} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: LA CELEBRACIÓN DE LA CENA DEL SEÑOR

miércoles, 23 de julio de 2014

LA CELEBRACIÓN DE LA CENA DEL SEÑOR





1Cor 11:17  Pero al anunciaros esto que sigue, no os alabo; porque no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor.
1Cor 11:18  Pues en primer lugar, cuando os reunís como iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones; y en parte lo creo.
1Cor 11:19  Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados.
1Cor 11:20  Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor.
1Cor 11:21  Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga.
1Cor 11:22  Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo.

  Las ordenanzas de Cristo, si no nos hacen mejores, tenderán a empeorarnos. Si el uso de ellas no enmienda, endurecerá aun más el corazón. Al reunirse los primeros discípulos,  cayeron en divisiones y partidismos. Los cristianos pueden separarse de la comunión de unos con otros, pero aún ser caritativos unos con otros; se puede continuar en la misma comunión, pero sin ser caritativos. Esto último es división, más que lo primero. Pero ni una ni otra actitud sirve para edificar en medio de la congregación, por lo tanto habrá que disciplinar a los miembros díscolos.
Hay una comida descuidada e irregular de la cena del Señor que se suma a la culpa. Parece que muchos corintios ricos actuaron muy mal en la mesa del Señor, o en las fiestas de amor, que tenían lugar al mismo tiempo que la cena del Señor.
El rico despreciaba al pobre, comía y bebía de las provisiones que traían, antes de permitir la participación del pobre; así, algunos quedaban sin nada, mientras que otros tenían más que suficiente. Lo que hubiera debido ser un vínculo de amor y afecto mutuo fue hecho instrumento de discordia y desunión. Debemos ser cuidadosos para que nada de nuestra conducta en la mesa del Señor parezca tomar a la ligera esa institución sagrada. La cena del Señor no es  ocasión para la glotonería o el festejo, pero no descansemos en las formas externas de la adoración,  antes bien, examinemos nuestros corazones.

 Pablo a los corintios exhortó de este modo (parafraseando):
 Os dije que os alababa por haber guardado las tradiciones que os fueron entregadas; pero ahora debo amonestaros en el nombre del Señor en cuanto a un asunto en que no os alabo, a saber, tocante a la cena del Señor”   No os reunís  a fin de progresar hacia lo mejor, sino para mostraros en lo peor os juntáis. El resultado de semejante forma de reunión debe ser la “condenación”.  Las “disensiones,” o “divisiones” (griego: “cismas”), no son meramente causadas por las diferentes opiniones,  sino por actos abiertos en las fiestas de amor que practicaban los cristianos (ágapes). 
Un segundo abuso estaba en su mente cuando dijo: “en primer lugar,” a saber, el abuso de los dones espirituales, el que también motivó desórdenes 1Co 14:26  ¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación.
 No se refiere aquí al lugar de culto; porque Isidoro de Pelusio niega que hubiese tales lugares especialmente destinados para el culto en el tiempo de los apóstoles,  sino “en la asamblea” o “congregación:” en convocación para el culto, donde debían de predominar el amor, el orden y la armonía. La misma ordenanza instituida para la unificación de los creyentes en un cuerpo, fue hecha por ocasión de “divisiones.”  
 Preciso es que haya herejías, no meramente “cismas” o “divisiones”  como resultado de las “recientes disensiones de la congregación por las diferencias de opinión”   sino también “herejías,” esto es, “cismas que se han infiltrado “Sectas” traducción del mismo griego. ( Hechos_5:17 Entonces levantándose el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, se llenaron de celos; y en Hechos_15:5 Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés.)   
Había en efecto disensiones en las fiestas de amor; pero  Pablo, recordando las palabras de Jesús ( Mat_24:10-12   Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán.  Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.
  Luk_17:1 Dijo Jesús a sus discípulos: Imposible es que no vengan tropiezos; mas ¡ay de aquel por quien vienen! ), prevé que “ha de haber también” separaciones maduradas y partidos establecidos en secesión, como separatistas. Este “preciso es” se debe al pecado en los cristianos profesos que por fuerza lleva sus frutos naturales: éstos son contrarrestados por Dios para probar el carácter de los piadosos así como de los impíos, y para la disciplina de los primeros para gloria.
 El término “herejías” aún no tenía su acepción técnica eclesiástica, que se refiere a errores doctrinarios: significa cismas confirmados.
La regla de San Agustín es una regla de oro respecto a cuestiones relacionadas con la herejía y la catolicidad: “En cuestiones dudosas, debe haber libertad; en las esenciales, unidad; en todas, caridad.”  
Por la desaprobación (reprobación) los heréticos son manifestados (  1Juan_2:19 Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros. )  
  “Comer la cena del Señor” no es posible que ésta se celebre donde cada uno ávidamente se pone a comer “su propia cena,” y algunos quedan excluidos del todo al no habérseles esperado; donde algunos están “embriagados,” y otros están con “hambre”.
El ágape comúnmente precedía a la cena del Señor (como la Pascua fue seguida por la cena del Señor la primera vez que fue celebrada). Era una fiesta social, donde cada uno llevaba su porción, y los ricos llevaban porciones adicionales para los pobres. De esta fiesta se sacaba el pan y el vino para la cena conmemorativa  y era en ésta donde tuvieron lugar los excesos que hacían imposible la verdadera celebración de la cena del Señor, con el verdadero discernimiento de su solemnidad.

 La profanación de la Cena del Señor atrajo la censura de Pablo. Su negligencia o abuso se tradujo en castigo  bajo la forma de enfermedad y aun muerte física. La propia justicia retributiva de Dios puede manifestarse cuando prevalecen estas prácticas. Estos serios problemas estuvieron causados por su falsa comprensión del significado de la Cena del Señor, y de cómo observarla ordenada y generosamente. La iglesia se nutría fundamentalmente de la clase más pobre, incluyendo los esclavos  y aparentemente, los miembros más ricos, no dispuestos a compartir su comida, se adelantaban a tomar su propia cena , y avergonzaban a los que no tenían nada. Después de aclarar el problema   Pablo lo corrige y  manifiesta el desagrado divino por las repudiables prácticas que allí se han entronizado y recomienda un curso de acción apropiado.

  A Pablo le cuesta trabajo creer que entre los creyentes de Corinto existan tan odiosas divisiones, pero ve un propósito divino tras ellas cuando dice que gracias a su existencia se sabrá quién es cismático y quien es fiel en espíritu.
Jesús nos asegura que el Padre, quien nos observa en secreto, nos recompensará en público.

  Jesús como víctima propiciatoria por nuestros pecados, como a aquel que desempeñó al tomar sobre sí nuestras penas y enfermedades (Isa_53:4-6 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
   Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
   Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.)   
Es un llamado a conservar vivos los propósitos y la victoria de la cruz. No es una reactualización mórbida del Calvario, sino una forma de celebrar el triunfo de Cristo en la cruz.

 Así como el acto del bautismo en agua declara o confiesa exteriormente una experiencia interior de salvación por medio de la sangre del Señor Jesús, cada vez que se celebra la Cena del Señor es una poderosa ocasión para confesar la fe. En esta ordenanza, el cristiano confiesa ante todos que no solamente ha creído, sino que no ha olvidado. «En memoria» abarca más que simplemente un recuerdo; la palabra sugiere un «recuerdo activo».
  Se trata de un acto  en el que se «proclama» la muerte del Señor. Se nos dice explícitamente que el acto externo, al tomar el pan y la copa, constituye una confesión activa de fe; que significa literalmente, «anunciáis»  Cada ocasión de participar es una oportunidad de decir, de proclamar, o de confesar: «Por este medio acepto todos los beneficios de la plena redención de Cristo Jesús: perdón, recuperación, fuerza, salud, suficiencia». La Cena del Señor no ha de ser simplemente un recordatorio ritual, sino una confesión activa, mediante la cual activamos la memoria, y nos apropiamos ahora de todo lo que Jesús ha provisto y prometido por medio de su cruz. 
  El nuevo pacto, sellado por la sangre de Jesús, fue profetizado en Jeremias_31:31-34 No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.
   Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.
   Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.
Ese pacto tenía un carácter y un contenido únicos, al asegurar el perdón de los pecados y escribir la ley de Dios en el corazón de los creyentes. El viejo sistema ritualista era reemplazado por el evangelio de Cristo, confirmado por su muerte.




No hay comentarios:

Publicar un comentario