Capítulo 8; 1-3
1 Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y
aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con
él,
2 y algunas mujeres
que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se
llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios,
3 Juana, mujer de
Chuza intendente de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus
bienes.
Notemos en estos versículos la actividad incansable de nuestro Señor
Jesucristo en hacer bien. Se nos dice que caminaba por todas las ciudades y
aldeas predicando, y anunciando el
evangelio del reino de Dios. "Sabemos el recibimiento que hallaba en
muchos lugares. Sabemos que mientras algunos creían, muchos no creían. Pero la incredulidad de los
hombres no hacia desistir de su obra a nuestro Señor. Estaba siempre
"atendiendo a los negocios de Su Padre." Corta como fue su misión terrenal en punto y
duración, fue larga si consideramos lo que se llevó a cabo.
Que la actividad de Cristo sea un ejemplo para
todos los cristianos. Sigamos las huellas de ese divino Maestro aunque estemos
lejos de llegar a su perfección. Como
él, trabajemos con ahínco en hacer bien en nuestros días y en nuestro siglo, y
dejar el mundo mejor que lo encontramos. No es sin objeto que dice la Escritura expresamente: " El que dice que está en él, debe andar como él anduvo."
1Juan_2:6.
El tiempo es sin duda corto; pero si lo
arreglamos con economía y somos sistemáticos en nuestros hábitos, podemos hacer
mucho. Pocos tienen idea de cuánto puede
hacerse en doce horas, si uno se consagra a sus negocios, y evita la
negligencia y la frivolidad. Seamos pues activos como nuestro Señor, y "aprovechemos el tiempo.
La vida es indudablemente corta. Pero es la única época en que cristianos pueden hacer alguna obra de
misericordia. En el otro mundo no habrá ningún
ignorante a quien instruir, ningunos afligidos que consolar, ningún
error espiritual que aclarar, ninguna miseria que remediar, ningún pesar que
mitigar.
Cualquiera obra que hagamos de este género
tenemos que hacerla de este lado de la sepultura. Apercibámonos de nuestra
responsabilidad individual. Las almas
están pereciendo, y el tiempo está pasando rápidamente. Resolvamos con la
gracia de Dios hacer algo por la gloria de Dios antes de que muramos.
Recordemos otra vez el ejemplo de nuestro
Señor, y como él, seamos activos y "aprovechemos el tiempo..
En segundo lugar notemos en estos versículos
el poder de la gracia de Dios, y el influjo impulsivo del amor de Cristo.
Leemos que entre las personas que
seguían a nuestro Señor en sus viajes, iban "algunas mujeres, que
habían sido curadas por él de malos espíritus y enfermedades..
Podemos fácilmente concebir que las
dificultades que estas santas mujeres hubieron de arrostrar para hacerse
discípulas de Cristo no fueran pocas ni
pequeñas. Tenían que sufrir el desprecio y el escarnio que los Escribas
y Fariseos vertían sobre todos los que seguían a Jesús. Tenían además
muchas pruebas por que pasar a causa de
las duras palabras y del mal trato que cualquiera Judía que pensaba por sí
misma en materias religiosas tendría
probablemente que sufrir. Pero ninguna de estas cosas las arredraban.
Agradecidas como estaban a nuestro Señor por
las mercedes recibidas de sus manos, querían sufrir mucho por amor suyo.
Fortalecidas interiormente por el poder
renovador del Espíritu Santo, se hallaban en aptitud de seguir a Jesús y no
flaquear. ¡Y Le permanecieron noblemente fieles hasta el fin! No fue una mujer quien vendió a nuestro Señor por
treinta monedas de plata. No fueron mujeres quienes abandonaron al Señor en el
jardín y huyeron. No fue una mujer quien
le negó tres veces en la casa del sumo sacerdote, fueron mujeres quienes
lloraron y lamentaron cuando Jesús era llevado para ser crucificado.
Mujeres fueron, quienes se mantuvieron
firmes hasta lo último junto a la cruz. Fueron mujeres las que primero
visitaron el sepulcro "en que yacía el Señor." ¡Grande es en verdad el poder de la gracia de Dios!
Que el recuerdo de la noble conducta de estas mujeres anime a todas las hijas
de Eva a cargar la cruz y seguir a Cristo. Que el conocimiento de su propia debilidad, o el temor de caer no les impida
hacer una decidida profesión de fe. Acaso la madre de una larga familia y de
escasos recursos nos diga que no tiene
tiempo desocupado para la religión. Acaso la mujer de un hombre irreligioso nos
diga que no se atreve a comenzar a ocuparse de religión. Tal vez la joven cuyos padres son indevotos nos diga que
lo es imposible tener religión alguna. Y quizás la criada que vive en medio de
compañeras no convertidas, pueda
decirnos, que en mi posición una persona no puede seguir la religión. Pero este
es un gravísimo error. Con Cristo nada es imposible. Que vuelvan a pensarlo, y cambien de parecer. Que empiecen
con fe en Cristo, y confíen a él el resultado. El Señor no cambia jamás. El que
dio gracia y valor a "algunas
mujeres " para que le sirvieran mientras estuvo en la tierra, puede
facilitar los medios necesarios para que en estos tiempos las mujeres le
sirvan, le glorifiquen, y sean Sus
discípulas.
Notemos, finalmente, en estos versículos, el
privilegio peculiar que nuestro Señor concede a los que fielmente lo siguen. Se
nos dice que las mujeres que lo
acompañaban en sus jornadas, "le servían de sus haberes." Sin
duda él no necesitaba de su auxilio. Son suyos todos los animales silvestres, y
los ganados que pacen en mulares de
montes. Porque mía es toda bestia del bosque, Y los millares de animales en los collados Salmo 50:10. Aquel poderoso Salvador que pudo
multiplicar unos pocos panes y pescados para alimentar a millares de personas, pudo hacer brotar de la tierra
alimento para su sustento, si así lo hubiera juzgado conveniente. Más no lo
hizo así, por dos razones: primero, porque
quiso mostrarnos que era hombre como nosotros mismos en todo, excepto
solamente en el pecado, y que vivía con fe en la providencia de su Padre; segundo, porque permitiendo a sus seguidoras
que le asistieran, podía poner a prueba por sí mismo el amor y respeto con que
lo miraban. El que tiene verdadero amor
considera un placer dar algo al objeto amado. El que no lo tiene acostumbra
hablar, prometer mucho, pero no hace absolutamente nada.
Esto de "servir a Cristo de sus haberes
" presenta a la mente una importante serie de reflexiones que haremos bien
en considerar. Nuestro Señor Jesucristo
cuida continuamente de Su iglesia en nuestros días. Le sería fácil, sin
duda, convertir a los chinos o a lis musulmanes en un momento, y crear la
gracia con una sola palabra, ¡creó la
luz el primer día de la creación! Más El no obra así. Quiere obrar usando como
medios a los misioneros y su predicación, para difundir Su Evangelio.
Y haciéndolo así, está poniendo a prueba
continuamente la fe y el celo de la iglesia. Permite a los cristianos que sean
Sus coladores, para poder probar quien
tiene voluntad de "servir," y quien no la tiene. Permite que
la propagación del Evangelio se fomente por medio de suscripciones,
contribuciones, y sociedades religiosas,
para poder experimentar quienes son los avaros é infieles y quienes los
verdaderamente "ricos para con Dios." En resumen, la iglesia visible
de Cristo puede dividirse en dos grandes
partes, los que "sirven" a Cristo, y los que no le sirven. ¡Pluguiese
a Dios que todos nos acordásemos de esta gran
verdad y diésemos pruebas de nuestro amor! Mientras vivimos estamos en
tela de juicio. Nuestras vidas están manifestando constantemente de
quienes somos y a quien servimos; si
amamos a Cristo, o amamos el mundo. ¡Felices los que saben qué es "servir a
Cristo con sus haberes"! Todavía podemos
hacer esto, aunque nuestros ojos no contemplen su rostro. Aquellas
palabras que describen lo que tendrá lugar el día del juicio son muy solemnes:
"Tuve hambre, y me disteis de
comer; tuve sed y me disteis de beber." Mateo_25:42.
Se
consideraba una obra piadosa el sostener a un rabino, y el hecho de que los
fieles seguidores de Jesús le ayudaran de este modo no era nada insólito. Pero,
como ya hemos notado con los discípulos, no
podemos por menos de sorprendernos de lo diferentes que eran entre sí
estas mujeres. Entre ellas se encontraba María
Magdalena, así llamada porque era del pueblo de Magdala, de la que Jesús
había echado a siete demonios; está claro que había tenido un pasado tenebroso
y terrible. Estaba Juana, que era la mujer de Cusa, el epítropos de Herodes.
Los reyes tenían muchas fuentes de ingresos y propiedades privadas, y el epítropos era el funcionario que se cuidaba
de los intereses financieros del rey. En el Imperio Romano, el mismo emperador
tenía sus epitropoi para salvaguardar sus intereses hasta en las provincias
gobernadas por procónsules nombrados por el senado. Eran funcionarios de la
mayor confianza e importancia. Es sorprendente encontrarse con María Magdalena,
con su pasado tenebroso, en la misma compañía que Juana, la dama de la corte.
Es sencillamente maravilloso que Jesús pueda
conseguir que vivan en armonía personas de lo más diferentes, sin que ninguna
pierda en lo más mínimo su personalidad o sus cualidades. G. K. Chesterton
escribe acerca del pasaje en el que se nos dice que el león se acostará con el
cordero: «Pero acordaos de que este texto se interpreta muy a la ligera. Se
suele dar por sentado... que, cuando el león se acuesta con el cordero, el león
se vuelve como el cordero. Pero eso sería una anexión y un imperialismo
brutales por parte del cordero. Eso sería sencillamente que el cordero absorbe
al león en vez de que el león se coma al cordero. El verdadero problema es:
¿Puede el león acostarse con el cordero, y seguir reteniendo su regia
ferocidad? Ese es el problema que se plantea la Iglesia; ese es el milagro que
logró.» No hay nada que la iglesia necesite más que el uncir en el mismo yugo
los diversos temperamentos y cualidades de personas diferentes. Si estamos
fallando es culpa nuestra, porque en Cristo puede hacerse, ¡y se ha hecho!
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