} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: LA PERSEVERANCIA DEL JUSTO

jueves, 28 de diciembre de 2017

LA PERSEVERANCIA DEL JUSTO



Habacuc  2; 2-4

Y el SEÑOR me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella.
Aunque la visión es aún para un tiempo señalado, mas al fin hablará, y no mentirá; aunque se tardare, espéralo, que sin duda vendrá; espéralo.
He aquí, se enorgullece aquel cuya alma no es derecha en él; mas el justo en su fe vivirá.



(Versión La Biblia de Casiodoro de Reina 1569)


      Los profetas del Antiguo Testamento a menudo se comparan, mientras esperan con diligente paciencia las revelaciones de Jehová, a centinelas que sobre alguna elevación vigilan con ojo atento todo lo que viene al alcance de la vista. Eran los atalayas por excelencia. El puesto de atalaya” significa el retiro de toda el alma de lo terreno y su afianzamiento en las cosas celestiales. Habiendo concluido su interrogatorio, Habacuc se queda en guardia como un centinela a la espera de la respuesta de Dios. La fe de Habacuc en Dios se justifica cuando Dios responde a su perplejidad. Esto significa que Dios toma en consideración las preguntas honestas. Sin embargo, la revelación no es solamente para el consuelo de Habacuc, sino para todos los que finalmente sufren en manos de Babilonia. Las buenas nuevas de una liberación final deben ser publicadas de tal manera que sean claramente visibles a los que pasen.
Hablando Dios, no al oído exterior del profeta, sino interiormente. Cuando hayamos orado a Dios, deberemos observar qué respuestas da Dios, por su palabra, por su Espíritu, por sus providencias.
A Habacuc se le pide grabar su mensaje en tablas, el medio común de escritura en Babilonia. Las tablas estaban hechas de barro (que cuando era horneado se volvía como piedra), de marfil o de madera. Esas tablas serían recordatorios duraderos de que la palabra de Dios se cumpliría al fin.
Dios le manda escribir en caracteres grandes y legibles en tablas de madera de boj cubiertas de cera, sobre las cuales se grababan asuntos nacionales con una pluma de hierro, y después se colgaban a la vista del público, en casa del profeta mismo, o en el templo, para que los que pasaban las leyeran. De tal modo qué: “tan legible que cualquiera que la leyere corra para decir a cuantos le sea posible las buenas nuevas de la destrucción del enemigo y de la liberación de Judá.
“Corra,” es equivalente a anunciar la revelación divina (Jeremías_23:21); como cada uno que llega a informarse de un mensaje divino está obligado a correr, es decir, usar todos los recursos para hacerlo conocer a otros. Incluso internet, o las redes sociales. Toda la historia está en las manos de Dios, que la mueve inexorablemente hacia el día culminante del Señor. La fe en Dios lo empuja a uno a no irritarse por las tardanzas aparentes, porque son ilusorias. Las promesas de Dios ciertamente vendrán (2 Pedro. 3:3-9) en su propio tiempo.  

Señalando la causa por qué ésta debe ser puesta por escrito: porque su cumplimiento pertenece al futuro. Aunque el tiempo establecido por Dios para el cumplimiento es futuro, debiera bastar para vuestra fe el que Dios la haya hablado (Lamentaciones_3:26)
Los judíos incrédulos  cuya alma no es derecha, no son tenidos por rectos en los ojos de Dios; en antítesis a “vivirá.” Así en Hebreos_10:38, el cual con inspirada autoridad da el sentido general al caso particular que San Pablo tenía en vista: “Si alguno se retirare (el resultado de “enorgullecerse” con presuntuosa arrogancia) no agradará a mi alma.
El judío creyente, aunque la promesa tarde, la esperará; el incrédulo “se volverá atrás,” como expresa Hebreos_10:38. El sentido que concuerda mejor con el contexto es que el caldeo, aunque por un tiempo parece prosperar, con todo siendo ensalzado con arrogante incredulidad (Hebreos_1:11, Hebreos_1:16), no es derecho; eso es, no tiene recta estabilidad de alma que confíe en Dios, para asegurar la permanencia de la prosperidad; por tanto, aunque por un tiempo ejecute los juicios de Dios, al fin se “enorgullece” como para atribuir a su propio poder lo que es la obra de Dios, y en este sentido “se retira”, convirtiéndose así en un tipo de los apóstatas, que con eso incurren en el desagrado de Dios.  
El arrogante babilonio está envanecido de orgullo. Embriagado por el pillaje de la conquista y la rapacidad, insaciablemente codicioso, ha abandonado las normas comunes de la decencia y de la integridad moral. Se contrasta a los malvados y arrogantes babilonios con los justos y fieles entre el pueblo de Dios. Así mismo, la naturaleza transitoria y el carácter inestable de quien busca en sí mismo el sentido de la vida, frente a la estabilidad y la confianza que posee aquel que pone su vida en manos de Dios.
El Talmud judío afirma: «Moisés le dio a Israel 613 mandamientos. David los redujo a 10, Isaías a 2, pero Habacuc sólo a: El justo por su fe vivirá».
En contraste con el orgullo falso y perverso está el justo, uno que es recto. Sus hechos se conforman a la voluntad revelada de Dios y son un crédito para él y un modelo para el mundo. La palabra hebrea tiene un significado amplio, incluyendo la condición de ser justificado, vindicado ante Dios mismo (Isaías 53:11). El justo en Judá no solamente actuará rectamente; su justicia será reconocida por Dios.
La vida para el recto es dirigida por su fe, en agudo contraste con la codicia que controla al malvado. Esta palabra también tiene un uso muy amplio, desde la confianza en seres humanos (Éxodo 19:9) o confiar en Dios y en sus promesas (Génesis 15:6), hasta una confianza que motiva a uno a la obediencia, siendo responsable o fiel en su conducta (2 Reyes 12:15), aun hasta mostrar perseverancia en tiempos de prueba. Los dos últimos usos, los más comunes para esta palabra, se traducen mejor como “fidelidad”, y hasta “integridad”. Estos dos muestran una íntima correspondencia entre un compromiso y el verdaderamente llevar a cabo la acción.
Este es el primer paso al reino de Dios: la justificación a los ojos de Dios mediante la fe en el evangelio de su Hijo (Romanos 3:22; 5:1). Gálatas 3:11 contrasta la obediencia a Dios como un requisito legalista que no puede justificar a nadie de un compromiso fiel a él que resulta en el don inmerecido de la vida. Hebreos 10:38 presenta la fuerza del llamamiento a perseverar, viviendo en fiel obediencia a la voluntad de Dios en tiempos de prueba personal.


¡Maranata!

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