} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 18 Diciembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)

lunes, 18 de diciembre de 2017

18 Diciembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)

  
 Hebreos 13; 16
Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios.

Como estos cristianos judíos, debido a su testimonio en favor del Mesías, no pudieron seguir adorando con otros judíos, debían considerar la alabanza y los actos de servicio como sus sacrificios; los que podían ofrecer en todo lugar, en todo tiempo. Eso debiera recordarles las palabras del profeta Oseas: "Quita toda inmundicia y acepta el bien, y te ofreceremos la ofrenda de nuestros labios" (Oseas_14:2). Un "sacrificio de alabanza" hoy podría incluir: gratitud a Cristo por su sacrificio en la cruz y el decírselo a otros. Agradan a Dios sobre todo los actos de bondad y de ayuda mutua, aun cuando pasen inadvertidos para los demás.
Como sacerdotes de Dios (Apocalipsis_1:6), los creyentes ofrecen sacrificio de alabanza a Dios y comparten servicios de amor a los demás. El fruto de labios recuerda el hecho de que en la misma forma que Dios prolonga por medio de los frutos la vida de la plantas, así el Espíritu Santo extraerá nuevas alabanzas de adoración a Dios de nuestros labios y de todo nuestro ser.

Hacer el bien y compartir con otros es también culto aceptable porque tales sacrificios agradan a Dios (Santiago. 1:26, 27). Tales sacrificios no deben ser considerados como una forma de cultivar el favor de Dios, dado que la adoración cristiana tiene el propósito de expresar gratitud por el amor que él nos mostró primero. Aunque es obvio que el autor está preocupado antes que nada por las expresiones prácticas del compañerismo entre cristianos, también hay muchas oportunidades de servir en sus necesidades a los que están fuera de la fraternidad cristiana.  


Proverbios 19; 17

A Jehová presta el que da al pobre,
Y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar.


Aquí aparece quizás la más clara expresión de la identificación de Dios con las necesidades de los pobres. La ayuda que éstos reciben se convierte en deuda divina ante quien la concede.  Dios se identifica con el pobre al igual que Jesús lo hace en Mateo_25:31-46. Como nuestro Creador, Dios nos valora, sin importar si somos ricos o pobres, así nosotros tendríamos que vivir, importándonos sólo compartir el tesoro que hemos recibido por gracia. Cuando ayudamos a los pobres, mostramos honor tanto al Creador como a su creación. Dios acepta nuestra ayuda como si se la hubiéramos ofrecido directamente a Él.
Dios ha elegido al pobre de este mundo para que sea rico en fe y heredero de su reino.



Marcos 12; 41-42
Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho.
Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante.

En el templo había varias arcas donde la gente podía echar el dinero. Algunas eran para recoger el impuesto del templo que debían pagar los hombres judíos; las otras eran para ofrendas voluntarias. Quizás estas arcas estaban en el atrio de las mujeres.

Jesús ahora no está enseñando, sino está sentado en cierta parte del templo, y observa con cuidado el acto de ofrendar de parte del pueblo. Ve que muchos ricos echan mucho al recipiente de monedas metálicas.
Esta moneda fue la más pequeña acuñada por los griegos. Dos de ellas valían un cuadrante, equivalente a la 64  parte de un denario. El denario representaba el sueldo de un día de trabajo (Mateo_20:2).  A los ojos del Señor, esta pobre viuda dio más que todos los demás juntos, a pesar de que su ofrenda fue por mucho la más pequeña. El valor de una ofrenda no lo determina la cantidad, sino el espíritu con que se da. Una ofrenda que se da a regañadientes o por buscar reconocimiento pierde todo su valor. Cuando usted dé, recuerde: las ofrendas de cualquier cantidad agradan a Dios cuando se dan con gratitud y espíritu de generosidad.
Aprendamos, en estos versículos, cuan agradable es a Cristo el sacrificio que se hace al dar con liberalidad. Esta lección nos la da de una manera  muy efectiva el Señor al recomendar la acción de una pobre viuda. Se nos dice que "miraba como el pueblo echaba" las contribuciones voluntarias que hacía  para el servicio de Dios en el arca de la ofrenda. “Vio" a muchos que eran ricos echar mucho. "Al fin vio a esa pobre viuda echar todo lo que tenía para su  sustento diario. Y entonces le oímos pronunciar estas solemnes palabras: "Esta pobre mujer ha echado más que todos:" más en concepto de Aquel que no  considera tan solo la suma que se da, sino los recursos del donante; no solamente la cantidad con que se contribuye, sino los motivos y el corazón del  contribuyente.
De las palabras de nuestro Salvador estas son las que más se pasan por alto. Hay millares de personas que recuerdan todos sus discursos doctrinales, y olvidan,  sin embargo, este pequeño incidente de su ministerio terrestre. Pruebas de ello tenemos en las mezquinas y pobres contribuciones que se hace anualmente a la  iglesia de Cristo y que han de aplicarse al bien del mundo. Pruebas tenemos de ello en las miserables y cortas entradas de todas las sociedades misioneras, en  proporción de la riqueza de las iglesias. Pruebas de ello tenemos en las largas listas anuales de suscritores complacidos que se inscriben con cinco perras,  cuando podrían dar miles. La parsimonia de los que hacen profesión de cristianos, en todo lo que se refiere a Dios y a la religión, es uno de los pecados más  escandalosos de la época, y uno de los peores signos de los tiempos. Los donantes a la causa de Cristo forman una pequeña fracción de la iglesia visible.
Probablemente uno de cada veinte bautizados sabe lo que es ser "rico para con Dios." Lucas 12.21. La mayoría gasta miles cuando de ellos se trata, y no da ni  un céntimo a Cristo.
Lamentemos este estado de cosas, y reguemos a Dios que lo enmiende. Supliquémosle que abra los ojos de los hombres,  que despierte sus corazones, y que suscite en ellos un espíritu de liberalidad. Sobre todo, hagamos cada uno de nosotros  nuestro deber, y demos liberal y alegremente para toda empresa cristiana mientras podamos; que no podremos dar cuando  nos muramos. Demos recordando que Cristo tiene sus ojos fijos en nosotros. Aun ve exactamente lo que cada cual da, y  sabe exactamente cuánto se reserva. Sobre todo, demos como los discípulos de un Salvador crucificado, que se dio a Sí  mismo por nosotros en la cruz... Libremente hemos recibido, libremente demos.


¡Maranata! ¡Si, ven Señor Jesús!

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