1Cor 11:17 Pero al anunciaros esto que sigue, no os alabo; porque no os
congregáis para lo mejor, sino para lo peor.
1Cor 11:18 Pues en primer lugar,
cuando os reunís como iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones; y en
parte lo creo.
1Cor 11:19 Porque es preciso que
entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros
los que son aprobados.
1Cor 11:20 Cuando, pues, os
reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor.
1Cor 11:21 Porque al comer, cada
uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga.
1Cor 11:22 Pues qué, ¿no tenéis
casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y
avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os
alabo.
Las ordenanzas de Cristo, si no nos hacen
mejores, tenderán a empeorarnos. Si el uso de ellas no enmienda, endurecerá aun
más el corazón. Al reunirse los primeros discípulos, cayeron en divisiones y partidismos. Los
cristianos pueden separarse de la comunión de unos con otros, pero aún ser
caritativos unos con otros; se puede continuar en la misma comunión, pero sin
ser caritativos. Esto último es división, más que lo primero. Pero ni una ni
otra actitud sirve para edificar en medio de la congregación, por lo tanto
habrá que disciplinar a los miembros díscolos.
Hay una comida
descuidada e irregular de la cena del Señor que se suma a la culpa. Parece que
muchos corintios ricos actuaron muy mal en la mesa del Señor, o en las fiestas
de amor, que tenían lugar al mismo tiempo que la cena del Señor.
El rico
despreciaba al pobre, comía y bebía de las provisiones que traían, antes de
permitir la participación del pobre; así, algunos quedaban sin nada, mientras
que otros tenían más que suficiente. Lo que hubiera debido ser un vínculo de
amor y afecto mutuo fue hecho instrumento de discordia y desunión. Debemos ser
cuidadosos para que nada de nuestra conducta en la mesa del Señor parezca tomar
a la ligera esa institución sagrada. La cena del Señor no es ocasión para la glotonería o el festejo, pero
no descansemos en las formas externas de la adoración, antes bien, examinemos nuestros corazones.
Pablo a los corintios exhortó de
este modo (parafraseando):
“Os dije que os alababa
por haber guardado las tradiciones que os fueron entregadas; pero ahora debo
amonestaros en el nombre del Señor en cuanto a un asunto en que no os alabo, a
saber, tocante a la cena del Señor” No
os reunís a fin de progresar hacia lo
mejor, sino para mostraros en lo peor os
juntáis. El resultado de semejante forma de reunión debe ser la
“condenación”. Las “disensiones,” o
“divisiones” (griego: “cismas”), no son meramente causadas por las diferentes
opiniones, sino por actos abiertos en
las fiestas de amor que practicaban los cristianos (ágapes).
Un segundo abuso estaba en su mente
cuando dijo: “en primer lugar,” a saber, el abuso de los dones espirituales, el que también motivó desórdenes 1Co 14:26 ¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de
vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene
interpretación. Hágase todo para edificación.
No se refiere aquí al
lugar de culto; porque Isidoro de Pelusio niega que hubiese tales lugares
especialmente destinados para el culto en el tiempo de los apóstoles, sino “en la asamblea” o “congregación:” en
convocación para el culto, donde debían de predominar el amor, el orden y la
armonía. La misma ordenanza instituida para la unificación de los creyentes en
un cuerpo, fue hecha por ocasión de “divisiones.”
Preciso
es que haya herejías, no meramente “cismas” o “divisiones” como resultado de las “recientes disensiones
de la congregación por las diferencias de opinión” sino también “herejías,” esto es, “cismas
que se han infiltrado “Sectas” traducción del mismo griego. ( Hechos_5:17 Entonces levantándose el sumo sacerdote y todos los que
estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, se llenaron de celos;
y en Hechos_15:5 Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído,
se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la
ley de Moisés.)
Había en efecto
disensiones en las fiestas de amor; pero Pablo, recordando las palabras de Jesús ( Mat_24:10-12 Muchos tropezarán entonces, y se entregarán
unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y
engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se
enfriará.
Luk_17:1 Dijo Jesús a sus
discípulos: Imposible es que no vengan
tropiezos; mas ¡ay de aquel por quien vienen! ), prevé que “ha de haber
también” separaciones maduradas
y partidos establecidos en secesión, como separatistas. Este “preciso es” se
debe al pecado en los cristianos profesos que por fuerza lleva sus frutos
naturales: éstos son contrarrestados por Dios para probar el carácter de los
piadosos así como de los impíos, y para la disciplina de los primeros para
gloria.
El término “herejías” aún no tenía su acepción
técnica eclesiástica, que se refiere a errores doctrinarios: significa cismas confirmados.
La regla de San
Agustín es una regla de oro respecto a cuestiones relacionadas con la herejía y
la catolicidad: “En cuestiones dudosas, debe haber libertad; en las esenciales,
unidad; en todas, caridad.”
Por la desaprobación (reprobación) los
heréticos son manifestados ( 1Juan_2:19
Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque
si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron
para que se manifestase que no todos son de nosotros. )
“Comer la cena del Señor” no es posible que ésta se celebre
donde cada uno ávidamente se pone a comer “su propia cena,” y algunos quedan
excluidos del todo al no habérseles esperado; donde algunos están “embriagados,”
y otros están con “hambre”.
El ágape comúnmente precedía a la cena
del Señor (como la Pascua fue seguida por la cena del Señor la primera vez que
fue celebrada). Era una fiesta social, donde cada uno llevaba su porción, y los
ricos llevaban porciones adicionales para los pobres. De esta fiesta se sacaba
el pan y el vino para la cena conmemorativa
y era en ésta donde tuvieron lugar los excesos que hacían imposible la verdadera celebración de la cena del
Señor, con el verdadero discernimiento de su solemnidad.
La profanación de la Cena del Señor atrajo la censura de
Pablo. Su negligencia o abuso se tradujo en castigo bajo la forma de enfermedad y aun muerte
física. La propia justicia retributiva de Dios puede manifestarse cuando
prevalecen estas prácticas. Estos serios problemas estuvieron causados por su
falsa comprensión del significado de la Cena del Señor, y de cómo observarla
ordenada y generosamente. La iglesia se nutría fundamentalmente de la clase más
pobre, incluyendo los esclavos y
aparentemente, los miembros más ricos, no dispuestos a compartir su comida, se
adelantaban a tomar su propia cena ,
y avergonzaban a los que no tenían nada. Después de aclarar el problema Pablo lo corrige y manifiesta el desagrado divino por las
repudiables prácticas que allí se han entronizado y recomienda un curso de
acción apropiado.
A Pablo le cuesta trabajo creer que entre los
creyentes de Corinto existan tan odiosas divisiones, pero ve un propósito divino tras ellas cuando dice que
gracias a su existencia se sabrá quién es cismático y quien es fiel en
espíritu.
Jesús nos
asegura que el Padre, quien nos observa en secreto, nos recompensará en público.
Jesús como víctima propiciatoria por nuestros
pecados, como a aquel que desempeñó al tomar sobre sí nuestras penas y
enfermedades (Isa_53:4-6 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros
dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
Mas él
herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de
nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas,
cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos
nosotros.)
Es un llamado a
conservar vivos los propósitos y la victoria de la cruz. No es una
reactualización mórbida del Calvario, sino una forma de celebrar el triunfo de
Cristo en la cruz.
Así como el acto
del bautismo en agua declara o confiesa exteriormente una experiencia interior
de salvación por medio de la sangre del Señor Jesús, cada vez que se celebra la
Cena del Señor es una poderosa ocasión para confesar la fe. En esta ordenanza,
el cristiano confiesa ante todos que no solamente ha creído, sino que no ha
olvidado. «En memoria» abarca más que simplemente un recuerdo; la palabra
sugiere un «recuerdo activo».
Se trata de un acto en el que se «proclama» la muerte del Señor.
Se nos dice explícitamente que el acto externo, al tomar el pan y la copa,
constituye una confesión activa de fe; que significa literalmente,
«anunciáis» Cada ocasión de participar
es una oportunidad de decir, de proclamar, o de confesar: «Por este medio acepto todos los beneficios de la
plena redención de Cristo Jesús: perdón, recuperación, fuerza, salud,
suficiencia». La Cena del Señor no ha de ser simplemente un recordatorio
ritual, sino una confesión activa, mediante la cual activamos la memoria, y nos
apropiamos ahora de todo lo que
Jesús ha provisto y prometido por medio de su cruz.
El nuevo pacto, sellado por la
sangre de Jesús, fue profetizado en Jeremias_31:31-34
No como el pacto que hice con sus padres el
día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos
invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.
Pero este es el pacto que haré con la casa
de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la
escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me
serán por pueblo.
Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni
ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán,
desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque
perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.
Ese pacto tenía
un carácter y un contenido únicos, al asegurar el perdón de los pecados y
escribir la ley de Dios en el corazón de los creyentes. El viejo sistema
ritualista era reemplazado por el evangelio de Cristo, confirmado por su
muerte.
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