} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO

martes, 4 de enero de 2022

 

EVANGELIO DE JESUCRISTO SEGÚN SAN LUCAS

Capítulo 9; 1-6

9:1    Habiendo reunido a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades.

9:2  Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos.

9:3  Y les dijo: No toméis nada para el camino, ni bordón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni llevéis dos túnicas.

9:4  Y en cualquier casa donde entréis, quedad allí, y de allí salid.

9:5  Y dondequiera que no os recibieren, salid de aquella ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos.

9:6  Y saliendo, pasaban por todas las aldeas, anunciando el evangelio y sanando por todas partes.      

 

     Estos versículos contienen los preceptos que dio nuestro Señor a Sus doce apóstoles cuando los envió por primera vez a predicar evangelio. Es un pasaje que  tiene referencia a las tareas de los ministros cristianos de todos los siglos. No hay duda que el poder de hacer milagros que poseían los apóstoles hacia su  condición muy desemejante a la de cualesquiera otros ministros de la iglesia. No hay duda que en muchos particulares ellos fueron únicos en su clase y no  tuvieron sucesores. Sin embargo, las palabras de nuestro Señor contenidas en este pasaje no deben aplicarse tan solo a los doce apóstoles: las verdades que  enseñan son igualmente útiles para maestros y predicadores cristianos de todos los siglos.

En el mundo antiguo no había más que una manera eficaz de transmitir un mensaje, y era mediante la palabra hablada. No existían los periódicos, ni radio, ni Tv, ni blogs, ni redes sociales, ni internet. Los libros se tenían que escribir a mano, y un libro del tamaño de Lucas-Hechos costaría más de mil euros por copia.   Por eso Jesús mandó en misión a los Doce. Estaba limitado por el espacio y el tiempo; sus ayudantes tenían que ser bocas que hablaran por Él. Tenían que viajar ligeros. Eso era simplemente porque, el que viaja ligero puede llegar más lejos y más pronto. Cuanto más depende uno de cosas materiales tanto más atado está a un lugar. Dios necesita un ministerio estable; pero también necesita personas dispuestas a dejarlo todo para emprender la aventura de la fe.

 

Observemos que la misión encomendada a los apóstoles tenía referencia especial a lo que debían hacer respecto del demonio y de las enfermedades  corporales. Se nos dice que Jesús les dio virtud y potestad sobre todos los demonios, y que sanasen enfermedades. Dunamis significa la habilidad para sobreponerse; exousía, el derecho legal o autoridad.  Fíjese en la distinción que hace entre posesión demoníaca y enfermedad física. A veces los demonios causan síntomas físicos, pero en el caso del exorcismo hay una clara distinción en el Nuevo Testamento entre la actividad demoníaca y la enfermedad física.

El término “envío” (apostellō) se relaciona con la palabra “apóstol” (apostolar). Su principal significado en el círculo de los rabinos era “enviar a alguien como representante oficial con autoridad”. Debían predicar que el reino de Dios había venido en Jesús de Nazaret tras afirmar su mensaje y enseñanzas. El poder y autoridad de Jesús puede ser delegado a sus seguidores. De hecho hay una empatía compartida entre los Doce y Jesús que no puede ser replicada, pero el poder de Dios está presente en Su Iglesia. ¿Dónde está ese poder hoy en día? Parece que estas señales de poder son usadas para confirmar el mensaje del Evangelio y dar credibilidad a su predicador. Esto sigue siendo cierto en la actualidad. Sin embargo, en aquellas culturas donde el mensaje del Evangelio no se ha enraizado los creyentes deben andar por fe, no por los hechos; confiar en Dios sin exigir milagros (Juan 4:48 Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y prodigios, no creeréis.). ¡Los milagros no son la respuesta a los problemas de fe!

También es probable que el Juicio de Dios para la Iglesia de Occidente moderna sea la percepción del éxito dentro de una realidad de ineficiencia. Las señales y milagros junto a la actividad angelical y demoníaca aumentaron en los días de Jesús y de los Apóstoles. Dicha actividad se presenta en cada edad, pero se intensificó con la primera venida de Jesús, y lo hará cuando la Segunda Venida esté cerca. Yo me gozo con las manifestaciones del amor y poder de Dios (los dones siguen activos), pero confío en las verdades del Evangelio, no en la presencia o ausencia de confirmaciones físicas. Las señales y milagros podrían ser falsos (Mateo 24:24 Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos.; II Tesalonicenses 2.9 inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos ; Apocalipsis 13:13 También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. ; 16:14 pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso. ; 19:20 Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre.). ¡Los creyentes no deben exigir confirmaciones! La fe de un niño es muy superior espiritualmente a las señales y milagros sobrenaturales.

Este es un buen momento para comparar el relato de Lucas sobre la misión de los Doce con el de Mateo (10:5 A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis,) donde Jesús orienta específicamente que no vayan donde los gentiles o los samaritanos, sino únicamente a “las ovejas perdidas de la casa de Israel”. Existe la pregunta sobre qué fue exactamente lo que dijo Jesús. ¿Lucas repitió las palabras de Jesús o amplió el texto de Mateo sobre el tema? Estas dos preguntas no han podido ser contestadas. Cada evangelista (escritor del Evangelio) tenía en mente a su propia audiencia (Mateo, los judíos; Lucas, los gentiles). Ellos seleccionaron, editaron y adaptaron las palabras de Jesús para ser comprendidas por sus audiencias. ¡Este ejemplo del envío de los doce ilustra las diferencias! ¡Aquí no se viola la inspiración, es parte de ella!

Se perciben en este pasaje con toda claridad dos de los deberes principales del ministro cristiano. No debemos esperar de él que lance los espíritus malignos,  pero sí podemos esperar con razón que "resista al demonio y todas sus maquinaciones," y luche sin tregua contra "el príncipe de este mundo." No debemos  exigirle que haga curas milagrosas; pero sí que tome particular interés en todos los enfermos: que los visite, los consuele, y los socorra, si necesario, hasta  donde le sea posible. El ministro que descuida las ovejas enfermas de su rebaño no es buen pastor; y no debe sorprenderse si el pueblo dice que él estima en  más la lana de las ovejas que su salud. El ministro que permite que los pecados de la embriaguez, la blasfemia, la obscenidad, las riñas, la disipación, y otros  tales infesten su congregación, y no amonesta a los que los cometen, omite un deber que le ha sido impuesto de una manera terminante. No lidia contra el  demonio, y por consiguiente, no es digno sucesor de los apóstoles.

Observemos, en segundo lugar, que una de las principales tareas que fueron  encomendadas a los apóstoles fue la predicación. Nuestro Señor "los envió a que predicasen el reino de Dios," y que ellos iban de aldea en aldea anunciando  el Evangelio.

La importancia de la predicación, como un medio de gracia, se inferiría fácilmente en este pasaje aunque no hubiese otro que versase sobre el asunto. Pero  no es sino uno de los muchos ejemplos del valor que se da en la Biblia a la predicación. Esta es en verdad, el instrumento elegido por Dios para trabajar en  bien de las almas. Por medio de la predicación los pecadores se convierten; los que buscan la verdad hallan el camino que conduce a ella y los fieles se  mantienen firmes en sus creencias. De aquí se desprende que la iglesia visible ha menester buenos ministros para conservar su pureza y promover su  prosperidad. El pulpito es el lugar en que se han ganado siempre las victorias del Evangelio, y ninguna iglesia en que se haya desatendido ha hecho jamás  mucho progreso en verdadera fe de Cristo. ¿Deseamos saber si un ministro es verdaderamente apostólico? Si lo es, pondrá mucha atención en sus sermones; se  esmerará y orará a Dios a fin de que sean eficaces, y dirá a su congregación cómo tiene esperanza que de su predicación resulte la conversión de muchas  almas. El ministro que da a los sacramentos o a las ceremonias de la iglesia un lugar más elevado que a la predicación puede ser celoso, fervoroso,  concienzudo, y respetable; pero su celo no escucha los dictados de la prudencia. No puede decirse que imita a los apóstoles.

Observemos, en tercer lugar, que nuestro Señor, al enviar a sus apóstoles, les encarga que procuren habituarse a la sencillez de vida, y contentarse con lo que  tengan. Les manda no llevar nada para el camino, ni bordones, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni dos vestidos, y que en cualquiera casa en que entraren  permanezcan y salgan. En parte, estos preceptos se refieren a un periodo especial. Vino un día en que nuestro Señor mismo mandó a todo el que no tenía  espada que vendiera su capa y comprara una espada. Lucas_22:36 Y les dijo: Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja; y el que no tiene espada, venda su capa y compre una. . Pero en parte, estos preceptos pueden aplicarse en todas las épocas. Del espíritu de estos  versículos deben imbuirse todos los ministros del Evangelio.

La idea principal que ellos encierran tiene por objeto poner un dique a la codicia y al lujo. ¡Habría sido un bien para el mundo y para la iglesia si esa idea  hubiera sido acatada con más cuidado! De nadie ha sufrido el Cristianismo tanto daño como de parte de sus mismos maestros. Sobre ningún punto han  errado estos tanto y tan frecuentemente, como en lo que respecta a la codicia y al lujo. A menudo con su conducta han hecho engañosa su predicación; y han  dado margen a los enemigos de la fe cristiana para que digan que ellos aman la holganza, y el dinero, y el boato, mucho más que las almas de sus feligreses.

¡Roguemos diariamente que la iglesia se vea libre de tales ministros! Ellos son piedras de tropiezo en el camino del cielo; son obreros en la causa del  demonio, no en la de Dios. El predicador que cifra sus afectos en el dinero, en el vestido, en los banquetes, y en los placeres, ha errado indudablemente su  vocación, ha olvidado las instrucciones de Maestro: no es varón apostólico.

Observemos, finalmente, que nuestro Señor previene a sus discípulos contra la incredulidad, y el endurecimiento de corazón de aquellos a los que han de  predicar. Se refiere a los que no los recibían, como una clase de gente con la cual tienen que ponerse en contacto; y les dice como han de conducirse cuando  sean rechazados, como si tal evento fuese inevitable.

 Bueno sería que todos los ministros del evangelio leyesen con cuidado esta parte de los preceptos de nuestro Señor. Todos los misioneros, todos los  maestros de escuelas dominicales, todos los que enseñen la Biblia al pueblo harían bien en atesorarla en el corazón. Que no desmayen si les parece que su  obra es fútil, y su trabajo sin provecho. Que recuerden que aun los primeros predicadores y maestros a quienes Jesús envió, recibieron la advertencia  explícita de que no todos creerían. Que continúen trabajando con paciencia, y siembren la buena simiente sin desalentarse. Á ellos corresponde hacer los  esfuerzos: el éxito está a cargo de Dios. Los apóstoles pueden plantar y regar: más solo el Espíritu Santo puede dar el crecimiento. El Señor sabe lo que se  alberga en el corazón del hombre; y no tiene en menos a Sus trabajadores a causa de que solo un poco de la simiente que siembren crezca y fructifique. La  cosecha puede ser pequeña; pero cada trabajador será recompensado según lo que haga.

Sacudir el polvo de los pies en las ciudades donde no los aceptaran tenía una honda implicación cultural. Los judíos piadosos sacudían el polvo de sus pies después de pasar por ciudades gentiles, para mostrar su separación de las prácticas de ellos. Si los discípulos se sacudían el polvo de una ciudad judía, mostrarían su separación de los judíos que rechazaron al Mesías. Esta acción también señalaba que los discípulos no eran responsables de cómo la gente respondía a su mensaje. Tampoco nosotros si presentamos a Cristo con esmero y veracidad y rechazan el mensaje. Como los discípulos, seguiremos hacia otros que desean alcanzar a Dios.

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