Juan 17; 24
Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo
estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado;
porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.
En su última petición Jesús ora por la unidad de los creyentes de
futuras generaciones. La unidad que pide no es de naturaleza organizacional
sino espiritual, la cual se manifestaría de manera visible en la vida de la
Iglesia y daría testimonio de la divina misión de Cristo. Jesús oró pidiendo
unidad entre los creyentes basándose en la unidad de los creyentes con El y el
Padre. Los cristianos pueden conocer la unidad entre ellos si viven unidos a
Dios. Por ejemplo, cada pámpano que vive unido a la vid lo está también con
todos los otros pámpanos que hacen lo mismo.
"Cuando él (Cristo) se manifieste, seremos semejantes a Él,
porque le veremos tal como Él es" (1Juan_3:2).
Jesús quiere que sus apóstoles y todos sus discípulos no solamente vean, sino
que participen del estado
celestial. Para ser "semejantes a él" en Aquel Día, los discípulos de
Cristo tienen que ser "semejantes a él" ahora, siendo del mismo
carácter y vida, siendo obedientes a la enseñanza divina e imitadores de Jesús.
Los apóstoles habían
visto la gloria de Cristo aquí en la tierra: "Y aquel Verbo fue hecho
carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito
del Padre) "; "Este principio de señales hizo Jesús en Caná de
Galilea, y manifestó su gloria"; "y se transfiguró delante de ellos,
y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como
la luz" (Mateo_17:5); al hablar de ese
evento Pedro dijo, "él recibió de Dios Padre honra y gloria" (2Pedro_1:17). Pero Cristo quería que vieran su gloria
celestial.
Cuando el ser
cristiano supone difíciles renuncias o privaciones, y aun esfuerzos y
sacrificios, debemos considerarlo como una gloria que Dios nos otorga.
La perfecta obediencia de Jesús a la voluntad de Dios era Su gloria.
Nosotros encontramos la nuestra, no en hacer lo que nos gusta a nosotros, sino
lo que Dios quiere de nosotros. Cuando tratamos de hacer lo que nos gusta -como
muchos de nosotros hemos hecho- no cosechamos más que dolor y desastre, para
nosotros y para otros. La verdadera gloria de la vida la encontramos en hacer
la voluntad de Dios. Cuanto mayor la obediencia, mayor la gloria.
La gloria de Jesús
consiste en el hecho de que, al considerar Su vida, se reconoce Su relación
única y exclusiva con Dios. Es indudable que nadie podría vivir como Él si no
estuviera en una relación extraordinariamente íntima con Dios. Como con Cristo,
nuestra gloria consiste en que se vea en nuestra vida el reflejo de Dios.
Jesús dijo que era
Su deseo que Sus discípulos vieran Su gloria en los lugares celestiales. El
cristiano va a compartir todas las
experiencias de Cristo. Si comparte Su Cruz, también compartirá Su gloria.
" Palabra fiel es esta: Si morimos con Él, también viviremos con Él; si
resistimos, también reinaremos con Él» (2
Timoteo_2:11-12). Aquí y ahora vemos borrosamente, como en un espejo, la
gloria del Señor; pero un día Le veremos cara a cara (1Corintios_13:12
;2Corintios_3:18). El gozo que experimentamos aquí y ahora es sólo un
adelanto del que disfrutaremos entonces allá. La promesa de Cristo es que si
compartimos Su gloria y Sus sufrimientos en la Tierra, compartiremos Su gloria
y Su triunfo cuando haya terminado nuestra vida presente ¿Qué mayor promesa
podría habérsenos hecho?
Después de esta
oración de Jesús pasamos inmediatamente a la traición, el juicio y la Cruz. Ya
no hablaría más con Sus discípulos antes de padecer. Es maravilloso y precioso
recordar que, inmediatamente antes de aquellas terribles horas, Sus últimas
palabras no fueron de desesperación, sino de gloria.
Mateo 26; 39
Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro,
orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea
como yo quiero, sino como tú.
Jesús conocía las perfecciones del poder y sabiduría del Padre, y por
eso pidió que si fuera posible que "pase de mí esta copa".
La palabra copa significa sufrimiento. Jesús dijo a Juan
y Jacobo, Mateo_20:1-34, “de mi vaso beberéis”,
porque ellos iban a sufrir por Cristo. Cristo pidió que “aquella hora” pasara,
que el Padre apartara de El esa copa, y su oración fue oída. Hebreos_5:1-14, “ Y Cristo, en los días de su carne,
ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar
de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente”.
Juan_12:1-50, “ Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré?
¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora (para ser
crucificado). Padre, glorifica tu
nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré
otra vez”. Todo comentario sobre Mateo_26:39 (“pase
de mi esta copa”) debe armonizar con lo que Jesús dice en Juan_12:27. El nació para morir como sacrificio por
los pecados del mundo. Hebreos_10:1-39, porque
la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados. Por lo cual, entrando en el mundo dice:
Sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas me preparaste cuerpo”; es decir, “me
preparaste cuerpo” para poder morir como expiación por los pecados del hombre.
Eso era su propósito, desde antes de venir al mundo.
La Biblia habla del
plan eterno de Dios para la redención del hombre 1Pedro
1:1-25, “ sabiendo que fuisteis
rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros
padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre
preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya
destinado desde antes de la fundación del mundo”. Efesios_3:11,
“conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor”.
Cristo había
anunciado su muerte varias veces durante su ministerio personal, no como una
posibilidad, sino como una realidad. Nunca estaba en duda su muerte. Mateo_16:21, “Desde entonces comenzó Jesús a declarar
a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los
ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y
resucitar al tercer día. Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a
reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te
acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí,
Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino
en las de los hombres”. Mateo_20:28, “el Hijo
del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en
rescate por muchos.” Juan_3:14, “Y como Moisés
levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre
sea levantado”. Juan_8:28, “Les dijo, pues,
Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo
soy”. Juan_10:11 , “Yo soy el buen
pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas”. Juan_10:17, “Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi
vida, para volverla a tomar. Nadie me la
quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo
poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre”. Juan_12:32, “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a
todos atraeré a mí mismo. Y decía esto
dando a entender de qué muerte iba a morir”. Juan_1:29,
también Juan el bautista dijo, “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado
del mundo”.
Todo comentario sobre
Mateo_26:39 debe armonizar con todo lo que Jesús
mismo había dicho con respecto a su muerte y resurrección y los temas
relacionados. Por ejemplo:
El discipulado. Mateo_16:1-28, “ Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese
a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”.
La cena del Señor. Mateo_26:26-28,
Jesús instituyó la cena del Señor diciendo, “Haced esto en memoria de mí”. Con
toda confianza Él dijo (Mateo_26:29 ), “Y
os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día
en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre”. En Su muerte El
venció a Satanás y estableció Su propio reino en el cual participamos con Jesús
de la cena del Señor.
El bautismo. Mateo_28:19, “bautizándolos en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo”. Romanos_6:1-23,
“Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin
de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también
nosotros andemos en vida nueva”.
La iglesia. Mateo_16:1-28, “ … sobre esta roca edificaré mi
iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”. Hechos_20:1-38, “Por tanto, mirad por vosotros, y por
todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para
apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre”.
Nadie puede
comprender a fondo la agonía de Jesús en Getsemaní y en Calvario. Por eso,
nadie la puede explicar. El problema es que nosotros no podemos comprender a
fondo los misterios de la encarnación ni los de la expiación,
pero Jesucristo sí los comprendía. Él había llegado a un momento de angustia
que era hasta la muerte; es decir, la agonía que El sentía en esos
momentos era lo suficientemente pesada como para matarlo a no ser por la ayuda
del Padre. Su alma fue azotada de una manera que, para nosotros, era
completamente incomprensible e indecible. Con toda insistencia, pues, Jesús
rogaba al Padre que si fuera posible “pasase de él aquella hora” (Marcos_14:35), “aparta de mí esta copa” (Marcos_14:36).
Jesucristo estaba completamente sumiso al
Padre. El vino al mundo para hacer la voluntad del Padre, pero la Biblia no
enseña que Cristo pedía que Dios cambiara el plan de salvación.
Los comentarios de algunos teólogos “modernos”implican que Jesús
dudaba del plan divino y creía que tal vez hubiera otra manera de salvar al
hombre, aunque Él sabía que el plan que El vino a llevar a cabo fue hecho por
Dios (Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo) desde antes de la
fundación del mundo y que definitivamente era el único plan de
salvación. No había y no hay plan alternativo u opcional. Además, era un
plan infalible. Dios no iba a fallar. Cristo no iba a fallar. Cristo no vino al
mundo “para ver si podía salvarnos”; más bien, El vino para salvarnos y lo
hizo.
La idea de que pudiera haber otro plan es precisamente la esperanza falsa de millones de personas en la
actualidad. Esperan - y esta es su esperanza y confianza - que en el día
final Dios tenga otro plan para salvar a los que no hayan obedecido al
evangelio. Esta es una esperanza vana.
¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!
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