CONFESIÓN DE FE 1689
12.
De la adopción
1. A todos aquellos que son justificados,1 Dios se dignó,2 en su
único Hijo Jesucristo y por amor de éste,3 hacerles
partícipes de la gracia de la adopción, por la cual son incluidos en el número
de los hijos de Dios y gozan de sus libertades y privilegios, tienen su nombre
escrito sobre ellos,4 reciben el espíritu de
adopción, tienen acceso al trono de la gracia con confianza, reciben capacitación
para clamar: “Abba, Padre,”5 reciben compasión,
protección,
provisión
y corrección como por parte de un Padre, nunca son
desechados, sino que son sellados para el día de la redención,6 y heredan las promesas como herederos de la
salvación eterna.7
1. Gá. 3:24-26
2. 1 Jn. 3:1-3.
3. Ef. 1:5;
Gá.4:4,5; Ro. 8:17,29.
4. Ro. 8:17; Jn.
1:12; 2 Co. 6:18; Ap. 3:12.
5.
Ro. 8:15; Ef. 3:12; Ro. 5:2; Gá. 4:6; Ef. 2:18.
6. Sal. 103:13;
Pr. 14:26; Mt. 6:30,32; 1 P. 5:7; He. 12:6; Is. 54:8,9; Lm. 3:31; Ef. 4:30.
7. Ro.
8:17; He. 1:14; 9:15.
13.
De la santificación
1. Aquellos que están unidos a Cristo, son llamados
eficazmente y regenerados, teniendo un nuevo corazón y un nuevo espíritu, creados
en ellos en virtud de la muerte y la resurrección de Cristo,1 son aún más santificados de un modo real y personal,2 mediante la misma virtud,3
por su Palabra y Espíritu que moran en ellos;4 el
dominio del cuerpo entero del pecado es destruido, y las diversas
concupiscencias del mismo se van debilitando y mortificando
más y más, y se van vivificando y fortaleciendo más y más en todas las virtudes
salvadoras, para la práctica de toda verdadera santidad,5 sin la cual nadie verá al Señor.6
1. Jn. 3:3-8; 1
Jn. 2:29; 3:9,10; Ro. 1:7; 2 Co. 1:1; Ef. 1:1; Fil. 1:1; Col. 3:12; Hch. 20:32;
26:18; Ro. 15:16; 1 Co. 1:2; 6:11; Ro. 6:1-11.
2. 1 Ts. 5:23;
Ro. 6:19,22.
3. 1 Co. 6:11;
Hch. 20:32; Fil. 3:10; Ro. 6:5,6.
4. Jn.
17:17; Ef. 5:26; 3:16-19; Ro. 8:13.
5.
Ro. 6:14; Gá. 5:24; Ro. 8:13; Col. 1:11; Ef. 3:16-19; 2 Co. 7:1; Ro. 6:13; Ef.
4:22-25; Gá. 5:17.
6. He.
12:14.
2. Esta santificación se efectúa en el hombre en su
totalidad, aunque es incompleta en esta vida; todavía quedan algunos remanentes
de corrupción en cada parte,1 de donde surge una
continua e irreconciliable guerra:2 la carne
lucha contra el Espíritu, y el Espíritu contra la carne.3
1. 1 Ts.
5:23; 1 Jn. 1:8,10; Ro. 7:18,23; Fil. 3:12.
2. 1
Co. 9:24-27; 1 Ti. 1:18; 6:12; 2 Ti. 4:7.
3.
Gá. 5:17; 1 P. 2:11.
3. En dicha guerra, aunque la corrupción que aún queda
prevalezca mucho por algún tiempo,1 la parte
regenerada triunfa a través de la continua provisión de fuerzas por parte del
Espíritu santificador de Cristo;2 y así los
santos crecen en la gracia, perfeccionando la santidad en el temor de Dios,
prosiguiendo una vida celestial, en obediencia evangélica a todos los mandatos
que Cristo, como Cabeza y Rey, les ha prescrito en su Palabra.3
1. Ro. 7:23.
2. Ro. 6:14; 1
Jn. 5:4; Ef. 4:15,16.
3. 2 P. 3:18; 2
Co. 7:1; 3:18; Mt. 28:20.
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