} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 17 Diciembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)

domingo, 17 de diciembre de 2017

17 Diciembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)

 Filipenses 2; 5-8
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,
el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.


  Mateo_11:29, "Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón". Cristo Jesús es el perfecto ejemplo de la humildad enseñada en los versículos. 1-4. El dejó su habitación celestial y su gloria inefable para nacer en un pesebre, tomando la forma de hombre. Fue criado en Nazaret, una ciudad despreciada por los de Judea (Juan_1:46), era galileo y algunos de sus apóstoles también eran galileos. Llevó una corona de espinas, murió sobre una cruz romana como malhechor, y fue sepultado en un sepulcro ajeno. De esta manera nuestro Señor Jesucristo tomó la forma más humilde de la humanidad para salvarnos y para dejarnos el ejemplo perfecto de la humildad.
Nadie puede negar que hubiera contraste entre su estado celestial y su estado terrenal. Recuérdese sobre todo que el punto principal de Pablo es la humillación de Cristo. La encarnación de Cristo es el ejemplo supremo de la humillación, y Pablo habla de ella para que sirva de ejemplo para los cristianos.

"Siendo en forma de Dios" se refiere, pues, o al estado divino (su Deidad) y o a la gloria que Cristo tenía con el Padre "antes que el mundo fuese" (Juan_17:5). Posiblemente la palabra se refiera a las dos cosas, porque los dos conceptos no chocan. Hay un contraste aquí entre "forma de Dios",   y "forma de siervo". Cuando Cristo llegó a ser hombre, no se despojó a sí mismo de su Deidad; no dejó de ser Dios. En el cielo Cristo tuvo el aspecto de Dios (Juan_5:37); en la tierra, sin embargo, tuvo el aspecto de un siervo. Su conducta era la de un siervo, aunque demostraba ampliamente que era Dios.
Cristo no estimó el ser igual a Dios en cuanto a la majestad celestial como cosa a qué aferrarse o asirse fuertemente como a un premio o tesoro demasiado precioso para ser dejado aun por un tiempo corto, es decir, Cristo no rehusó humillarse. Al contrario, estaba dispuesto a llegar a ser un hombre para morir por nosotros. Muchos (como los "testigos de Jehová") quieren robar a Jesús de su Deidad. Dicen que Él no es todopoderoso, y que no es eterno (estos son atributos de la Deidad). Pero nuestra salvación depende de la verdad afirmada tantas veces en la Biblia de que Cristo es eterno, y que cuando llegó a ser hombre (aceptó la naturaleza humana), no dejó de ser Dios (no dejó ni su naturaleza divina, ni sus atributos divinos). Un mero hombre no podía salvarnos.
Dejó el ambiente celestial, la majestad y gloria que tenía con el Padre (Juan_17:5) y llegó a ser hombre. ¿Cómo se vio Jesús aquí en la tierra? Como hombre, como inferior a los ángeles. ¿Por qué aceptó esta forma humilde? Para dar su cuerpo por nuestros pecados (Hebreos_2:14-15; Hebreos_10:4-10).
            Pero su humillación no afectó en lo más mínimo su Deidad. Se refiere únicamente a su gran humillación en la encarnación, de que vino a ser hombre para poder morir por nosotros y así salvarnos de los pecados. Dios no podía morir por nosotros, porque Dios no puede morir. Los ángeles no podían morir por nosotros. El hombre no podía morir por sus propios pecados porque todos los hombres han pecado (Romanos_3:23). La sangre de animales no puede quitar los pecados (Hebreos_10:4). Entonces, ¿cuál era la solución? Dios llegó a ser hombre para poder morir por nosotros. No había y no hay otro plan de salvación. Los que rechazan el sufrimiento vicario de Cristo terminantemente rechazan la salvación de sus almas.
            La gran verdad de la humillación de Jesucristo, una verdad tan sublime, es usada por los "testigos de Jehová" como arma contra Cristo para atacar su Deidad y blasfemar su santo nombre. (Todo "testigo de Jehová" se arrepentirá de su blasfemia cuando muera).
            Cristo no menospreció en ninguna manera la exaltación que gozaba con el Padre, pero su misión terrenal era de tanta importancia que estaba dispuesto a hacer este sacrificio.
La encarnación de Cristo era un acto supremo de humildad (humillación). Además, no buscó los honores altos (los que son para reyes y príncipes), sino que se asociaba con los pobres. No exigió para sí mismo las dignidades y prerrogativas humanas como lo hicieron los líderes civiles y religiosos de su tiempo. "Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve" (Lucas_22:27).  Si Cristo mismo obedeció las leyes de Dios, ¡cuán importante son la humildad y la obediencia ante los ojos de Dios!
  Muchos están dispuestos a obedecer si les es conveniente y si no hay peligro, pero la verdadera obediencia a Dios puede ser causa de nuestra muerte. Debemos ser como los soldados que saben que la obediencia a sus superiores bien puede ser obediencia "hasta la muerte". "Se fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida" (Apocalipsis_2:10).
  Su muerte no fue un accidente, sino que fue "entregado por el plan predeterminado y el previo conocimiento de Dios" (Hechos_2:23). Tampoco murió como soldado u otro héroe, entre gritos de gloria, sino murió como muere un maldito (Gálatas_3:13) sobre una cruz romana. Fue una muerte vergonzosa como la de un malhechor (Isaías_53:12), y el sufrimiento fue prolongado. La muerte de Jesús sobre el madero demuestra ampliamente cómo Dios aborrece el pecado. Sabemos que el pecado es una cosa abominable ante los ojos de Dios porque ¡he aquí la clase de muerte que se requería para expiar el pecado!
           

             ¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!

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