} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: ESCUDRIÑANDO LA PALABRA DE DIOS (Final)

jueves, 17 de julio de 2014

ESCUDRIÑANDO LA PALABRA DE DIOS (Final)



 

  Hay más en Cristo para despertar nuestro amor, que lo que hay o puede haber en una criatura. Este mundo y sus encantos están dispuestos a alejar nuestros corazones de Cristo, por tanto, nos corresponde entender cuánto más digno de nuestro amor es Él. La buena voluntad de Dios nos es dada a conocer por su palabra, su promesa, su evangelio, y la buena obra de Dios comienza y es llevada a cabo en nosotros.   Las flechas agudas de la condenación son muy terribles en el corazón de los pecadores, hasta que son humillados y reconciliados, pero las saetas de la venganza lo serán mucho más para sus enemigos que se niegan a someterse. Todos los que han visto su gloria, y gustado su gracia, se regocijan al verlo poner, por medio de su palabra y su Espíritu.

Estemos dispuestos a esperar y confiar en Dios, su poder y providencia, y en la gracia de su presencia en su Iglesia en los peores momentos. Podemos aplicar esto a los enemigos espirituales, y tenemos el estímulo que seremos vencedores por medio de Cristo. Él es auxilio, el auxilio siempre presente, el auxilio pronto, alguien que se caracteriza por ser así, auxilio oportuno, amparo que siempre está cerca, no podemos desear algo mejor, ni hallaremos algo semejante en criatura alguna. Que las aguas turbulentas confundan a quienes edifican su confianza sobre un fundamento flotante, pero, no se alarmen los que son guiados a la Roca y en ella encuentran base firme.
Aquí hay gozo para la Iglesia aun en los tiempos penosos.  Si Dios está en nuestros corazones, por Su Palabra que habita ricamente en nosotros, seremos establecidos, seremos ayudados; confiemos, y no tengamos miedo.

   El Dios con quien tenemos que ver es un Dios de majestad digna de reverencia. La soberanía universal y absoluta de un Dios santo sería demasiado terrible para siquiera pensarla, si no fuera ejercida por su Hijo desde un trono de gracia; pero ahora es terrible sólo para los hacedores de iniquidad. Mientras su pueblo expresa confianza y gozo, y se animan unos a otros a servirle, sométanse los pecadores a su autoridad y acepten su salvación.
Jesucristo someterá a los suyos, los llevará al redil como ovejas, no para matarlas, sino para guardarlas. Someterá su afecto, y los hará ofrecerse voluntarios en el día de su poder, les dará reposo y satisfacción. Es el lenguaje de toda alma en la gracia. ; Él sabe mejor que yo lo que es bueno para mí.

 Mientras más claro nos sea revelado el Señor y su grandeza, más se espera que abundemos en alabanzas a Él.  

 Todos oigamos esto y apliquémoslo a nosotros mismos. Los pobres corren peligro por el deseo indebido de la riqueza del mundo, y los ricos por tener su gozo en ellas. Antes de presentar la necedad de la seguridad carnal, escojamos  el beneficio y el consuelo de la seguridad santa en la gracia, que disfrutan quienes confían en Dios y no en su riqueza mundana.
En el día del juicio, la iniquidad de nuestros talones, o de nuestros pasos, de nuestros pecados pasados nos acosarán. En esos días la gente perversa, mundana, tendrá temor, pero ¿de dónde debiera temer la muerte el hombre que tiene a Dios con él?

 Hoy el mundo no quiere saber nada  de la Segunda Venida de Cristo y del día del juicio en que Dios llamará a los hombres a rendir cuentas, el Espíritu Santo es el Espíritu de juicio. Corresponde a todos los hijos de los hombres conocer la manera justa de adorar al Señor en espíritu y en verdad. Nuestro gran Dios vendrá en el gran día y hará oír su juicio a quienes no escucharon su ley. Dichosos los que entran en el pacto de gracia por fe en el sacrificio expiatorio del Redentor, y muestran la sinceridad de su amor por sus frutos de justicia.
Cuando Dios rechace los servicios de los que descansan en logros externos, aceptará por gracia a quienes lo buscan con rectitud. Sólo podemos ser aceptados por Dios por un sacrificio, por Cristo, el gran sacrificio, de quien derivan su validez los sacrificios de la ley.
Verdaderos y justos son sus juicios, hasta las conciencias de los pecadores serán forzadas a reconocer la justicia de Dios.



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