La ley es espiritual y pone restricciones a
los pensamientos del corazón. Nos equivocamos si creemos que hay pensamientos
libres del conocimiento y del control de Dios. Es un corazón verdaderamente
perverso el que suscita malos pensamientos a partir de la buena ley de Dios. Los que quieren abstenerse de pecar, deben mantener
fuera de su mente el pensamiento mismo del pecado.
Cosa espantosa
es que el pobre clame con justicia contra nosotros.
No te quejes por
un acto de bondad hacia tu hermano; no desconfíes de la providencia de Dios. Lo
que hagas, hazlo libremente, porque Dios ama al dador alegre.
La misericordia de Dios es increíble. Esto va
más allá de lo que nos podemos imaginar y llegar a entender. Algunas personas no aprenderán hasta que su
mundo se haya derrumbado alrededor de ellas. Entonces el arrepentimiento y el
dolor parecen abrir sus ojos a lo que Dios ha estado diciendo desde el
principio.
¿Nos ha separado el pecado de Dios? No importa cuán lejos nos hayamos
ido, Dios nos promete un principio nuevo si tan sólo nos volvemos a Él.
-Yo no sé en tu vida pero en la mía, Su Misericordia, me ha transformado por el poder del Espíritu Santo-
Dios nos ha llamado para que obedezcamos sus
mandamientos, mientras nos recuerda que sus leyes no están escondidas para
nosotros ni fuera de nuestro alcance.
¿He dicho alguna
vez que obedecería a Dios si sólo supiera lo que El quiere de mí? ¿Me he
quejado alguna vez de que la obediencia es demasiado difícil para un simple
humano como yo?
Estas son excusas inaceptables. Las leyes de Dios están
escritas en la Biblia y son claramente evidentes en el mundo que nos rodea. Es
razonable, sensato y benéfico obedecerlas. La parte más difícil cuando
obedecemos las leyes de Dios es simplemente decidir empezar ahora. Pablo se
refiere a este pasaje en Rom 10:5-8.
Cuando llegamos a escoger la vida, obedecer a Dios y
por lo tanto continuar experimentando sus bendiciones Dios no fuerza su voluntad sobre nadie. El nos
deja decidir por nosotros mismos si lo seguimos o si lo rechazamos. Sin
embargo, esta decisión es una cuestión de vida o muerte. Dios quiere que nos
demos cuenta de esto, ya que El quiere que todos nosotros escojamos la vida.
Día a día, en cada nueva circunstancia, debemos afirmar y reforzar este
compromiso.
Los corazones arrepentidos serán circuncidados (Col_2:2 ), por las influencias combinadas de la
Palabra y el Espíritu de Dios, serán tocados sus corazones y purificados de
toda su superstición e incredulidad, se convertirán a la fe de Jesucristo como
su Mesías, un libertador espiritual, y el efecto de su conversión será que
ellos volverán y obedecerán la voz del Señor. El alma prospera cuando conocemos claramente
la verdad en Jesús. Entonces creemos no sólo con el corazón, sino que estamos
dispuestos a confesar con la boca cuando se nos pida. El conocimiento y la fe
enriquecen el alma. Mientras más fuerte es nuestra fe, y más cálido nuestro
amor, más grande será nuestro consuelo. Los tesoros de la sabiduría están
ocultos, no de nosotros, sino para nosotros en Cristo. Fueron
escondidos de los incrédulos orgullosos, pero exhibidos en la persona y la
redención de Cristo.
Nótese el
peligro de las palabras persuasivas: ¡cuántos se destruyen con los disfraces
falsos y las bellas apariencias de principios malos y de las prácticas impías!
Estemos vigilantes y temamos a los que desean seducirnos para cualquier mal,
porque su propósito es corrompernos. Todos los cristianos han recibido al Señor
Jesucristo, al menos por profesión de fe le aceptaron y le tomaron como suyo.
No podemos edificar ni crecer en Cristo si primero, no estamos arraigados o
fundamentados en Él. Estando afirmados en la fe podemos abundar y mejorar más y
más en ella. Dios quita con justicia este beneficio a quienes no lo reciben con
acción de gracias; con justicia, Dios requiere gratitud por sus misericordias.
El amor a Dios,
y la sumisión a su voluntad, son los únicos medios de asegurar las bendiciones
y de evitar muchos males. Lo podemos leer en Pablo en su discurso a los ancianos de Éfeso (Hechos_20:26-30)
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