Salmo 1; 1
Bienaventurado el varón que no
anduvo en consejo de malos,
Ni estuvo en camino de pecadores,
Ni en silla de escarnecedores se ha
sentado;
El Salmo 1 es una joya de la
literatura hebrea. El gran predicador Spurgeon dijo que este Salmo es el texto
del cual todo el Salterio es el sermón. Bienaventurado,
“¡Qué dichoso!” ¡Qué buena manera de empezar el libro que se ocupa de la
comunión entre el hombre y Dios! Martín Lutero dijo que la búsqueda de la
felicidad personal es común a todos los hombres; sin embargo, todos se han
desviado de ella; sobre todo los que han hecho una búsqueda especial, como los
filósofos. Son miserables, han perdido la felicidad tanto en esta vida como en
la futura. Dios quiere que el ser humano tenga felicidad, pero la felicidad
verdadera sólo se encuentra en el camino que este Salmo presenta. Y nótese que
no es para una clase especial, no es sólo para una elite; el Salmo habla del
justo y los malos, pero aquí al principio lo llama el hombre; cualquier varón o mujer, cualquier ser humano puede
escoger este camino. El camino de salvación está abierto a todo el que quiera
entrar. No sólo es la palabra con que comienza este salmo, sino que en ella
está la esencia de la promesa dada a aquellos que leen estos poemas y meditan
en ellos. En hebreo, como en castellano, el término bienaventurado equivale a
la palabra griega que significa «bendito» o «feliz» (Mateo_5:3).
Los amigos que escogemos influyen significativamente en el futuro y el éxito de
nuestras vidas; en su sentido más amplio, el consejo divino es un prerrequisito de la prosperidad.
Pero, ninguna promesa de Dios está exenta de
alguna acción responsable de parte nuestra. Nadie prosperará mientras no
comience a hacer lo que Dios dice. Mucha gente desea los resultados prometidos
sin el compromiso responsable que le acompaña. Pero ninguno de nosotros ganará
algo que valga la pena instantáneamente. No esperes que las respuestas divinas
se ajusten a tu itinerario.
Recuerda que sus respuestas llegan cuando pones su palabra en acción. Así como
un período de intenso estudio precede a un título universitario, a través de la
paciente búsqueda de su promesa podemos esperar que la Palabra de Dios madure
en nuestras vidas. (Juan_10:10/Lucas_12:15)
Gálatas 6; 7
No os engañéis; Dios no puede ser
burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.
Seguramente esta carta de
Pablo a los gálatas les abrió sus ojos para evitar que se engañaran más. Que no
sean engañados por los judaizantes u otros para perder esta comunión necesaria
con maestros fieles de la palabra. Dios creó al hombre a su imagen, un ser con
inteligencia y voluntad. El hombre puede pensar y decidir y, por eso, puede
evitar el engaño.
Dios tiene un calendario para cada semilla que sembramos. Su
calendario no siempre se corresponde con el nuestro. Algunas veces el «debido
tiempo» se asocia a un rápido resultado. Otras a un proceso lento, que pudiera
tomarse años, aun toda una vida. Pero podemos estar seguros de tres cosas:
Primero, Dios hará que de nuestras semillas brote una cosecha.
Segundo, Dios nunca se adelanta o se atrasa; siempre actúa justo a
tiempo y de todo corazón en lo que se refiere a nuestro bien.
Tercero, nuestra cosecha dependerá en cantidad y calidad de la clase
de semillas que sembremos: Las buenas semillas traen buenas cosechas, mientras
que las malas semillas traen malas cosechas.
¿Qué hemos de hacer nosotros durante el tiempo de crecimiento de
nuestras semillas? 1) No desanimarnos.
2) Determinarnos a mantener nuestra fe viva y activa.
3) Dar y seguir dando; amar y seguir amando. Hay que saber esto: Tu
cosecha, la que Dios produce, está garantizada. Continuemos en una actitud de
expectación. (Lucas_6:38/Malaquías_3:10)
"Me volvieron la cerviz, y no el rostro" (Jeremías_2:17); "Pero no quisieron escuchar,
antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír" (Zacarías_7:11); pero siempre sufrieron la
consecuencia. Es posible burlarse de los hombres con impunidad pero el que se
burla de Dios no escapará del castigo.
Pablo acaba de decir que los santos de Galacia deberían participar de
todas las cosas espirituales, y ahora les dice que su actitud hacia estas cosas
buenas es de suma importancia, porque "todo lo que hombre sembrare, eso
también segará". Esta idea continúa
"No nos cansemos, pues de hacer bien" (sembrar para el
Espíritu). Este texto es la conclusión
de todo lo que ha dicho en esta carta acerca de la carne y del Espíritu, acerca de las obras de la carne y el fruto
del Espíritu. La cosecha siempre es el
producto de la simiente (2Corintios_9:6-7;
Mateo_7:15; Santiago_3:11-12).
La Biblia nos proporciona muchos ejemplos de los que segaron conforme
a lo que sembraron:
(1) Esaú Hebreos_12:14-17
(2) David (2Samuel_11:2-5; 2Samuel_11:27;
2Samuel_12:5-12).
David se arrepintió de su pecado (Salmo_51:1-19)
y Dios le perdonó, pero siguió cosechando: su hijo Amnón asaltó a Tamar, hija
de David; su hijo, Absalón, mató a Amnón; y Absalón usurpó el trono de su padre
David y "se llegó Absalón a las concubinas de su padre, ante los ojos de
todo Israel" (2Samuel_16:22)
(3) Giezi, el siervo de Eliseo (2Reyes_5:26-27)
(4) Judas (Mateo_26:14-16; Mateo_27:3-5).
En todos estos casos -- y en muchos otros hasta el día de hoy -- ¡el placer
momentáneo se convierte en remordimiento! Por lo tanto, "No os engañéis;
Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también
segará".
Los que se burlan de
Dios dicen, "¿Dónde está la promesa de su advenimiento?" (2Pedro_3:4). Estos abusan de la gracia de Dios.
"El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza,
sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino
que todos procedan al arrepentimiento" (ver. "Al que oye mis
palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al
mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza, y no recibe mis palabras,
tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día
postrero" (Juan_12:47-48).
¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!
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