} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: EVIDENCIAS DE LA CONVERSION 11

domingo, 16 de enero de 2022

EVIDENCIAS DE LA CONVERSION 11


 Ezequiel 33:11-12:

11 Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?

 12  Y tú, hijo de hombre, dí a los hijos de tu pueblo: La justicia del justo no lo librará el día que se rebelare; y la impiedad del impío no le será estorbo el día que se volviere de su impiedad; y el justo no podrá vivir por su justicia el día que pecare.

 

            Estimado lector, si ha  llegado hasta aquí ¿Se atreverá a pararse ante Dios en el día del juicio con los argumentos del anterior estudio? ¿Le ayudará en aquel momento decir, “Señor, no te busqué porque estaba muy ocupado con otras cosas, conocí a algunas personas que eran hipócritas y también estaba confundido porque existían tantas diferentes opiniones religiosas?” ¿De qué le servirá decir esto? La Biblia le dice: “Buscad primero el reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura.” (Mateo 6:34) y que “El ejercicio corporal reporta poca utilidad; en cambio, la piedad es útil para todo, ya que trae consigo la promesa de una vida aquí y en el más allá.” (1 Timoteo 4:8). Entonces, ¿Por qué rehúsa usted hacer caso? Si los hipócritas le impiden, entonces usted debería ser más cuidadoso y no más negligente. Dios le dice que mire a la Biblia y no a los hipócritas. ¿Está confundido porque hay tantas opiniones religiosas? Entonces, ¿Por qué no depende solo de la Biblia, en donde la enseñanza divina acerca de la salvación es perfectamente clara? Si estas respuestas no le han silenciado, entonces Dios tiene otras cosas que lo harán. Jesús dijo una parábola acerca de un hombre que entró a una fiesta de bodas sin estar vestido adecuadamente para la ocasión, y cuando el encargado le preguntó: y le dice: Amigo, ¿cómo entraste aquí sin traje de ceremonia? Pero él se quedó callado. (Mateo 22:12) En la misma manera, cualquiera que se imagina que puede entrar al cielo sin ser convertido, quedará mudo en el día del juicio. No tendrá nada que decir, porque no tendrá ninguna razón para dar, de por qué no se volvió al Señor cuando tuvo la oportunidad de hacerlo. ¿Está satisfecha su propia conciencia con las razones que usted da para no volverse a Dios? Si lo es, entonces es obvio que usted no piensa seriamente en arrepentirse. ¿Cuál razón puede usted dar por permanecer tal como está? ¿Está usted decidido a ir al infierno aún en contra de la razón? Piense seriamente acerca de esto mientras tenga tiempo para hacerlo. ¿Puede usted encontrar algún defecto en Dios, en su obra o en sus promesas? ¿Es un mal Patrón? o ¿Acaso es mejor el diablo? ¿Hay algo dañino en una vida santa, o es mejor una vida de mundanalidad e impiedad? ¿Su conciencia le dice que le haría daño ser convertido y vivir una vida santa? ¿Sería dañino que el Espíritu de Cristo cambiara su corazón? Si es malo ser santo, entonces ¿Por qué dice Dios “porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.”? (1 Pedro 1:16).

En el principio Dios hizo al hombre “Y creó Dios al hombre a imagen suya: a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” (Génesis 1:27). Es esta imagen la que fue perdida en la caída y que Dios quiere restaurar en usted. Puede ser que usted sea renuente a vivir una vida santa pero sea honesto, ¿No preferiría morir la muerte de los santos? ¿No preferiría morir convertido que inconverso? ¿Santo que impío? No hay nada dentro de usted que clame, “¿Quién podrá calcular el polvo de Jacob? ¿Quién contará la cuarta parte de Israel? ¡Muera yo con la muerte de los justos! ¡Sea mi fin como el suyo!” (Números 23:10). Entonces, ¿Por qué no volverse a Dios ahora? La verdad del asunto es que usted será convertido o deseará ser convertido cuando ya sea demasiado tarde. ¿Qué teme perder si llega a ser cristiano? ¿Sus amigos? Pero usted ganará nuevos amigos. Dios será su amigo, Cristo será su amigo, el Espíritu Santo será su amigo y todos los demás creyentes en el mundo serán sus amigos. Los amigos que usted tiene en la actualidad le seducirán al camino que conduce al infierno; el Señor Jesucristo, su nuevo amigo, le salvará del infierno y le llevará al cielo. ¿Teme perder sus placeres? ¿Imagina que nunca podría volver a tener otro día feliz si fuera convertido? ¡Qué tragedia que usted se complazca más en las cosas que agradan a su naturaleza pecaminosa que en las cosas que sirven para glorificar a Dios! La Biblia dice, “Que el reino de Dios no consiste en tal clase de comida o de bebida, sino en justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo..” (Romanos 14:17)

Un niño jugando con sus juguetes piensa más en ellos que en ninguna otra riqueza que usted pudiera ofrecerle, y es necedad maliciosa lo que le hace al pecador preferir los placeres y las posesiones terrenales antes que las riquezas del reino de Dios. ¿Qué hará usted cuando los placeres y las posesiones terrenales se desvanezcan? Para el creyente ese momento es cuando sus gozos más grandes comienzan. Yo sé algo de lo que significa entregarse a los placeres terrenales, mi pasado son como cicatrices, pero también conozco el gozo del amor de Dios en Cristo, y no hay ninguna comparación. Hay más gozo en un solo día con Cristo, que de una vida entera sin Él. Eso es porque el salmista dijo a Dios: “En tus atrios un día vale mil: yo prefiero estar en la puerta de la casa del Señor, a habitar en las tiendas del impío.”. (Salmo 84:10) Vale la pena recordar algunas de las palabras escritas por el rey Salomón, uno de los hombres más ricos y sabios de la historia: “2 A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto? 3  Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida// 10  No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena. 11  Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol.”. (Eclesiastés 2:3//10-11) Más tarde agregó: “2 Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón. 3  Mejor es el pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el corazón. 4  El corazón de los sabios está en la casa del luto; mas el corazón de los insensatos, en la casa en que hay alegría. 5  Mejor es oír la reprensión del sabio que la canción de los necios. 6  Porque la risa del necio es como el estrépito de los espinos debajo de la olla. Y también esto es vanidad.”. (Eclesiastés 7:2-6)

La risa más fuerte del pecador inconverso es como la risa de un hombre que está fuera de sí, se ríe cuando no tiene motivo alguno para hacerlo. ¿Tiene esto algún sentido? Es su naturaleza pecaminosa lo que le hace pensar que una vida carnal sería placentera mientras que una vida santa no. Pero si usted es convertido a Dios, le dará un corazón nuevo, que resultará en que le será más placentero mortificar el pecado, que abrigarlo. 26  Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. 27  Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra Ezequiel 36:26-27. Usted descubrirá que lo único que satisface es la vida que se vive para Dios.

  ¿Por qué son los hombres tan irracionales cuando se trata de la salvación, y perfectamente razonable cuando se trata de otras cosas? ¿Por qué son tan renuentes a ser convertidos que necesitan tanta persuasión? Es un hecho que una gran mayoría vivirán y morirán como inconversos. En seguida daré seis respuestas a estas preguntas:

1. Porque el hombre es un pecador por nacimiento, lo cual significa que por naturaleza está enamorado del mundo y del pecado y opuesto a Dios y a todo bien.

2. El hombre está en tinieblas espirituales. Es como un hombre ciego de nacimiento, quien no puede entender una descripción de la luz. Así, el pecador no sabe nada acerca de Dios, el poder de la cruz de Cristo o la persona y la obra del Espíritu Santo. No puede entender lo que significa ser convertido, ni vivir una vida cristiana, ni saber la certidumbre de ir al cielo. Se encuentra en medio de la ignorancia, perdido en la confusión del pecado, como alguien que tropieza en la oscuridad de la noche y no sabe en dónde está, hasta que amanece.

3. Están seguros de que no necesitan ser convertidos, más bien piensan que un poco de mejoramiento moral, será suficiente para llegar al cielo. Ninguno que rehúsa creer que es perdido, hará caso de alguien que trata de orientarle hacia la dirección correcta.

 4. Han llegado a ser esclavos de su propia naturaleza pecaminosa. Sus deseos y apetitos egoístas tiene tanto control sobre ellos, que no pueden pensar en otra cosa, salvo en cómo satisfacerlos. Pero su propia determinación se ha convertido en su propia debilidad. Dicen que no tienen poder para dar la espalda al pecado, la verdad es que no lo desean. El pecador está tan ocupado con las cosa terrenales que no tiene ni tiempo, ni corazón, ni mente para las cosa celestiales.

 5. Algunos están rodeados por muchos amigos impíos, de tal manera que nunca piensan ni por un momento en vivir una vida santa. Cuando alguno de estos amigos muere, no se imaginan ni por un momento que se ha ido al infierno. Entonces, están muy felices en seguir viviendo como sus amigos vivieron y morir como ellos murieron. Hay una historia acerca de un pastor que estaba guiando un rebaño de corderos sobre un puente que cruzaba el río. Cuando de repente algo obstaculizó el camino, uno de los corderos brincó sobre el muro, pero sus piernas se resbalaron y cayó al río. Antes de que el pastor pudiera detenerlos, un cordero tras otro hicieron lo mismo y muy pronto todos se ahogaron. Aquellos corderos que venían de atrás, no tenían ninguna idea de lo que les estaba sucediendo a los que iban al frente. Pensaron que todo estaba bien, pero cuando subieron al muro del puente, resbalaron y perecieron. Es lo mismo con los hombres impíos y sus amigos impíos. Uno muere y cae en el infierno y los otros le siguen sin saber hacia dónde van. Cuando ya están al otro lado del muro de la muerte, y sus ojos son abiertos, darían cualquier cosa para regresar a la vida y volverse.

6. Tienen un enemigo poderoso, sutil, malicioso que es el diablo, cuya meta principal es la de impedir su conversión. Él les persuade, a no preocuparse por estos asuntos y a no creer en las Escrituras. Les dice que una vida santa es una vida miserable, que no hay ninguna necesidad de ser convertidos, y que un Dios de amor jamás enviaría a nadie al infierno. Y si ellos empiezan a pensar seriamente acerca de su condición, les dice que no hay prisa para que hagan algo. Por medio de todos estos engañosos medios, el diablo mantiene a la mayoría de los hombres en sus garras y les guía a la destrucción.

Estas son algunas de las razones por las cuales tantas personas permanecen inconversas. Aunque Dios ha hecho tanto, Cristo ha sufrido tanto y los predicadores verdaderos del evangelio han dicho tanto para conducirles a la conversión, permanecen inconversos. Aun cuando todas sus razones han sido manifiestas como no válidas, ellos rehúsan escuchar el llamamiento misericordioso de Dios a “Volverse y vivir”. Como ya hemos visto que los mandamientos de Dios son razonables y la desobediencia del hombre es irracional, queda solamente un asunto importante que considerar: ¿Quién tiene la culpa si los pecadores se condenan?

No hay comentarios:

Publicar un comentario