} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: EVANGELIO DE JESUCRISTO SEGÚN SAN LUCAS Capítulo 9; 7-9

martes, 4 de enero de 2022

EVANGELIO DE JESUCRISTO SEGÚN SAN LUCAS Capítulo 9; 7-9

Capítulo 9; 7-9

 9:7  Herodes el tetrarca oyó de todas las cosas que hacía Jesús; y estaba perplejo, porque decían algunos: Juan ha resucitado de los muertos;

  9:8  otros: Elías ha aparecido; y otros: Algún profeta de los antiguos ha resucitado.(C)

 9:9  Y dijo Herodes: A Juan yo le hice decapitar; ¿quién, pues, es éste, de quien oigo tales cosas? Y procuraba verle

     

                    Que la misión de los Doce fue efectiva se ve por la reacción de Herodes. Sucedían cosas. Tal vez había llegado Elías, el precursor anunciado. Tal vez se trataba del gran profeta esperado. Pero, como ha dicho alguien, " la conciencia nos hace a todos cobardes», y Herodes se temía que Juan el Bautista, a quien él creyó haber eliminado, había vuelto del otro mundo a acecharle. Angustiado, sin saber bien qué pensar de Cristo y de los diferentes sentimientos de los hombres hacia él: temía que fuera Juan el Bautista resucitado de entre los muertos, a quien había decapitado: al principio dudó al respecto, aunque después estuvo plenamente convencido, en su propia mente, de que era él, como algunos afirmaron; y esto le produjo una gran inquietud y lo llenó de angustia y horror.   Herodes Antipas, quien decapitó a Juan el Bautista y fue gobernador de Galilea y Perea. Heredó el poder de su padre, Herodes el Grande, en el 4 a.C.; gobernó hasta el 39 d.C.

Una cosa del ministerio que Jesús les confió a los Doce se repite varias veces en este breve pasaje: predicar y sanar iban juntos. Une el interés en los cuerpos y en las almas. No se trataba sólo de palabras, por muy consoladoras que fueran, sino también de Hechos. Era un mensaje que no se limitaba a dar noticias de la eternidad, sino que se proponía cambiar las condiciones de la Tierra. Era lo contrario del opio del pueblo» o del «paraíso de las beldades». Insistía en que la salud del cuerpo es parte tan integral del propósito de Dios como la del alma.

Fue muy difícil para las personas aceptar a Jesús por lo que Él era, de manera que trataron de presentar otras soluciones que parecían increíbles. Muchos pensaban que Él era alguien que resucitó, tal vez Juan el Bautista u otro profeta. Algunos sugirieron que era Elías, el gran profeta que no murió sino que fue llevado en un carro de fuego (2 Reyes_2:1-11 1  Aconteció que cuando quiso Jehová alzar a Elías en un torbellino al cielo, Elías venía con Eliseo de Gilgal. 2  Y dijo Elías a Eliseo: Quédate ahora aquí, porque Jehová me ha enviado a Bet-el. Y Eliseo dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Descendieron, pues, a Bet-el. 3  Y saliendo a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Bet-el, le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? Y él dijo: Sí, yo lo sé; callad. 4  Y Elías le volvió a decir: Eliseo, quédate aquí ahora, porque Jehová me ha enviado a Jericó. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Vinieron, pues, a Jericó. 5  Y se acercaron a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Jericó, y le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? El respondió: Sí, yo lo sé; callad. 6  Y Elías le dijo: Te ruego que te quedes aquí, porque Jehová me ha enviado al Jordán. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Fueron, pues, ambos. 7  Y vinieron cincuenta varones de los hijos de los profetas, y se pararon delante a lo lejos; y ellos dos se pararon junto al Jordán. 8  Tomando entonces Elías su manto, lo dobló, y golpeó las aguas, las cuales se apartaron a uno y a otro lado, y pasaron ambos por lo seco. 9  Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí. 10  Él le dijo: Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; mas si no, no. 11  Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino.).   Herodes no creía nada de lo que se decía de resurrección y de reanimación, ni de reaparición de alguien que hubiese sido trasladado. Los filósofos de Atenas se mofaban cuando Pablo les hablaba de la resurrección de los muertos: “Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez.” Hechos_17:32, y cuando ante el procurador Festo se defendió invocando la resurrección de Jesús, oyó esta respuesta: «Diciendo él estas cosas en su defensa, Festo a gran voz dijo: Estás loco, Pablo; las muchas letras te vuelven loco.»  Hechos_26:24.  

Pero la pregunta está ahí: ¿Quién es Jesús? Las cosas inauditas que ha dicho y hecho reclaman explicación. ¿Cómo hallarla? Única esperanza: Herodes andaba deseoso de verlo, de presenciar alguno de sus milagros  “Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; pero los fariseos afirman estas cosas”. Hechos_23:8. Con la experiencia ocular espera poder formarse un juicio definitivo. Quiere ver sus obras, su persona, quiere hablar con él... ¿Basta todo esto para conocer a Jesús? Herodes quiere formarse un juicio sobre Jesús; interesarse interiormente por su reivindicación. El camino para llegar al conocimiento de Jesús no es el de la investigación experimental, sino el de la fe. Conocer los misterios del reino de Dios, entre los que se cuenta también el portador de salud, es un don de Dios.

Para muchos hoy, quizás no les sea fácil aceptar a Jesús como totalmente humano y totalmente divino Hijo de Dios, por lo que siguen intentando hallar explicaciones: un gran profeta, un líder político radical, un mentiroso alborotador. Ninguna de estas descripciones considera los milagros de Jesús ni, sobre todo, su gloriosa resurrección. De modo que estas realidades también deben explicarse. En fin, los intentos para explicar a Jesús son mucho más complicados que creer la verdad misma.

Nada ha hecho tanto daño a la iglesia como la repetida afirmación de  «las cosas de este mundo no tienen importancia.» En la década de los 30 en España el paro invadió muchos hogares respetables y honrados. Al padre se le enmohecía el talento de no usarlo; la madre no podía hacer que las pesetas le cundieran como duros; los chicos no sabían más que tenían hambre. Todo el mundo estaba amargado. Decirle a gente así que las cosas materiales no importan era insultante e imperdonable, especialmente si el que lo decía vivía desahogadamente. Al General Booth del Ejército de Salvación le echaban en cara que ofrecía alimentos y comidas a los pobres en vez de predicarles el Evangelio, y el viejo guerrero devolvía la descarga diciendo: «Es imposible darle a la gente el consuelo del amor de Dios en el corazón cuando tienen los pies entumecidos de frío.»


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