1. Habiendo sido quebrantado el pacto de obras por el pecado
y habiéndose vuelto inútil para dar vida, agradó a Dios dar la promesa de
Cristo, la simiente de la mujer, como el medio para llamar a los escogidos, y
engendrar en ellos la fe y el arrepentimiento.
En esta promesa, el evangelio, en su sustancia fue revelado,
y por lo tanto, es eficaz para llevar a los pecadores a la conversión y salvación1
1.
Gn. 3:15 con Ef.2:12; Gá. 4:4; He. 11:13; Lc. 2:25,38; 23:51; Ro. 4:13-16; Gá.
3:15-22.
2. Esta promesa de Cristo, y la salvación por medio de él,
es revelada solamente por la Palabra de Dios.1 Ni
las obras de la creación ni la providencia, con la luz de la naturaleza,
revelan a Cristo, o la gracia que es por medio de él,
no en forma general ni velada;2 igual como
tampoco los hombres que no tengan una revelación de él
por la promesa del evangelio pueden obtener una fe salvadora
o arrepentimiento.3
1. Hch.
4:12; Ro. 10:13-15.
2. Sal.
19; Ro. 1:18-23.
3. Ro.
2:12a; Mt. 28:18-20; Lc. 24:46,47 con Hch. 17:29,30; Ro. 3:9-20.
3. La revelación del evangelio a los pecadores, hecha en
diversos tiempos y distintos lugares, con el agregado de promesas y preceptos para
la obediencia que éste requiere de las naciones y personas
a quienes es concedida, es sólo por la voluntad soberana y el beneplácito
de Dios;1 no apropiándosela en virtud de promesa
alguna, no obteniéndose por un buen uso de las
capacidades naturales
de los hombres, ni en virtud de la luz común recibida aparte
de él, lo cual nadie hizo jamás ni puede hacer.2 Por
lo tanto, en todas las épocas, la predicación del evangelio ha sido concedida a
personas y naciones, en su extensión o restricción, con gran variedad, según el consejo de la voluntad de Dios.
1. Mt.
11:20. 2. Ro. 3:10-12; 8:7,8.
4. Aunque el evangelio es el único medio externo para
revelar a Cristo y la gracia salvadora, y es, como tal, completamente
suficiente para este fin,1 para que los hombres
que están muertos en sus delitos puedan nacer de nuevo, ser vivificados o
regenerados, es además necesaria, en toda alma, una obra eficaz e insuperable
del Espíritu Santo, con el fin de producir en ellos una nueva vida espiritual;
sin ésta, ningún otro medio puede efectuar su conversión a Dios.2
1. Ro.
1:16,17.
2. Jn.
6:44; 1 Co. 1:22-24; 2:14; 2 Co. 4:4,6.
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