9 Diciembre LA BUENA SEMILLA
(Meditación)
Job 40; 2
¿Es sabiduría contender con el Omnipotente?
El que disputa con Dios, responda a
esto
El Señor nunca desprecia a Job, tampoco busca argumentar con él hasta
lograr que se someta a Él. Concluye su primer discurso invitando simplemente a
Job, su contrincante en el juicio, a que le conteste. Puesto que Job no sólo
había hablado contra Dios, sino hasta le había acusado de injusticia, Dios le
desafía a hacer la prueba, si él podía gobernar al mundo, como Dios
por su poder lo hace, y castigar a los arrogantes y malos. Cuando se enfrenta
cara a cara con Dios, Job confronta su autosuficiencia. Despojado de todo lo
que tenía, y ante la santidad de Dios, descubre su orgullo y expresa su
vergüenza.
Tú que
lees esto ¿Cómo discutes con o acusas al
Dios Todopoderoso? ¿Le exiges respuestas cuando las cosas no salen a tu manera,
pierdes un trabajo, alguien cercano a ti se enferma o muere, las finanzas están
apretadas, fracasas o surgen cambios inesperados? La próxima vez que te veas
tentado a quejarte con Dios, considera cuánto te ama y recuerda la reacción de
Job cuando tuvo su oportunidad para hablar. ¿Estás en una situación mejor que
la de Job o es acaso más justo que él? Da a Dios la oportunidad de revelarte
sus propósitos mayores, pero recuerda que pueden ocurrir durante el curso de tu
vida y no en un momento dado.
Job 42; 3
¿Quién
es el que oscurece el consejo sin entendimiento?
Por
tanto, yo hablaba lo que no entendía;
Cosas
demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía.
Job responde con humildad. Compara su anterior
conocimiento de Dios, que debe a otros, con su conocimiento actual, superior
porque lo ha recibido directamente: mas
ahora mis ojos te ven. Ahora ve distinto a Dios porque éste se le ha
revelado personalmente.
Job se arrepintió de su actitud y reconoció el
gran poder y la perfecta justicia de Dios.
Abierta y sinceramente admitió que él había sido
el necio. ¿Estás usando lo que no puede comprender como una excusa para su
falta de confianza? Admite delante de Dios que ni siquiera tienes la fe
suficiente para confiar en Él. La verdadera fe comienza con ese tipo de
humildad.
Porque Job reconoce el derecho de Dios de hacer
lo que hace y, aunque Job no lo dice, aun al extremo de causar sufrimiento a
una persona inocente. Así que lo que es nuevo acerca del conocimiento de Job de
que todo lo puedes no es que Dios
es todopoderoso, sino que tiene un propósito inevitable en cualquier cosa que
hace. El sufrimiento de Job tiene sentido para Dios, aunque Dios no se lo ha
explicado ni justificado de manera alguna. El error de Job ha sido reclamar una
respuesta al problema del sufrimiento, lo que viene a ser meterse en un área
que escapa la comprensión humana: dije
cosas que no entendía, cosas demasiado maravillosas para mí. Job en las
palabras de Dios mismo expresa su profundo arrepentimiento humillado. Las
palabras de Dios referentes a nuestra culpabilidad deben quedar grabadas en
nuestros corazones y formar la base de nuestra confesión. Los más hombres, al
confesar el pecado, lo disimulan más bien que confesarlo. Job al omitir el “con
palabras”, va aún más allá de la acusación de Dios. No solamente mis palabras,
todos mis pensamientos y caminos son “sin ciencia” (conocimiento, ni
sabiduría). Con temeridad yo negaba que tú tuvieses propósitos fijos en el
gobierno de los asuntos humanos, sólo porque tu plan era “demasiado
maravilloso” (oculto) para mi comprensión.
Cuando el entendimiento es iluminado por el
Espíritu de gracia, nuestro conocimiento de las cosas divinas excede en mucho
al que teníamos antes, así como el ver con nuestros ojos excede lo que se nos
informa y lo que es de conocimiento común. Por la enseñanza de los hombres,
Dios revela su Hijo a nosotros, pero por la enseñanza de su Espíritu
revela a su Hijo en nosotros, Gálatas 1, 16,
y nos cambia a su misma imagen, 2 Corintios 3; 18.
Nos corresponde humillarnos profundamente por los pecados de los cuales somos
convictos. Aborrecerse a sí mismo es siempre la compañía del arrepentimiento
verdadero. El Señor llevará a los que ama, a que le adoren aborreciéndose a sí
mismos; mientras la gracia verdadera siempre los llevará a confesar sus pecados
sin justificarse.
¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!
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