} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 7 Diciembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)

jueves, 7 de diciembre de 2017

7 Diciembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)



Salmo 79; 9
Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación, por la gloria de tu nombre;
Y líbranos, y perdona nuestros pecados por amor de tu nombre.

    

      
La liberación del pecado y del sufrimiento para el bien de ellos y la gloria de Dios caracterizan a menudo las oraciones de los santos del A. T. (Efesios 1:7).
El salmista reconoce que la destrucción vino porque el pueblo ha pecado. En vez de los pecados de nuestros antepasados, algunos traducen, “los pecados anteriores”; pero la traducción de RVA es preferida. Ahora, reconociendo el aspecto de juicio, el pueblo apela a la misericordia de Dios. Los hijos de Dios siempre pueden apelar a su misericordia.
El pueblo también reconoce sus propios pecados; no es sólo culpa de los padres, nosotros hemos pecado. Piden la expiación de estos pecados y apelan a la gloria y honor de Dios mismo.
    El cristiano no se olvida que a menudo está atado en la cadena de sus pecados. El mundo es una prisión para él; se dicta sentencia de muerte contra él, y no sabe cuán pronto será ejecutada. Cuán fervoroso debe orar en todo momento: ¡Oh, que el suspirar de un preso llegue ante ti, conforme a la grandeza de tu poder preserva a los que están marcados para morir!   ¡Cuán glorioso será el día en que, triunfante sobre el pecado y el dolor, la iglesia contemple al adversario desarmado para siempre! Mientras la iglesia cantará, de siglo en siglo, las alabanzas de su gran Pastor y Obispo, su Rey y su Dios.

Romanos 8; 1
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.


Está muy claro que Pablo no usa la palabra carne refiriéndose al cuerpo, como cuando nosotros hablamos de carne y hueso. Lo que quiere decir realmente es la naturaleza humana con todas sus debilidades y su vulnerabilidad al pecado. Se refiere a la parte de nuestra persona que le sirve de cabeza de puente al pecado; es decir, nuestra naturaleza pecadora, aparte de Cristo; todo lo que nos ata al mundo en lugar de a Dios. Vivir conforme a la carne es llevar una vida dominada por los dictados y deseos de la naturaleza pecadora en lugar de una vida gobernada por el amor de Dios. La carne representa lo más bajo de la naturaleza humana.
Tenemos que damos cuenta de que, cuando Pablo piensa en la clase de vida que está dominada por la carne (sarx), no está pensando exclusivamente en los pecados sexuales o corporales. Cuando da una lista de las obras de la carne en Gálatas_5:19-21, incluye los pecados sexuales y corporales, pero también la idolatría, el odio, la ira, la agresividad, las herejías, la envidia y el asesinato. Para él la carne no era algo material, sino espiritual; era la naturaleza humana en toda su debilidad y pecado, todo lo que el ser humano es aparte de Dios y de Cristo.
  Está la palabra espíritu; en este solo capítulo aparece no menos de veinte veces. Esta palabra tiene, como la anterior, un trasfondo que le viene del Antiguo Testamento. 
En hebreo existe la palabra rúaj, que contiene dos ideas básicas: (a) No quiere decir sólo espíritu, sino también viento; siempre tiene el sentido de algo poderoso, como un potente viento de tempestad. (b) En el Antiguo Testamento siempre contiene la idea de algo que es más que humano. El Espíritu, para Pablo, representa un poder divino.
Así es que Pablo dice en este pasaje que hubo un tiempo cuando el cristiano estaba a merced de su propia naturaleza humana pecadora. En ese estado, la Ley era algo que le hacía pecar, de modo que iba de mal en peor, derrotado y frustrado. Pero, cuando se convirtió al Evangelio, vino a su vida el poder del Espíritu de Dios; y, en consecuencia, entró en una vida de victoria.
En la segunda parte del pasaje, Pablo habla del efecto de la Obra de Jesús en nosotros. Es complicado y difícil de entender, pero Pablo quiere decir lo siguiente: Recordemos que empezó este tema diciendo que todos pecamos en Adán. Ya hemos visto cómo la idea judía de la solidaridad le permitía afirmar que, literalmente, todos los seres humanos estamos implicados en el pecado de Adán y en su consecuencia, la muerte. Pero esto tiene otra cara: Jesús ha venido a este mundo con una naturaleza puramente humana; y le ha ofrecido a Dios una vida de perfecta obediencia, de perfecto cumplimiento de Su voluntad. Ahora bien: como Jesús era plenamente humano, de la misma manera que éramos uno con Adán somos ahora uno con Cristo; y de la misma manera que nos vimos involucrados en el pecado de Adán, ahora lo estamos en la perfección de Cristo. En Cristo, la humanidad Le ofreció a Dios la perfecta obediencia, lo mismo que en Adán le había ofrecido una desobediencia fatal. Los hombres que estaban antes involucrados en el pecado de Adán son ahora salvos porque están incluidos en la bondad de Cristo. Ese es el razonamiento de Pablo; y para él y para los que le leían era algo totalmente convincente, aunque sea difícil de entender para nosotros. Gracias a la Obra de Cristo, se nos ofrece a los cristianos una vida que no está dominada por la carne, sino por el Espíritu de Dios, que llena al hombre de un poder que antes no tenía ni conocía. Se le anula el castigo de su pasado y se le asegura la fuerza para su futuro.

¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!



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