En la Palabra de Dios
en la Biblia, versión Reina Valera 1960, podemos leer en Efesios 1:17-19:
17 para que el Dios de
nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de
revelación en el conocimiento de él,
18 alumbrando los ojos
de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha
llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,
19 y cuál la
supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la
operación del poder de su fuerza,
Todos los
cristianos debemos ser santos, si no llegamos a ese carácter en la tierra,
nunca seremos santos en la gloria. Los que no son fieles no son santos, no
creen en Cristo ni son veraces a la profesión que hacen de su relación con su
Señor. Por gracia entendemos el amor y el favor libre e inmerecido de Dios, y
las gracias del Espíritu que fluyen, por la paz, todas las demás bendiciones
temporales y espirituales, fruto de lo anterior. No hay paz sin gracia. No hay
paz ni gracia, sino de Dios Padre y del Señor Jesucristo y los mejores santos
necesitan nuevas provisiones de la gracia del Espíritu, y deseos de crecer.
Pablo escribió
esta carta a la iglesia de Éfeso y a todos los creyentes, a fin de darles una
enseñanza profunda en la manera de nutrir y mantener la unidad de la iglesia.
Quiso que circulara esta información importante en forma escrita porque él se
hallaba en prisión y no podía visitar las iglesias personalmente.
Hacía casi treinta años que Pablo era
cristiano. Llevó a cabo tres viajes misioneros y estableció iglesias alrededor
del mar Mediterráneo. Cuando escribió Efesios, se hallaba bajo arresto
domiciliario en Roma (Hechos_28:16 Cuando llegamos a
Roma, el centurión entregó los presos al prefecto militar, pero a Pablo se le
permitió vivir aparte, con un soldado que le custodiase). A pesar de
hallarse preso, tenía la libertad de recibir visitas y escribir cartas.
Éfeso fue una de las cinco ciudades mayores
del Imperio Romano, junto con Roma, Corinto, Antioquía y Alejandría. Pablo
visitó por primera vez Éfeso en su segundo viaje misionero (Hechos_18:19-21 Mas
Pablo, habiéndose detenido aún muchos días allí, después se despidió de los
hermanos y navegó a Siria, y con él Priscila y Aquila, habiéndose rapado la
cabeza en Cencrea, porque tenía hecho voto.
Y
llegó a Éfeso, y los dejó allí; y entrando en la sinagoga, discutía con los
judíos,
los
cuales le rogaban que se quedase con ellos por más tiempo; mas no accedió,
sino
que se despidió de ellos, diciendo: Es necesario que en todo caso yo guarde en
Jerusalén la fiesta que viene; pero otra vez volveré a vosotros, si Dios
quiere. Y zarpó de Efes) y durante su tercer viaje misionero
permaneció allí casi tres años.
Más tarde se
reunió con los ancianos de la iglesia de Éfeso en Mileto (Hechos 20:16-38).
Éfeso era un centro comercial, político y
religioso para toda Asia Menor. El templo a la diosa Artemisa (Diana es su
equivalente romano) se hallaba localizado allí.
Pablo oró para que los efesios conocieran
mejor a Cristo. El es nuestro modelo y cuanto más lo conozcamos, más seremos
como El.
Estudiemos la vida de Jesús en los Evangelios que muestran cómo era
cuando estuvo en la tierra hace dos mil años y conózcanoslo en oración ahora.
¡El conocimiento
personal de Cristo cambiará nuestra vida!
Nuestra esperanza no es un vago sentimiento de
que el futuro será positivo, sino una total seguridad de victoria a través de
Dios que nos viene por el Espíritu Santo que obra en nosotros.
Rom_8:23-24
y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que
tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros
mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.
Porque
en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza;
porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo?
1Pe_3:15 sino
santificad a Dios el Señor en vuestros corazones y estad siempre preparados para presentar
defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la
esperanza que hay en vosotros;
El Espíritu
Santo es el sello de Dios de que le pertenecemos y su depósito o arras nos
garantiza de que El hará lo prometido. El Espíritu Santo es un anticipo, un
depósito, una firma válida en un contrato. Su presencia en nuestras vidas
ratifica que tenemos una fe genuina y prueba que somos hijos de Dios. Ahora su
poder obra en nosotros la transformación de nuestras vidas y es un adelanto del
cambio total que experimentaremos en la eternidad. El propósito de Dios es
ofrecer la salvación al mundo, tal como lo planeó mucho tiempo atrás. Dios es
soberano, El tiene el control.
Cuando tu vida parezca caótica, descansa en esta
verdad: Jesucristo es el Señor y Dios tiene el control. Su propósito para
salvarte no puede frustrarse, no importa lo que Satanás pretenda hacer.
El mundo teme el poder del átomo, pero
nosotros pertenecemos al Dios del universo, el que no solo creó el poder
atómico, sino que también resucitó a Jesucristo de la muerte. El poder
incomparable de Dios está a su alcance para ayudarnos. No hay nada demasiado
difícil para Él.
Después que resucitó de la muerte, Cristo es
ahora la cabeza suprema de la Iglesia, la verdadera autoridad sobre el mundo.
Jesús es el Mesías, el Ungido de Dios, el esperado de Israel, el que enderezará
al mundo quebrantado. Como cristianos debemos tener la certeza de que Dios ha
ganado la victoria final y tiene el control de todo. No necesitamos temer a
ningún dictador, nación, muerte ni al mismo Satanás. El contrato está firmado y
sellado, nuestra espera para obtener la total libertad será por poco tiempo.
Pablo dice en Rom_8:37-39 , Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por
medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la
vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por
venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni
ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo
Jesús Señor nuestro. que nada puede separarnos de Dios y su amor.
La Iglesia debe ser la plena expresión de
Cristo, quien lo llena todo.
Al leer
Efesios, es importante recordar que se escribió a la Iglesia, no a una persona
en particular. Cristo es la cabeza y nosotros somos el cuerpo de su Iglesia
(Pablo usa esta metáfora en Rom_12:4-5 Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros,
pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo
en Cristo, y todos miembros los unos de
los otros; y en Col_3:15, Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que
asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos así como
también a través de todo Efesios). La imagen del cuerpo muestra la unidad de la
Iglesia. Cada miembro se involucra con los demás a medida que van cumpliendo
con la obra de Cristo en la tierra. No debemos intentar trabajar, servir ni
adorar simplemente nosotros. Necesitamos todo el Cuerpo.
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