} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: CARTA DEL APOSTOL PABLO A LOS ROMANOS Capítulo 1; 1-7

lunes, 10 de enero de 2022

CARTA DEL APOSTOL PABLO A LOS ROMANOS Capítulo 1; 1-7


 

Capítulo 1; 1-7


1   Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios,

 2  que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras,

 3  acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne,

 4  que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos,

 5  y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre;

 6  entre las cuales estáis también vosotros, llamados a ser de Jesucristo;

 7  a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

 

 

         Los versículos 1-7 forman la introducción de la carta. Es la introducción más larga de todas las cartas de Pablo. Él estaba tratando de presentarse a sí mismo y a su teología a una iglesia que no lo conocía personalmente y que pudo haber escuchado información negativa acerca de él.

Cuando Pablo escribió la Carta a los Romanos se estaba dirigiendo a una iglesia que no había visitado nunca ni conocía personalmente. Estaba escribiendo a una iglesia que estaba en la ciudad más grande del imperio más grande del mundo. Por eso escogió las palabras y las ideas con el máximo cuidado.

Pablo empezó presentando sus credenciales:

(i) Se llama a sí mismo esclavo (dulos) de Jesucristo. Esta palabra tiene dos trasfondos de pensamiento:

(a) El título que a Pablo le gustaba más aplicar a Jesús es Señor (Kyrios). En griego, la palabra kyrios designa a alguien que está en posesión indiscutible de una persona o cosa. Quiere decir dueño o propietario en el sentido más absoluto. Lo contrario de Señor (Kyrios) es esclavo (dulos). Pablo se consideraba esclavo de Jesucristo, su Dueño y Señor. Jesús le había amado y se había entregado por él, y por consiguiente Pablo estaba seguro de que ya no se pertenecía a sí mismo, sino exclusivamente a Jesús. Por otra parte, esclavo implica la absoluta obligación del amor.

(b) Pero esclavo (dulos) tiene otra vertiente. En el Antiguo Testamento es el término general para designar a un gran hombre de Dios. Moisés era el dulos del Señor (Josué_1:2 Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel. ). Josué era el dulos de Dios (Josué_24:29 Después de estas cosas murió Josué hijo de Nun,  siervo de Jehová,  siendo de ciento diez años.). El más alto título de los profetas, el que los distinguía de los demás hombres, era esclavos de Dios (Amós_3:7  Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.; Jeremías 7.-25 desde el día que vuestros padres salieron de la tierra de Egipto hasta hoy. Y os envié todos los profetas mis siervos, enviándolos desde temprano y sin cesar;). Cuando Pablo se llama esclavo de Jesucristo, se está colocando en la línea de los profetas. La grandeza y la gloria de éstos dependía del hecho de ser esclavos de Dios, y lo mismo sucedía con Pablo.

Así que el título esclavo de Jesucristo incluye al mismo tiempo la obligación de un gran amor y el honor de una gran misión.

(ii) Pablo se describe a sí mismo como llamado a ser apóstol. Las grandes figuras del Antiguo Testamento fueron personas que oyeron y respondieron al llamamiento de Dios. Abraham oyó el llamamiento de Dios (Génesis_12:1-3 Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. 2  Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. 3  Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra). Moisés respondió al llamamiento de Dios (Éxodo_3:10 Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel). Jeremías e Isaías fueron profetas porque, sin buscarlo ellos, oyeron y respondieron al llamamiento de Dios (Jeremías 1:4-5 Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: 5  Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones.; Isaías 6:8 s Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí.). Pablo no se consideró nunca como uno que había aspirado a un gran honor, sino como uno al que se había asignado una misión. Jesús les dijo a sus hombres: «No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.» (Juan_15:16). Pablo no pensaba en la vida en términos de lo que él quería hacer, sino en términos de lo que Dios quería que hiciera.

 (iii) Pablo se describe a sí mismo como apartado para el servicio del Evangelio, la Buena Noticia de Dios. Era consciente de ser un hombre que había sido apartado. Dos veces se le aplica la misma palabra (aforizein):

(a) Fue apartado por Dios. Creía que Dios le había separado desde antes de nacer para una misión (Gálatas_1:15 Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia). Dios tiene un plan para cada persona; no hay vida que no tenga sentido: Dios la ha puesto en el mundo para algo determinado.

(b) Fue apartado por hombres, cuando el Espíritu Santo les dijo a los responsables de la Iglesia de Antioquía que Le apartaran a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los tenía destinados (Hechos_13:2 Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado ). Pablo era consciente de que le habían asignado una tarea Dios y la Iglesia de Antioquía. Hay personas que se consideran llamadas por Dios aunque la iglesia no las reconoce, y viceversa; pero el verdadero llamamiento viene de Dios y es confirmado por el Pueblo de Dios.

(iv) Había recibido la gracia. Gracia siempre describe algún regalo inmerecido y gratuito. Antes de ser cristiano, Pablo había tratado de ganar gloria a los ojos de los hombres y mérito a los ojos de Dios cumpliendo meticulosamente la Ley; pero no había encontrado la paz por ese camino. Ahora ya sabía que lo importante no es lo que nosotros podamos hacer, sino lo que Dios ha hecho por medio de Jesucristo. Para decirlo con pocas palabras: "La Ley establece lo que el hombre tiene que hacer; el Evangelio ofrece lo que Dios ha hecho.» Ahora veía Pablo que la Salvación no depende de lo que el esfuerzo humano pueda hacer, sino de lo que ya ha hecho el amor de Dios. Todo es por gracia, inmerecido y gratuito.

(b) Había recibido una tarea. Había sido apartado para ser el Apóstol de los Gentiles. Pablo sabía que había sido escogido, no para un honor, sino para una responsabilidad. Sabía que Dios le había apartado, no para una gloria, sino para un trabajo. Puede que nos encontremos aquí con un juego de palabras: Saulo había sido fariseo (Filipenses_3:5 circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo). Fariseo quiere decir separado, y tenían ese nombre porque se separaban deliberadamente de la gente ordinaria hasta el punto de no permitir que su ropa tocara la de una persona ordinaria. Se habrían estremecido ante la sola sugerencia de que Dios invitara a los gentiles, que para ellos eran «leña para los fuegos del infierno». Así había sido Saulo: se había sentido separado de tal manera que no sentía nada más que desprecio hacia las personas ordinarias. Ahora se sabía separado de tal manera que su vida estaba dedicada totalmente a llevar la Buena Noticia del amor de Dios a todos los de todas las razas. El Evangelio nos separa siempre; pero no para el privilegio, la gloria personal y el orgullo, sino para el servicio, la humildad y el amor a todo el mundo.

Además de presentar sus credenciales en este pasaje, Pablo expone en sus líneas más esenciales el Evangelio que predicaba, que estaba centrado en Jesucristo (versículos 2 y 3). Especialmente era la Buena Noticia de dos cosas:

(a) Era el Evangelio de la Encarnación. Hablaba de un Jesús que era real y verdaderamente un hombre. Uno de los primeros grandes pensadores de la Iglesia Cristiana lo resumió cuando dijo de Jesús: "Se hizo lo que somos nosotros para hacernos lo que es Él.» Pablo no predicaba a alguien que no fuera más que una figura legendaria de alguna historia imaginaria, o un semidiós mitad dios y mitad hombre. Predicaba a Uno que se había hecho uno con los hombres a los que vino a salvar.

(b) Era el Evangelio de la Resurrección. Si Jesús hubiera vivido una vida maravillosa y hubiera tenido una muerte heroica y eso hubiera sido todo, se le podría incluir entre los grandes hombres y los héroes, pero habría sido sencillamente uno entre muchos. Su unicidad fue garantizada para siempre por el hecho de la Resurrección. Todos «los demás» murieron y desaparecieron, aunque se los recuerda. Jesús vive y nos otorga su presencia siempre henchida de poder.

 

Pablo dice que a quienes aceptan a Cristo, El los invita a: (1) ser parte de la familia de Dios, y (2) ser gente santa ("llamados a ser santos", apartados, dedicados para su servicio).

¡Qué expresión tan maravillosa de lo que significa ser un cristiano! Por haber renacido en la familia de Dios, poseemos la más grande experiencia de amor y la mayor herencia. Por todo lo que Dios ha hecho por nosotros, debemos esforzarnos por ser un pueblo santo.

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