Romanos 3; 24
"siendo justificados gratuitamente
por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,"
“Justificados.” Dios perdona al pecador. Ya no es culpable; es justo
como si no hubiera pecado. Cuando Dios perdona nuestros pecados, limpia
nuestros antecedentes penales. Desde su perspectiva es como si nunca hubiéramos
pecado.
“Gratuitamente.” Indica lo que es sin costo. La justificación de Dios
es regalada, no comprada. Dios ha dado
a su hijo (Juan_3:16). La salvación de gracia
por medio de la fe “es don de
Dios” (Efesios_2:8). El acto por parte de Dios
de colocar al ser humano en una relación nueva y adecuada con Él es un acto de
pura gracia: Él actúa sin responder a obligación alguna y de ninguna manera
condicionado por “razón” alguna externa a su voluntad. Por esta razón se hace
necesaria la fe, que es un acto de aceptación y rendición, para experimentar
esta justicia. Más aun, nuestra justificación tiene su fuente en la redención que es en Cristo Jesús
Redención (apolutroseos) es
otro de los términos teológicos importantes de este párrafo. Expresa el acto de
“comprar la libertad de un esclavo”, y sugiere que en Jesucristo Dios
proporcionó el “pago” o el “precio” completo por nuestro pecado, a fin de que
fuésemos libertados de nuestra esclavitud al mismo para servir a un nuevo
dueño. Cristo es el Redentor, porque Dios en Cristo provee al pecador el medio
de salvación. Redención se refiere a que Cristo libra a los pecadores de la
esclavitud del pecado. En los tiempos del Antiguo Testamento, a una persona con
deudas podían venderla como esclava. Luego el pariente más cercano podía
redimirla comprando su libertad. Cristo compró nuestra libertad. El precio fue
su vida.
Pablo hace hincapié en que nada que nosotros podamos hacer puede ganar
el perdón de Dios; solamente lo que Dios ha hecho por nosotros puede ganarlo.
Por tanto, el camino que conduce a la perfecta relación con Dios no es un
intento agotador y desesperado para ganar el perdón de Dios por nuestra cuenta,
sino la humilde y arrepentida aceptación del Amor y de la Gracia que Dios nos
ofrece en Jesucristo.
Santiago 2; 20-22
¿Mas quieres saber, hombre vano,
que la fe sin obras es muerta?
¿No fue justificado por las obras
Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?
¿No ves que la fe actuó juntamente
con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras?
Santiago procura dirigir a su oponente a la conclusión innegable de
que la fe sola es estéril. Le llama al reconocimiento de esto. El oponente
tendrá que aceptar los dos casos bíblicos que Santiago presentará, y así la
conclusión de que Dios acepta solamente la fe que es acompañada de obras.
La fe no expresada en obediencia por obras es inútil, estéril u ociosa. Santiago llama
la fe sola una fe inútil, estéril, ociosa, fútil, o ineficiente, cuando no va acompañada de obediencia que lleva a la acción.
Santiago menciona primero el caso de Abraham, porque era el padre de
los judíos. El ejemplo de él sería aceptado por todos. Como él fue justificado,
así serán todos justificados. La frase "por las obras" no debe
entenderse como diciendo que las obras son la agencia por medio de la cual uno
es salvado. La frase griega dice, "de las obras". Las obras de fe de
parte de Abraham fueron la fuente de la cual vino la justicia. Dios es quien
justifica, pero lo hace cuando ve las obras del creyente, y a consecuencia de
dichas obras. La palabra "justificado" significa ser declarado justo
o inocente (por medio del perdón de Dios).
Las "obras" son las de obediencia a los mandamientos de
Dios, como ilustradas en el caso de ofrecer a Isaac. En eso, como lo hacía
repetidamente en su vida, Abraham obedeció a Dios en quien creía, o a quien
creía (Génesis_22:18). Era hombre de obras
(obediencia) (Génesis_26:5).
No hay contradicción alguna entre Santiago y Pablo, respecto a ser
justificado por las obras. Pablo combatía el judaísmo que basaba la
justificación en ser uno judío (circuncidado), bajo la ley de Moisés, diciendo
que las obras de perfección de parte del hombre no justificaban porque nadie
obraba perfectamente bien. Abraham, quien vivió antes de existir la ley de
Moisés, fue justificado por la fe (obediente, acompañada de obras) (Génesis_15:6), y él era el padre de los judíos. Ahora,
Santiago, escribiendo a cristianos, trata el tema de qué clase de fe justifica
(sea en el cristiano o en el no cristiano), ya que algunos profesaban creer en
Cristo pero su fe no fue perfeccionada por obras de obediencia (versículo 22).
Pablo y Santiago tratan de la misma justificación (perdón) de Dios, pero tratan
de "obras" diferentes. Pablo trata de obras que uno haría bajo la ley
de Moisés pero aparte de la fe en Cristo Jesús; por ellas nunca sería
justificado (salvado) (Gálatas_2:16; Gálatas_3:11;
Hechos_13:39; Romanos3:20). ¡Tiene que creer en Jesucristo! Santiago
trata de la clase de fe que justifica o salva a quienquiera; ¡tiene que ser una
acompañada de obras! Los dos apelan a Abraham, porque ¡era creyente obediente!
Dios justifica cada
vez que perdona. Lo hace a base de la fe obediente. El pecador inconverso, que
cree en Cristo Jesús y arrepentido se bautiza, será salvo (justificado) (Marcos_16:15-16; Hechos_2:38). El cristiano que peca,
si cree en la palabra de Cristo que le manda arrepentirse y confesar su culpa,
será perdonado (salvado, justificado) (Hechos_8:22; Apocalipsis_2:5;
Santiago_5:13; Santiago_5:19-20). Abraham ya era hombre de Dios
(creyente) cuando las palabras de Génesis_15:6 se
le pronunciaron. Rahab era inconversa pagana cuando se le pronunciaron. Dios
justifica a todos de igual manera; es decir, por la fe obediente. Ambos Pablo y
Santiago lo enseñan.
La fe de Abraham fue hecha perfecta o completa
cuando fue acompañada de obras de obediencia. La fe del hombre es contada por
justicia (Romanos_4:3). Ahora, para que esa fe
alcance para el hombre la justicia, tiene que ser completada (hecha perfecta)
por obras (de obediencia); entonces sí alcanza la meta deseada. La fe sin obras
no es una fe cabal; solamente la completa alcanza la justicia. Así fue con
Abraham, y deberíamos poderlo ver, dice Santiago.
Santiago no enseña la salvación por
las obras solas, ni por la fe sola. Hay algo que hacer, y tenemos que hacerlo
por fe. La fe y las obras van inseparables. La fe ayuda a las obras, y estas
completan a la fe. Romanos_1:5; Romanos_16:26;
Gálatas_5:6; Gálatas_1:1-24. Juntamente cooperan hasta alcanzar la
justificación, o justicia.
Otra
vez vemos que el texto griego no dice "por las obras", como si las
obras fueran agencia de algo, sino "de las obras", como fuente de
algo. La fe de Abraham obraba, cooperaba, actuaba, con sus obras, y las
ayudaba, hasta llevar a cabo el mandamiento de ofrecer su hijo en holocausto, y
hecha la tarea, así se completó su fe.
¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!
No hay comentarios:
Publicar un comentario