} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 4 Diciembre LA BUENA SEMILLA

lunes, 4 de diciembre de 2017

4 Diciembre LA BUENA SEMILLA

 Jeremías 23; 24
¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?

      Dios es tanto trascendente como inmanente, y sabe cómo los profetas engañan al pueblo, invocando falsas revelaciones y sueños. Por lo general, Dios habla a sus profetas directamente (Isaías_8:1), o a través de una visión (Isaías_1:11-13; Isaías 6:1), pero también se vale a veces de los sueños. Jeremías acusa a los profetas de hacer pasar sus palabras como palabra de Dios, o repetir las de otros como si fueran una revelación divina.

De male derivan aquellas palabras hebreas que se relacionan con la plenitud o con el cumplimiento de una promesa. Algunas de sus aplicaciones son: llenar algo hasta el borde (2Reyes_4:6); lograr que algo esté saturado (como estaba Neftalí: «lleno» de las bendiciones del Señor, Deuteronomio_33:23); el cumplir nuestra palabra, es decir, declarar que uno hará algo y hacerlo (1Reyes_2:27). Dios promete llenar la tierra con el conocimiento de su gloria (Numeros_14:21; Habacuc_2:14). Male es la palabra que se usa en el Antiguo Testamento para describir la plenitud del Espíritu de Dios (Exodo_31:3; Miqueas_3:8).

Lucas 16; 15
Entonces les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación.

Los fariseos actuaban píamente para que otros los admiraran, pero Dios sabía lo que había en sus corazones. Consideraban que la riqueza mostraban la aprobación de Dios. El Señor detestó sus posesiones porque motivaron el abandono de su verdadera espiritualizad. Tal vez la prosperidad gane el favor de la gente, pero nunca sustituirá la devoción ni el servicio a Dios.

Los fariseos, aficionados al dinero, aseguran su vida mediante las riquezas, y su existencia delante de Dios mediante «obras de justicia»: no olvidan la ley y hacen buenas obras. Se tienen por justos y están convencidos de que también Dios aprueba este dictamen. Por sus riquezas reconocen que Dios confirma su parecer. Jesús, en cambio, desbarata este juicio y este modo de pensar, destruye su seguridad, reduce a escombros su construcción religiosa, tras la que se atrincheran. Dios mira al corazón, a las intenciones de que proceden las obras. No buscan a Dios, sino su honra, se buscan a sí mismos (Mateo_16:1-18). Al que Dios hace justo, ese es justo en verdad. Ahora bien, Dios sólo hace justo al que es pequeño ante Dios. Lo que es alto entre los hombres, es abominación ante Dios, impuro y repugnante como un ídolo. «El hombre será humillado, abatidos los varones, y bajados los ojos altivos» (Isaías 15:5). Por Jesús invierte Dios el juicio de los fariseos: «Gloríese el hermano humilde en su exaltación, y el rico en su humillación, porque pasará como flor de heno» (Santiago_1:9 s). La primera bienaventuranza del sermón de la montaña resuena en estas palabras: «Bienaventurados los pobres» (Santiago_6:20), «Bienaventurados los pobres en el espíritu» (Mateo_5:3).

Cuando nuestro Señor habló así, los fariseos codiciosos recibieron con desprecio sus instrucciones, pero Él les advirtió que lo que ellos contendían si fuera la ley, era una lucha sobre su significado: esto muestra nuestro Señor en un ejemplo referido al divorcio. Hay muchos predicadores charlatanes pertinaces codiciosos que favorecen la forma de piedad y que son los enemigos más enconados de su poder, y tratan de poner a los demás en contra de la verdad.


¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!


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