara, consideraré un derecho el desmarcarme de él lo más pronto posible... Lo que más trato de evitar es la estrechez de espíritu, el partidismo, el estar aprisionado en las propias entrañas... en fin, ese fanatismo miserable que hace que muchos no estén dispuestos a creer que hay obra de Dios nada más que entre ellos... Pensamos y dejamos pensar.» Cuando su sobrino Samuel, hijo de Charles, se hizo católico, John le escribió: " No me importa en qué iglesia estés. Puedes salvarte o condenarte en cualquiera de las dos; pero me temo que no has nacido de nuevo.» La invitación a participar de la Santa Cena que se hace en las iglesias metodistas es sencillamente: " Acercaos todos los que amáis al Señor.»

La convicción de que los únicos métodos y creencias correctos son los nuestros ha traído más angustia y desgracia a la iglesia cristiana que ninguna otra cosa. Oliverio Cromwell escribió una vez a los escoceses intransigentes: " Os ruego por las entrañas de Cristo que consideréis que es posible que estéis equivocados.» T. R. Glover cita en alguna parte un dicho: «Recuerda que, sea lo que sea lo que tengas entre manos, alguien lo verá de manera diferente.»

Pero -y esto es tremendamente importante- nuestra tolerancia debe basarse, no en la indiferencia, sino en el amor. Debemos ser tolerantes, no porque nos importa un pito, sino porque miramos a la otra persona con ojos de amor. A Abraham Lincoln le criticaban por ser demasiado cortés con sus enemigos, y le recordaban que nuestro deber es acabar con ellos. " ¿Y no acabo yo con mis enemigos -dijo- cuando los hago mis amigos?" Aunque alguien esté completamente equivocado, no debemos considerarle un enemigo al que tenemos que destruir, sino como un amigo extraviado al que tenemos que recuperar con amor.

Nuestro Señor Jesucristo nos previene, contra el fanatismo y la preocupación. En estos lo mismo que en los versículos precedentes,  provoca la amonestación la conducta de sus discípulos. Aquí tenemos dos lecciones en materia de tolerancia

Juan le dijo: " Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros." Quién era este hombre, y por qué no se asociaba con los discípulos, lo ignoramos; pero sí sabemos que estaba haciendo una  obra buena en lanzar los demonios, y que lo hacía en el nombre de Cristo. Y sin embargo Juan dice: " Se lo prohibimos." Muy notable es la respuesta que al  instante le dio nuestro Señor: " No se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.

 La conducta de Juan y de los otros discípulos en esta ocasión es una prueba de la identidad de la naturaleza humana en todos los siglos. Millares de hombres,  en todos los períodos de la historia de la iglesia, han pasado su vida imitando a Juan. Se han empeñado en impedir que haga cosa alguna por la causa de Dios  al que no obre o piense como está establecido por las  reglas de la congregación, o denominación; se han imaginado, en su ruin vanidad, que ninguno puede ser soldado de Cristo, a menos que reciba su visto bueno, que vista el uniforme de ellos y  lidie bajo el mismo estandarte; y señalando con el dedo, han gritado a todo cristiano que no ve todo del mismo color que ellos lo ven: ¡Prohibírselo!  ¡ Prohibírselo! porque no nos sigue..

La solemne observación que hizo nuestro Señor Jesucristo exige nuestra atención especial. Él no emitió su opinión concerniente a la conducta del hombre de  quien Juan habló. Ni lo alabó ni lo censuró por obrar de un modo independiente, y por no trabajar con Sus discípulos. Solo dijo que no debía prohibírsele, y  que los que emprendiesen la misma obra que ellos habían emprendido debían ser mirados como aliados no como enemigos. "El que no es contra nosotros  por nosotros es..

El principio establecido en este pasaje es de grande importancia. Comprenderlo bien nos será útil en la época presente. Las divisiones y las diferencias de  opinión que existen entre los cristianos son, sin duda, muy grandes. Los cismas y las disidencias que continuamente están acaeciendo respecto del gobierno  de la iglesia, los modos de celebrar el culto, causan mucha zozobra a las conciencias timoratas. ¿Aprobaremos esas divisiones? No podemos hacerlo. La  unión es la fuerza. La desunión de los cristianos es causa de que el progreso del Cristianismo sea tan lento, ¿Denunciaremos y expondremos a la reprobación  pública a todos los que no convienen en obrar de acuerdo con nosotros, o en oponerse a Satanás a nuestro modo? Es inútil el hacerlo. Las palabras injuriosas  jamás han creado la unanimidad. Nunca se ha dado la unión por medio de la fuerza. Entonces ¿qué debemos hacer? Debemos dejar en paz a los que no  están de acuerdo con otros, y aguardar tranquilamente hasta el día en que Dios juzgue conveniente reconciliarnos. Sea lo que fuere que pensemos de  nuestros desacuerdos, no debemos olvidar las palabras de nuestro Señor: "No se lo prohibais..

La verdad es, que todos estamos demasiado inclinados a decir: Ciertamente vosotros sois el pueblo, Y con vosotros morirá la sabiduría. " Job_12:2. Olvidamos que  ninguna iglesia, ni denominación en la tierra tiene monopolio absoluto de toda la sabiduría, y que muchas personas pueden acertar en lo esencial, sin convenir con nosotros.

Debemos contentarnos si se ataca el pecado, y se predica el Evangelio, y se destruye el reino del demonio, aunque todo esto no se haga exactamente del  modo que es de nuestro agrado. Debemos creer que los hombres pueden ser discípulos sinceros de Jesucristo, y que obstante por discretas razones pueden  tener en materias religiosas distintas opiniones de las que nosotros tenemos. Sobre todo, debemos alabar a Dios si las almas son convertidas, y Cristo  exaltado, no importa quién sea el predicador, ni a cuál iglesia pertenezca. Felices los que pueden decir con Pablo: ¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y en esto me gozo, y me gozaré aún. Filipenses 1:18. Y como escuchó Josué: Le respondió Moisés: ¿Estás celoso por mí? ¡Ojalá que todo el pueblo de Yahvéh fuera profeta, y pusiera Yahvéh su espíritu en ellos! Números 11:29.

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