1Juan 2; 15-17
No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno
ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los
deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del
mundo.
Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de
Dios permanece para siempre.
El mundo aquí referido es
la esfera de maldad, y no la creación física, cosa declarada como buena por
Dios mismo (Génesis_1:31), ni la humanidad que
habita este globo (Juan_3:16). Es el mundo, o
sociedad, sin Dios y contra Dios. Es el mundo que necesita salvación por estar
perdido. Es el mundo de Juan_12:31; el presente
siglo malo (Gálatas_1:4) y cuya apariencia se
pasa 1Corintios_7:31. El cristiano no se
identifica con esta esfera de maldad y por eso el mundo le aborrece (Juan_17:14-16). El que vence al maligno, es el que no
ama al mundo.
“El mundo” es término general, mientras que “las cosas” se refieren
específicamente a lo que caracteriza a la esfera de maldad. Es posible estar
libre de amor del mundo pero a la vez amar alguna de las muchas cosas del mundo
Mateo_19:16-24. Estas “cosas” no son objetos
materiales en sí, excepto en el sentido de servir éstas como instrumentos para
seducir al hombre. Son las cosas que caracterizan a los que se oponen a Dios.
Tal persona no ama a Dios, o no tiene amor a Dios porque es imposible
amar a Dios y al mundo al mismo tiempo. El amar a Dios y al mundo no pueden
coexistir, como tampoco la luz y las tinieblas.
Otros entienden así,
en cuanto a la expresión “amor del Padre:” El amor que Dios tiene para con el
hombre no es el principio de vida en el que ama al mundo. Este amor produce un
amor correspondiente en el hombre, pero si el amor de Dios (para con el hombre)
no dirige a la persona, ésta no responde con amor a Dios, sino ama al mundo.
Amar al mundo evita que el amor de Dios resida en tal persona.
“Los
deseos de la carne” los desordenados
que emplean la carne para satisfacerse. El cuerpo físico en sí no es malo. Pero
el hombre interior depravado emplea mal el cuerpo físico (Romanos_1:25-26), y por eso se llaman “de la carne”, o
carnales, tales actividades. . Los
deseos de la carne se exhiben en las obras de la carne (Gálatas_5:19-21). La tentación levanta deseos desordenados en el
hombre interior (en la mente, corazón, alma), los cuales se oponen a las leyes
de Dios. El hombre interior depravado está rendido a la tentación. Tal persona
es carnal, y no espiritual. “La carne,” pues, viene significando la sede del
pecado.
Los desordenados emplean la
vista para satisfacerse. Se incluye en esto también cualquier obra de pintura,
de escultura de imprenta; películas o de
exhibición que apela a la baja naturaleza animal por medio de la vista. El
cine, la televisión e internet son tres instrumentos poderosos en nuestro
tiempo que el diablo emplea para estimular en el hombre “los deseos de los
ojos.”
Es la falsa seguridad del
hombre de que por su propia fuerza, e independiente de Dios y de los demás,
puede sostenerse y alcanzar sus metas. A la vez menosprecia las leyes divinas y
los derechos humanos. La jactancia y el orgullo se dejan ver aquí. Santiago_4:16.
Se hace referencia a la fuente
de donde vienen estas cosas. Dios y el mundo son dos términos completamente
opuestos. Son inflexibles, pues el uno no se rinde al otro. Entre ellos no
puede haber reconciliación.
Eva fue tentada por estas tres “cosas del mundo” (Génesis_3:6).
Este mundo y sus deseos son transitorios 1Corintios_7:31.
Ya están en el proceso de pasar. No es nada sabio adherirnos a lo que es para
pasar, a lo que ya está en el proceso de pasar, a lo que no tiene permanencia.
Con lo transitorio del mundo se compara aquí lo permanente del que
hace la voluntad de Dios. “El que hace” más bien indica “el que sigue haciendo
(según la gramática griega). El hombre
del “mundo” está destinado a la destrucción, mientras que el de Dios llegará a
la felicidad eterna.
¿No es mejor dedicar nuestra
vida a lo que dura por toda la eternidad, en lugar de a lo destinado a la
destrucción?
1Timoteo 1; 15
Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que
Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el
primero.
La gente puede sentirse tan culpable por su pasado que podrían llegar
a pensar que Dios jamás podría perdonarlos y aceptarlos. Pero considere el
pasado de Pablo. El se había burlado de las enseñanzas de Jesús y persiguió y
asesinó al pueblo de Dios ("perseguidor e injuriador") antes de
llegar a Cristo por fe (Hechos_9:1-9). Dios
perdonó a Pablo y lo usó poderosamente para su Reino. No importa cuán
avergonzado estés por tu pasado, Dios puede perdonarte y usarte.
Aquí Pablo resume las buenas nuevas: Jesús vino al mundo para salvar
pecadores, y ningún pecador está excluido de su poder salvador. (Lucas_5:32.) Jesús no vino meramente para mostrarnos
cómo vivir una mejor vida o para desafiarnos a ser mejores personas. El vino
para ofrecernos salvación que nos lleve a la vida eterna. ¿Has aceptado su
ofrecimiento?
Pablo se llama a sí mismo el peor, o "el primero" de los
pecadores. Consideramos a Pablo un gran héroe de la fe, pero él nunca se vio a
sí mismo de esa manera porque se acordaba de su vida antes de conocer a Cristo.
Mientras más comprendía la gracia de Dios, más consciente era de su propia
pecaminosidad. La vida de cada cristiano debería estar marcada por humildad y
gratitud. Nunca olvides que tú también eres un pecador salvado por gracia.
Aquellos que son más conscientes de su oposición previa a Dios
generalmente se convierten en los más conspicuos voceros de toda su
clemencia. Tales personas llegan a ser ejemplos de lo que Dios puede hacer.
El Apóstol no pudo haberse dado cuenta del alcance cabal al cual la
misericordia de Dios para con él guiaría a otros a la fe en Cristo, pero sí
muestra un vistazo de ello. Fiel es esta palabra y aun es digna de
toda aceptación, como un resumen conciso del principal tesoro del
evangelio.
¡Maranata!
¡Sí, ven Señor Jesús!
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