} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: ESCUDRIÑANDO LA PALABRA DE DIOS 4

martes, 15 de julio de 2014

ESCUDRIÑANDO LA PALABRA DE DIOS 4


Meditar en la Palabra de Dios es discurrir con nosotros mismos acerca de las grandes cosas en ella contenidas, con una íntima aplicación de la mente y concentración en el pensar. Debemos referirnos constantemente a la palabra de Dios como regla de nuestras acciones, y fuente de nuestro consuelo, hemos de tenerla en nuestros pensamientos noche y día. Con este propósito no hay momento que no sea oportuno para seguir sumergiéndonos, con el oxigeno del Espíritu, más profundamente en la sana doctrina en la Biblia.
-No sé a vosotros, pero cuando como el pan físico sacia el hambre, pero cuanto más me alimento del Pan de Vida produce en mí un insaciable apetito de seguir degustando lo que Dios tiene preparado para darnos a conocer a través de su Palabra.-

Hoy hecho la vista atrás a mi vida y no puedo más que dar gracias a Dios en el nombre de mi Señor y Salvador Jesucristo por rescatarme de aquella muerte eterna en la que me encontraba. No sé cual será tu situación, pero la única solución es Jesucristo. Él es la puerta por la cual, arrepentido, debes pasar; renunciando a tu vida anterior aceptando y obedeciendo a Jesús.
Hay otra puerta muy ancha por donde, los no arrepentidos de sus pecados, caminan y pasan confiando en sus buenas obras y enseñanzas religiosas. Esta senda es fácil, no requiere cambios y todo está permitido, con tal que lo confieses a otro hombre como tú. Para volver una y otra vez al pecado. Son enemigos de Cristo.

 Como este mundo es el reino de Satanás, los inconversos de todo rango, partido y carácter, son incitados por él a oponerse a la causa de Dios, aunque los príncipes de la tierra han sido generalmente los más activos.

Las verdades y los preceptos del cristianismo están en contra de los proyectos mundanos ambiciosos y contra las lujurias.  

 Esos enemigos no pueden mostrar una buena causa para oponerse a un gobierno justo y santo que, si fuera recibido por todos, traería el cielo a la tierra. No pueden esperar el éxito al oponerse a un reino tan poderoso. El Señor Jesús tiene toda potestad en cielo y tierra y es la Cabeza de la iglesia por sobre todas las cosas, a pesar de los incansables esfuerzos de sus enemigos. El trono de Cristo está establecido en su iglesia, que es, en el corazón de los creyentes.

El creyente activo, mientras más es abatido por Dios, ya sea por las reprensiones de la providencia o los reproches de sus enemigos, tomará una postura más firme y se unirá más estrechamente con Él.

El hijo de Dios se sobresalta ante la sola idea de perder la esperanza de tener ayuda en Dios.
Como hijo de Dios, hallo en mi Padre celestial:

1. Seguridad: un escudo para mí;  infinita la ventaja de esa protección.

2. Honra; a quienes Dios reconoce como suyos, tienen verdadera honra sobre ellos.

3. Gozo y liberación. Para levantar  cabeza con gozo en el peor de los momentos, sabiendo que todo me ayudará a bien, reconociendo a Dios como Quien me da motivo y corazón para regocijarme.

 Guardemos con santa reverencia la gloria y majestad de Dios. Examinándonos con seria reflexión; que nuestros pensamientos se ajusten a lo bueno, y se mantengan cerca de ello. Consideremos nuestros caminos al levantarnos y antes de irnos a dormir por la noche, examinemos nuestra conciencia sobre lo que hemos hecho en el día; particularmente lo que hicimos mal, para que nos arrepintamos. Cuando nos despertemos en la noche, meditemos en Dios y en las cosas que convienen a nuestra paz. Debemos considerar nuestros caminos particularmente cuando estamos enfermos.   Cuando hayamos preguntado algo a la conciencia, quedemos serios, callados, esperando una respuesta. No abramos la boca para excusar el pecado. Toda la confianza debe ponerse en la gracia gratuita de Dios, que por la sola fe justifica al verdadero convertido: confiemos en Dios.

Siempre ha sido así, y sigue como siempre dispuesto a oír la oración. El principio más alentador de la oración y el ruego más poderoso es mirarlo a Él como nuestro Rey y nuestro Dios.   El pecado es necedad y los pecadores somos los más grandes de los necios.

  Aprendamos la importancia de la verdad y de la sinceridad en todos los asuntos de la vida. Los mentirosos y los asesinos se parecen al diablo y son sus hijos, por tanto, bien puede esperarse que Dios los aborrezca. Este carácter de los enemigos siguen siendo enemigos de Cristo y de su pueblo.
 En el nacido de nuevo,  el lenguaje de un corazón verdaderamente humillado, de un espíritu quebrantado y contrito bajo grandes aflicciones, enviado para despertar la conciencia y mortificar la corrupción.   La aflicción del cuerpo será tolerable, si tiene consuelo en su alma. La queja más dolorosa de Cristo en sus padecimientos, fue la aflicción de su alma y la falta de la sonrisa de su Padre.
Cada página de la Escritura proclama el hecho de que la salvación pertenece sólo al Señor. El hombre es pecador, cuyo caso sólo puede ser alcanzado por la misericordia; y nunca la misericordia se destaca más que al restaurar a los descarriados.
Podemos orar con buena razón que si es voluntad de Dios, y si Él aún tiene alguna obra para que nosotros o nuestros amigos hagamos en este mundo, nos salve la vida o los salve para servirle aún. Irse y estar con Cristo es lo más dichoso para los santos, pero quedarse en la carne es más provechoso para la iglesia.

 El cristiano va a Dios en busca de socorro. Pero solo Cristo puede invocar al Cielo para que atestigüe su rectitud en todas las cosas. Todas sus obras fueron hechas en justicia y el príncipe de este mundo no encontró nada de qué acusarlo justamente. Pero por nosotros Él sufrió todos los males, sometiéndose a ser acusado de culpa, pero siendo inocente, triunfó sobre todos ellos. El fundamento es “porque el Dios justo prueba la mente y el corazón”. Él conoce la maldad secreta del malo y cómo llevarla a un fin. Él es el testigo de la sinceridad secreta del justo y tiene maneras de establecerla.
Cuando un hombre ha hecho la paz con Dios por todos sus pecados, en función de la gracia y la misericordia, por medio del sacrificio de Su Hijo Jesucristo, puede apelar a la justicia de Dios para decidir, en contraste con sus enemigos.

Debemos dar a Dios la gloria debida a su nombre. ¡Cuán brillante reluce esta gloria aun en este mundo inferior! Es nuestro porque Él nos hizo, nos protege y tiene especial cuidado de nosotros. Su nacimiento, su vida, su ministerio, sus milagros, su sufrimiento, su muerte, su resurrección y su ascensión son conocidas en todo el mundo. Ningún nombre es tan universal, ningún poder e influencia tan generalmente sentida como el del Salvador de la humanidad.   En esta tierra nosotros sólo oímos el excelente nombre de Dios y lo alabamos; pero Él es excelso muy por encima hasta de la bendición y alabanza.

   A veces la gracia de Dios aparece maravillosamente en los niños pequeños. A veces el poder de Dios hace que pasen cosas grandiosas en su iglesia, por medio de instrumentos débiles e improbables, para que pueda aparecer más evidentemente que la excelencia del poder es de Dios y no del hombre.  

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