} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 27 Diciembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)

miércoles, 27 de diciembre de 2017

27 Diciembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)


1 Juan 4; 8-10
El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.
En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo  unigénito al mundo, para que vivamos por él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.

Juan no está definiendo la naturaleza de Dios en sí; no dice que el amor es Dios. Juan dice: "Dios es amor" no dice "Amar es Dios". Nuestro mundo, con su visión trivial y egoísta del amor, ha tergiversado esas palabras y ha contaminado nuestra comprensión del amor. El mundo piensa que amor es lo que nos hace sentir bien, y está dispuesto a sacrificar principios morales y los derechos de los demás a fin de obtener dicho "amor". Pero en realidad eso no es amor, sino todo lo contrario al amor; es egoísmo. Y Dios no es esa clase de "amor". El verdadero amor es como Dios: santo, justo y perfecto. Si de veras conocemos a Dios, debemos amar como El ama. Está afirmando que el amor tiene que caracterizar a los que son de Dios porque le caracteriza a Él, y se deriva de Él. Es por el amor como se conoce a Dios. No podemos ver a Dios, porque Dios es Espíritu; lo que sí podemos ver es Su efecto. No podemos ver el viento, pero podemos ver lo que hace. No podemos ver la electricidad, pero podemos ver los efectos que produce. El efecto de Dios es el amor. Es cuando Dios entra en una persona cuando la persona está revestida con el amor de Dios y el amor del hombre. Dios Se conoce por Su efecto en esa persona. Se ha dicho: «Un santo es una persona en quien Cristo vive otra vez.» Y la mejor demostración de Dios no viene de la discusión, sino de una vida de amor. Cuando llega el amor, el temor se tiene que marchar. El temor es la emoción característica de alguien que espera que le castiguen. Mientras veamos a Dios como el Juez, el Rey, el Legislador, no puede haber en nuestro corazón nada más que temor, porque ante un Dios así no podemos esperar nada más que el castigo. Pero una vez que conocemos la verdadera naturaleza de Dios, el amor absorbe el temor. El único temor que permanece es el temor de ofender Su amor por nosotros.
El que no ama (habitualmente) no puede ser del que es amor, no importando las reclamaciones ni declaraciones que haga.
Dios tiene muchos hijos pero Jesucristo es Su único Hijo. Jesucristo es el Hijo unigénito de Dios. Aunque todos los creyentes son hijos de Dios, solo Jesucristo vive en esa relación de unidad de Hijo. Este pasaje expone como falsos a todos los modernistas quienes niegan la deidad de Jesús, pues para ellos era puro hombre, nada más. Los gnósticos, al negar la deidad de Jesús y la eficacia de su muerte, negaban esta manifestación del amor de Dios.
Que Dios enviara a morir por el pecador al Unigénito, es la demostración suprema del amor.
Los gnósticos negaban la esencialidad de la muerte de Cristo. Ellos se gloriaban en la salvación por medio de su amado conocimiento (filosofía humana).
No manifestó Dios su amor en darnos a su Hijo porque primero le amáramos a él y por eso se moviera a amarnos a nosotros, sino porque primero nos amó a nosotros y manifestó este amor en el don de su Hijo. La consecuencia de este amor y el don de Dios es que se hace satisfacción (propiciación) por los pecados del que obedece al evangelio.
Dios envió a su Hijo a este mundo con el propósito de remediar nuestro estado perdido. Lo hizo porque nos amó (Juan_3:16). Esto lo propuso antes de amarle a él nosotros y cuando éramos completamente indignos de su amor (Romanos_5:8; Efesios_2:1-9). El cristiano vive por Él  porque le expió sus pecados que causan muerte (Romanos_6:23).
Nada pecaminoso ni perverso puede existir en la presencia de Dios. Él es absolutamente bueno. Él no puede pasar por alto, tolerar ni excusar el pecado como si no se hubiera cometido. Él nos ama, pero su amor no lo convierte en una persona de moralidad indiferente. Por lo tanto, si confiamos en Cristo, no tenemos que sufrir el castigo de nuestros pecados (1Pedro_2:24). Podemos ser absueltos (Romanos_5:18) por su sacrificio expiatorio.

¡Maranata!¡Sí, ven Señor Jesús!


No hay comentarios:

Publicar un comentario