Capítulo 9; 49-50
9:49
Entonces respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto a uno que echaba
fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros.
9:50
Jesús le dijo: No se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros,
por nosotros es.
En Palestina había muchos exorcistas, y todos pretendían ser capaces de
echar demonios; parece que Juan veía un rival en ese hombre, y quería
eliminarlo; pero Jesús no estaba de acuerdo.
El camino más directo de Galilea a Jerusalén
pasaba por Samaria; pero la mayor parte de los judíos lo evitaban. Había una enemistad
de siglos entre los judíos y los samaritanos (Juan_4:9
Entonces le pregunta la mujer samaritana: ¿Cómo tú,
siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? [Es que los judíos no
se tratan con los samaritanos.] ). De hecho, los samaritanos hacían todo
lo posible para molestar, y hasta hacer daño a los grupos de peregrinos que
intentaban pasar por su territorio. Para Jesús no era corriente ir a Jerusalén
por ese camino, y menos aún el buscar alojamiento en una aldea samaritana. Al
hacerlo, estaba ofreciendo una mano amiga a un pueblo enemigo. En este caso no
se trataba sólo de negar la hospitalidad, sino también de rechazar la amistad.
A Santiago y a Juan les parecía que estaban haciendo algo digno de alabanza
cuando se ofrecieron a pedir la ayuda del Cielo para erradicar aquella aldea.
Pero Jesús no se lo permitió.
No hay pasaje en el que Jesús nos enseñe más
directamente el deber de la tolerancia. En muchos casos la tolerancia es una
virtud perdida y, cuando existe, es por razones injustificadas. De todos los
grandes líderes cristianos ninguno ha superado a John Wesley como dechado de la
tolerancia: " No tengo -decía- más derecho a objetar a un hombre por tener
una opinión distinta de la mía, que por usar una peluca mientras yo tengo mi
propio pelo; pero si se quita la peluca y me sacude el polvo en la cara,
consideraré un derecho el desmarcarme de él lo más pronto posible... Lo que más
trato de evitar es la estrechez de espíritu, el partidismo, el estar
aprisionado en las propias entrañas... en fin, ese fanatismo miserable que hace
que muchos no estén dispuestos a creer que hay obra de Dios nada más que entre
ellos... Pensamos y dejamos pensar.» Cuando su sobrino Samuel, hijo de Charles,
se hizo católico, John le escribió: " No me importa en qué iglesia estés.
Puedes salvarte o condenarte en cualquiera de las dos; pero me temo que no has
nacido de nuevo.» La invitación a participar de la Santa Cena que se hace en
las iglesias metodistas es sencillamente: " Acercaos todos los que amáis
al Señor.»
La convicción de que los únicos métodos y
creencias correctos son los nuestros ha traído más angustia y desgracia a la
iglesia cristiana que ninguna otra cosa. Oliverio Cromwell escribió una vez a
los escoceses intransigentes: " Os ruego por las entrañas de Cristo que
consideréis que es posible que estéis equivocados.» T. R. Glover cita en alguna
parte un dicho: «Recuerda que, sea lo que sea lo que tengas entre manos, alguien
lo verá de manera diferente.»
Pero -y esto es tremendamente importante-
nuestra tolerancia debe basarse, no en la indiferencia, sino en el amor.
Debemos ser tolerantes, no porque nos importa un pito, sino porque miramos a la
otra persona con ojos de amor. A Abraham Lincoln le criticaban por ser demasiado
cortés con sus enemigos, y le recordaban que nuestro deber es acabar con ellos.
" ¿Y no acabo yo con mis enemigos -dijo- cuando los hago mis amigos?"
Aunque alguien esté completamente equivocado, no debemos considerarle un
enemigo al que tenemos que destruir, sino como un amigo extraviado al que
tenemos que recuperar con amor.
Nuestro Señor Jesucristo nos previene, contra
el fanatismo y la preocupación. En estos lo mismo que en los versículos
precedentes, provoca la amonestación la
conducta de sus discípulos. Aquí tenemos dos lecciones en materia de tolerancia
Juan le dijo: " Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera
demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros."
Quién era este hombre, y por qué no se asociaba con los discípulos, lo ignoramos;
pero sí sabemos que estaba haciendo una
obra buena en lanzar los demonios, y que lo hacía en el nombre de
Cristo. Y sin embargo Juan dice: " Se lo prohibimos." Muy notable es
la respuesta que al instante le dio
nuestro Señor: " No se lo
prohibáis; porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.
La
conducta de Juan y de los otros discípulos en esta ocasión es una prueba de la
identidad de la naturaleza humana en todos los siglos. Millares de
hombres, en todos los períodos de la
historia de la iglesia, han pasado su vida imitando a Juan. Se han empeñado en
impedir que haga cosa alguna por la causa de Dios al que no obre o piense como está establecido
por las reglas de la congregación, o
denominación; se han imaginado, en su ruin vanidad, que ninguno puede ser
soldado de Cristo, a menos que reciba su visto bueno, que vista el uniforme de
ellos y lidie bajo el mismo estandarte;
y señalando con el dedo, han gritado a todo cristiano que no ve todo del mismo
color que ellos lo ven: ¡Prohibírselo! ¡
Prohibírselo! porque no nos sigue..
La solemne observación que hizo nuestro Señor
Jesucristo exige nuestra atención especial. Él no emitió su opinión
concerniente a la conducta del hombre de
quien Juan habló. Ni lo alabó ni lo censuró por obrar de un modo
independiente, y por no trabajar con Sus discípulos. Solo dijo que no debía
prohibírsele, y que los que emprendiesen
la misma obra que ellos habían emprendido debían ser mirados como aliados no
como enemigos. "El que no es contra nosotros por nosotros es..
El principio establecido en este pasaje es de
grande importancia. Comprenderlo bien nos será útil en la época presente. Las
divisiones y las diferencias de opinión
que existen entre los cristianos son, sin duda, muy grandes. Los cismas y las
disidencias que continuamente están acaeciendo respecto del gobierno de la iglesia, los modos de celebrar el culto,
causan mucha zozobra a las conciencias timoratas. ¿Aprobaremos esas divisiones?
No podemos hacerlo. La unión es la
fuerza. La desunión de los cristianos es causa de que el progreso del
Cristianismo sea tan lento, ¿Denunciaremos y expondremos a la reprobación pública a todos los que no convienen en obrar
de acuerdo con nosotros, o en oponerse a Satanás a nuestro modo? Es inútil el
hacerlo. Las palabras injuriosas jamás
han creado la unanimidad. Nunca se ha dado la unión por medio de la fuerza.
Entonces ¿qué debemos hacer? Debemos dejar en paz a los que no están de acuerdo con otros, y aguardar
tranquilamente hasta el día en que Dios juzgue conveniente reconciliarnos. Sea
lo que fuere que pensemos de nuestros
desacuerdos, no debemos olvidar las palabras de nuestro Señor: "No se lo prohibais..
La verdad es, que todos estamos demasiado
inclinados a decir: Ciertamente vosotros sois el pueblo, Y con vosotros morirá
la sabiduría. " Job_12:2. Olvidamos que ninguna iglesia,
ni denominación en la tierra tiene monopolio absoluto de toda la sabiduría, y
que muchas personas pueden acertar en lo esencial, sin convenir con nosotros.
Debemos contentarnos si se ataca el pecado, y
se predica el Evangelio, y se destruye el reino del demonio, aunque todo esto
no se haga exactamente del modo que es
de nuestro agrado. Debemos creer que los hombres pueden ser discípulos sinceros
de Jesucristo, y que obstante por discretas razones pueden tener en materias religiosas distintas
opiniones de las que nosotros tenemos. Sobre todo, debemos alabar a Dios si las
almas son convertidas, y Cristo exaltado,
no importa quién sea el predicador, ni a cuál iglesia pertenezca. Felices los
que pueden decir con Pablo: ¿Qué, pues? Que no
obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y
en esto me gozo, y me gozaré aún. Filipenses
1:18. Y como escuchó Josué: Le respondió Moisés:
¿Estás celoso por mí? ¡Ojalá que todo el pueblo de Yahvéh fuera profeta, y
pusiera Yahvéh su espíritu en ellos! Números
11:29.
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