} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 29 Diciembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)

viernes, 29 de diciembre de 2017

29 Diciembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)



 1Juan 2; 15-17

No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

       El mundo aquí referido es la esfera de maldad, y no la creación física, cosa declarada como buena por Dios mismo (Génesis_1:31), ni la humanidad que habita este globo (Juan_3:16). Es el mundo, o sociedad, sin Dios y contra Dios. Es el mundo que necesita salvación por estar perdido. Es el mundo de Juan_12:31; el presente siglo malo (Gálatas_1:4) y cuya apariencia se pasa 1Corintios_7:31. El cristiano no se identifica con esta esfera de maldad y por eso el mundo le aborrece (Juan_17:14-16). El que vence al maligno, es el que no ama al mundo. 
“El mundo” es término general, mientras que “las cosas” se refieren específicamente a lo que caracteriza a la esfera de maldad. Es posible estar libre de amor del mundo pero a la vez amar alguna de las muchas cosas del mundo Mateo_19:16-24. Estas “cosas” no son objetos materiales en sí, excepto en el sentido de servir éstas como instrumentos para seducir al hombre. Son las cosas que caracterizan a los que se oponen a Dios.

Tal persona no ama a Dios, o no tiene amor a Dios porque es imposible amar a Dios y al mundo al mismo tiempo. El amar a Dios y al mundo no pueden coexistir, como tampoco la luz y las tinieblas.
            Otros entienden así, en cuanto a la expresión “amor del Padre:” El amor que Dios tiene para con el hombre no es el principio de vida en el que ama al mundo. Este amor produce un amor correspondiente en el hombre, pero si el amor de Dios (para con el hombre) no dirige a la persona, ésta no responde con amor a Dios, sino ama al mundo. Amar al mundo evita que el amor de Dios resida en tal persona.

  “Los deseos de la carne”   los desordenados que emplean la carne para satisfacerse. El cuerpo físico en sí no es malo. Pero el hombre interior depravado emplea mal el cuerpo físico (Romanos_1:25-26), y por eso se llaman “de la carne”, o carnales, tales actividades.  . Los deseos de la carne se exhiben en las obras de la carne (Gálatas_5:19-21). La tentación levanta deseos desordenados en el hombre interior (en la mente, corazón, alma), los cuales se oponen a las leyes de Dios. El hombre interior depravado está rendido a la tentación. Tal persona es carnal, y no espiritual. “La carne,” pues, viene significando la sede del pecado.
 Los desordenados emplean la vista para satisfacerse. Se incluye en esto también cualquier obra de pintura, de escultura de imprenta; películas  o de exhibición que apela a la baja naturaleza animal por medio de la vista. El cine, la televisión e internet son tres instrumentos poderosos en nuestro tiempo que el diablo emplea para estimular en el hombre “los deseos de los ojos.”
  Es la falsa seguridad del hombre de que por su propia fuerza, e independiente de Dios y de los demás, puede sostenerse y alcanzar sus metas. A la vez menosprecia las leyes divinas y los derechos humanos. La jactancia y el orgullo se dejan ver aquí.  Santiago_4:16.
  Se hace referencia a la fuente de donde vienen estas cosas. Dios y el mundo son dos términos completamente opuestos. Son inflexibles, pues el uno no se rinde al otro. Entre ellos no puede haber reconciliación.
Eva fue tentada por estas tres “cosas del  mundo” (Génesis_3:6).
Este mundo y sus deseos son transitorios 1Corintios_7:31. Ya están en el proceso de pasar. No es nada sabio adherirnos a lo que es para pasar, a lo que ya está en el proceso de pasar, a lo que no tiene permanencia.
Con lo transitorio del mundo se compara aquí lo permanente del que hace la voluntad de Dios. “El que hace” más bien indica “el que sigue haciendo (según la gramática griega).  El hombre del “mundo” está destinado a la destrucción, mientras que el de Dios llegará a la felicidad eterna.
 ¿No es mejor dedicar nuestra vida a lo que dura por toda la eternidad, en lugar de a lo destinado a la destrucción?
1Timoteo 1; 15

Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.


La gente puede sentirse tan culpable por su pasado que podrían llegar a pensar que Dios jamás podría perdonarlos y aceptarlos. Pero considere el pasado de Pablo. El se había burlado de las enseñanzas de Jesús y persiguió y asesinó al pueblo de Dios ("perseguidor e injuriador") antes de llegar a Cristo por fe (Hechos_9:1-9). Dios perdonó a Pablo y lo usó poderosamente para su Reino. No importa cuán avergonzado estés por tu pasado, Dios puede perdonarte y usarte.

Aquí Pablo resume las buenas nuevas: Jesús vino al mundo para salvar pecadores, y ningún pecador está excluido de su poder salvador. (Lucas_5:32.) Jesús no vino meramente para mostrarnos cómo vivir una mejor vida o para desafiarnos a ser mejores personas. El vino para ofrecernos salvación que nos lleve a la vida eterna. ¿Has aceptado su ofrecimiento?

Pablo se llama a sí mismo el peor, o "el primero" de los pecadores. Consideramos a Pablo un gran héroe de la fe, pero él nunca se vio a sí mismo de esa manera porque se acordaba de su vida antes de conocer a Cristo. Mientras más comprendía la gracia de Dios, más consciente era de su propia pecaminosidad. La vida de cada cristiano debería estar marcada por humildad y gratitud. Nunca olvides que tú también eres un pecador salvado por gracia.

Aquellos que son más conscientes de su oposición previa a Dios generalmente se convierten en los más conspicuos voceros de toda su clemencia. Tales personas llegan a ser ejemplos de lo que Dios puede hacer. El Apóstol no pudo haberse dado cuenta del alcance cabal al cual la misericordia de Dios para con él guiaría a otros a la fe en Cristo, pero sí muestra un vistazo de ello. Fiel es esta palabra y aun es digna de toda aceptación, como un resumen conciso del principal tesoro del evangelio.

¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!







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