} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: EVANGELIO DE JESUCRISTO SEGÚN SAN LUCAS Capítulo 9; 37-45

sábado, 8 de enero de 2022

EVANGELIO DE JESUCRISTO SEGÚN SAN LUCAS Capítulo 9; 37-45


Capítulo 9; 37-45

  9:37  Al día siguiente, cuando descendieron del monte, una gran multitud les salió al encuentro.

 9:38  Y he aquí, un hombre de la multitud clamó diciendo: Maestro, te ruego que veas a mi hijo, pues es el único que tengo;

 9:39  y sucede que un espíritu le toma, y de repente da voces, y le sacude con violencia, y le hace echar espuma, y estropeándole, a duras penas se aparta de él.

 9:40  Y rogué a tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron.

 9:41  Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros, y os he de soportar? Trae acá a tu hijo.

 9:42  Y mientras se acercaba el muchacho, el demonio le derribó y le sacudió con violencia; pero Jesús reprendió al espíritu inmundo, y sanó al muchacho, y se lo devolvió a su padre.

9:43  Y todos se admiraban de la grandeza de Dios. Y maravillándose todos de todas las cosas que hacía, dijo a sus discípulos:

 9:44  Haced que os penetren bien en los oídos estas palabras; porque acontecerá que el Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres.

 9:45  Mas ellos no entendían estas palabras, pues les estaban veladas para que no las entendiesen; y temían preguntarle sobre esas palabras.

             

 

           Tan pronto como Jesús bajó del monte, le asaltaron las exigencias y los desengaños de la vida. Un hombre había acudido a los discípulos en busca de ayuda, porque su hijo único padecía de un mal horrible, que se atribuía a la influencia maligna de un demonio. Durante su vida sobre la tierra, recibir honor y tener visiones de gloria eran acontecimientos excepcionales: servir a otros, curar s  todos los que estaban oprimidos por el demonio y hacer obras de misericordia a los pecadores, era lo regular. Felices aquellos cristianos que han aprendido  de Jesús a vivir para bien de otros más que para sí mismos, y comprenden que "más bienaventurado es dar que recibir."  Hechos_20:35.

Vemos primero, en estos versículos, un ejemplo de lo que un padre debe hacer cuando esté atribulado respecto de sus hijos. Se nos habla de un varón que se  hallaba sumamente afligido por causa de su único hijo. Estaba este poseído de un espíritu inmundo, y era cruelmente atormentado tanto en el cuerpo como  en el alma. En tal angustia el padre acude a nuestro Señor Jesucristo por alivio: "Maestro," le dice, " te ruego  que veas a mi hijo, el único que tengo..

Existen el día de hoy muchos padres cristianos que se hallan exactamente tan atribulados respecto de sus hijos como el hombre a que se refiere este pasaje.

El hijo que fue en otro tempo el "encanto de sus ojos," y a quien sus vidas estaban estrechamente ligadas, .se vuelve pródigo y libertino, y se asocia con  pecadores. La hija que fue en otro tiempo el orgullo de la familia, y a quien llamaban "el consuelo de su vejez," se vuelve desobediente y apegada a las cosas  mundanas, y ama los placeres más que a Dios. Ellos están casi a punto de morir de pesar. Un acero les penetra el corazón. Parece como si el demonio  triunfase de ellos, y les robase sus joyas predilectas. Están a punto de exclamar: "Descenderemos llorando a la sepultura. ¿Qué bien puede ser para nosotros  la vida?" Y ¿Qué deben hacer un padre o una madre en semejante trance? Deben postrarse de rodillas ante Jesús, y rogarle que bendiga a sus hijos. Deben  exponer minuciosamente ante ese Salvador compasivo todos sus pesares, y rogarle que los favorezca. ¡Grande es el poder de la oración e intercesión! El que  ora con frecuencia y con fervor rara vez será abandonado. El tiempo que Dios señalo para la conversión puede no ser el que nosotros creamos oportuno. Él  puede juzgar conveniente probar nuestra fe, haciéndonos esperar mucho tiempo para desesperar.

 La palabra que se usa en el versículo 42 es muy gráfica: " Cuando se iba acercando el chico, el demonio le arrojó al suelo y le convulsionó.» Es la palabra que se usa cuando un boxeador o un luchador derriban a su contrario. Debe de haber sido algo horrible el ver al chico retorciéndose en el suelo, y los discípulos no habían podido hacer absolutamente nada. Pero cuando llegó Jesús, resolvió la situación con absoluto dominio, y le devolvió el chico a su padre completamente curado. Estos versículos nos presentan, en segundo lugar, un ejemplo que demuestra cuán inclinado está Cristo a compadecerse de los jóvenes. Se nos dice que la  súplica del padre fue concedida. Jesús le dijo: "Trae tú hijo acá." Y entonces "riñó al espíritu inmundo, y sanó al muchacho, y le volvió a su padre." Muchos  casos semejantes se encuentran referidos en los Evangelios. La hija de Jairo, el hijo del noble de Capernaum, la hija de la mujer Cananea, el hijo de la viuda  de Naín: todos son ejemplos del interés que nuestro Señor muestra por los jóvenes. Y a estos precisamente el demonio se empeña en cautivar y hacerlos  suyos.

Hechos como estos no se registran en la historia sin un objeto especial. Es para alentar a todos los que trabajan en bien de las almas de los jóvenes. Es para  recordarnos que los jóvenes ocupan de una manera especial la atención de Cristo. Es para suministrarnos un fuerte argumento contra la idea harto  generalizada de que es inútil hablar encarecidamente sobre la fe a los jóvenes. Es preciso tener presente que tal idea viene del demonio, y no de Cristo.

Aquel que lanzó al espíritu inmundo del mancebo que menciona este pasaje, vive aún, y es todavía poderoso para salvar, continuemos pues trabajando, y  tratemos de hacer bien a los jóvenes. No importa lo que piense el mundo: Cristo está complacido.

Dos cosas quedan claras.

(i) El momento en el monte era absolutamente necesario, pero no se podía prolongar. Pedro, sin darse cuenta de lo que estaba diciendo, sugirió quedarse allí en aquella gloria con Moisés y Elías en unos refugios que hubieran podido hacer; pero tenían que bajar. A veces se nos conceden momentos que quisiéramos prolongar indefinidamente; pero, después de un tiempo en la cima del monte, tenemos que volver a la lucha y a la rutina de la vida. Ese momento tiene por objeto darnos las fuerzas para la vida diaria.

Después de la gran confrontación con los profetas de Baal en el Monte Carmelo, Elías tuvo que poner tierra por medio. Se fue al desierto y allí, bajo un enebro, se echó a dormir, y un ángel le preparó la comida por dos veces. Y entonces viene la frase: " Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches» (1Reyes_19:1-8 Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que Elías había hecho, y de cómo había matado a espada a todos los profetas. 2  Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de ellos. 3  Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado. 4  Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres. 5  Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come. 6  Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse. 7  Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta. 8  Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios.).

Debemos acudir a la cima del monte de la presencia de Dios, no para quedarnos allí, sino para proseguir, en la fuerza de ese tiempo, muchos días. Se decía del gran explorador el capitán Scott, que era  una extraña mezcla de soñador y de hombre práctico, y nunca más práctico que cuando acababa de salir de uno de sus sueños:» No podemos prolongar indefinidamente el momento de la cima, pero tampoco podemos vivir sin ese momento.

(ii) Aquí se nos muestra con toda claridad la absoluta suficiencia de Jesús. Cuando Él llegó, la situación estaba fuera de control. La impresión que sacamos es que la gente iba de acá para allá sin saber qué hacer. Los discípulos estaban desbordados, y el padre del chico estaba desanimado y desesperado. A esta escena de desorden llega Jesús, se hace cargo de la situación al instante, y trae la calma. A menudo nos encontramos en situaciones así en las que todo está descontrolado: sólo el Señor de la vida puede solucionar la vida con su absoluta suficiencia y ponerlo todo bajo control.

Finalmente, estos versículos nos presentan un ejemplo que demuestra que la ignorancia espiritual puede albergarse hasta en la mente de hombres buenos.

Nuestro Señor dijo a Sus discípulos: " él Hijo del hombre será entregado en manos de hombres." Ellos habían oído lo mismo de boca de él hacía algo más de  una semana. Y ahora, como entonces, esas palabras les parecían incomprensibles; No podían fijar en la mente como una realidad el hecho de que su Maestro  había de morir. No podían persuadirse a aceptar la gran verdad de que Cristo había de ser inmolado antes de que hubiese de reinar, y que esta inmolación  había de verificarse en la cruz.  

Tal falta de inteligencia puede sorprendernos mucho en este del período del mundo. Tenemos propensión a olvidar el influjo de los hábitos adquiridos en una  edad tierna, y las preocupaciones nacionales en medio de las cuales los discípulos habían sido educados. "El trono de David," dice un eminente teólogo,  "ocupaba tanto sus ojos que no podían ver la cruz." Aún más, olvidamos la enorme diferencia entre las ventajas que disfrutamos los que conocemos la  historia de la crucifixión y las Escrituras que ella cumplió, y las del judío creyente que vivió antes que Cristo muriese, y antes de que el velo del templo se  rasgase en dos de arriba  abajo. Mas sea de esto lo que fuere, la ignorancia de los discípulos nos enseña dos lecciones, que haremos bien en no descuidar.

En primer lugar, nos enseña que puede suceder que un hombre comprenda solo superficialmente las cosas espirituales, y que sin embargo sea un verdadero  hijo de Dios. El entendimiento puede ser obtuso en tanto que el corazón es recto. La gracia es mucho mejor que los dones naturales, y la fe que el saber. Si  un hombre tiene fe y gracia bastante para renunciarlo todo por amor de Cristo, y cargar con la cruz y seguirle, ese hombre será salvo a pesar de su mucha  ignorancia. Cristo lo reconocerá el último día.

Finalmente, aprendamos a tolerar la ignorancia de otros, y a tratar con paciencia a los recién convertidos. No reputemos a los hombres como trasgresores por  una palabra que digan.

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