La
Fiesta de los Tabernáculos se narra en Levítico 23:34 Habla a los hijos de Israel y diles: A los quince días de este mes séptimo será la fiesta solemne de los tabernáculos a Jehová por siete días.
Este hecho tenía lugar en octubre, alrededor de seis meses después de la
celebración de la Pascua.
La fiesta conmemoraba los días en que los israelitas peregrinaban por el
desierto y vivían en tiendas.
Enramadas: Esta fiesta la
celebraban los israelitas al término de la cosecha. Construían chozas con
ramas, para recordar la vida de los antepasados en el desierto, después de la
salida de Egipto. Durante esta fiesta, cada día se llevaba agua desde el
estanque de Siloé hasta el templo. Un coro repetía Isaías
12:3-5 Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación. Y diréis en aquel día: Cantad a Jehová,
aclamad su nombre, haced célebres en los pueblos sus obras, recordad que su
nombre es engrandecido.
Cantad salmos a Jehová, porque ha hecho cosas magníficas; sea sabido
esto por toda la tierra..., y luego el sacerdote vertía el
agua en tierra.
A
los hermanos de Jesús les resultaba difícil creer en El. A la larga, algunos de
estos hermanos llegarían a convertirse en líderes de la iglesia (Santiago, por
ejemplo), pero durante varios años se avergonzaron de Jesús. Después de la
muerte y resurrección de Jesús, por fin creyeron.
Hoy
en día tenemos toda razón de creer porque contamos con la narración completa de
los milagros, la muerte y la resurrección de Jesús. También contamos con la
evidencia de lo que el evangelio ha obrado en la vida de las personas a través
de los siglos. No perdamos esta oportunidad de creer en el Hijo de Dios.
Como
el mundo odiaba a Jesús, quienes lo seguimos podemos esperar que la gente
también nos odie. Si las circunstancias marchan demasiado bien, preguntémonos
si seguimos a Cristo como debiéramos. Podemos estar agradecidos cuando la vida
transcurre sin dificultad, pero debemos asegurarnos de que no sea a costa de
seguir a Cristo a medias o de no seguirlo.
Así
hoy, en muchos lugares del planeta, nuestros hermanos en la fe de Cristo son
perseguidos y ejecutados. Es terrible lo
que está aconteciendo. Ayer sin ir más lejos el ISIS, ese estado islámico que
quiere expandirse y volver al siglo VII, ha publicado un video que al parecer
es estremecedor. Todo es licito verlo, pero no todo conviene ser visto pues lo
que entra por los ojos, queda en el cerebro y como conozco el resultado de ver
ciertas cosas, mejor evito se cuelen ciertas cosas que no son edificantes para
el espíritu. El príncipe de este mundo, está dando sus coletazos y apretando el
acelerador del terror contra todo lo que represente la fe en Jesucristo, los
seguidores del Evangelio de Jesús y los que hemos nacido de nuevo por la fe en
Jesucristo en todo el mundo. Aun vendrán tiempos peores, la Palabra de Dios en
la Biblia así nos lo hace saber. Por eso debemos, ahora que podemos, dedicar
todo el tiempo posible a conocer con mayor profundidad todas las enseñanzas que
se encierran en la Palabra, para apartarnos de los falsos profetas y sus falsas
enseñanzas. Insisto, es de vital importancia conocer el Verdadero Evangelio de
Jesús para con la ayuda del Espíritu Santo fortalecer nuestro carácter, abrir
el entendimiento para adquirir la Sabiduría que procede de Dios Padre, que da
sobremanera a quienes la buscan.
Jesús
vino con el regalo más grande ofrecido jamás, el perdón de los pecados a todos
los que creen en Él
Los
líderes religiosos lo odiaban y muchos rechazaban su regalo de salvación no
importaba lo que dijera o hiciera. Cuanto más enseñaba y obraba Jesús en
público, más problemas causaban dichos líderes a Jesús y a sus seguidores. De
modo que era necesario que Jesús enseñase y obrase con la mayor discreción
posible. Muchas personas hoy en día cuentan con el privilegio de enseñar,
predicar y adorar públicamente enfrentándose a muy poca persecución. Estos
creyentes debieran estar agradecidos y aprovechar al máximo sus oportunidades
de proclamar el evangelio. Es un privilegio inmerecido, que Dios da a aquellos
que Él en Su Soberanía decide.
Los
líderes religiosos tenían gran influencia sobre la gente común. Al parecer no
pudieron hacerle gran cosa a Jesús durante este tiempo, pero amenazaban a
cualquiera que pudiera apoyarlo públicamente. La expulsión de la sinagoga era
una de las represalias por creer en Cristo. Para un judío, esto constituía un
castigo severo.
¡Todos
hablaban de Jesús! Pero cuando llegó el momento de hablar a su favor en
público, callaron. Tuvieron temor. El temor puede ahogar nuestro testimonio.
Aunque muchos hablan de Cristo en la iglesia, cuando llega el momento de hacer
una declaración pública de fe, a menudo sienten vergüenza. Jesús dice que nos
reconocerá delante de Dios si lo reconocemos delante de los hombres (Mat_10:32 A cualquiera,
pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante
de mi Padre que está en los cielos). ¡Tengamos valor! ¡Hablemos de
Cristo!
Los
que procuramos conocer la voluntad de Dios y cumplirla sabemos de forma
intuitiva que Jesús dijo la verdad. ¿Hemos escuchado alguna vez a oradores
religiosos y nos hemos preguntado si
decían la verdad? Debemos probarlos: (1) sus palabras deben estar de acuerdo
con la Biblia, no contradecirla; (2) sus palabras deben señalar a Dios y a su
voluntad, no a ellos mismos.
Los
fariseos pasaban sus días tratando de alcanzar la santidad mediante la
observación de las reglas meticulosas que habían agregado a la Ley de Dios. Todo
de forma externa, para ser vistos y admirados. La acusación de Jesús de que no
guardaban la Ley de Moisés los hirió profundamente. A pesar del pomposo orgullo
propio y del que sentían por sus reglas, ni siquiera llegaban a cumplir con su
religión legalista, pues vivían muy por debajo de lo que requería la Ley de
Moisés. El homicidio sin duda iba en contra de la Ley. Los seguidores de Jesús
debemos hacer más de lo que
demanda la ley moral y esto no se logra con añadiduras a sus requisitos, sino
yendo por encima y por debajo de los simples permisos y prohibiciones de la ley
para llegar al espíritu de la misma.
A
Jesús lo llamaron bueno, engañador, endemoniado, el Cristo y el profeta. Debemos determinar en nuestras
mentes quién era Jesús, sabiendo que cualquier cosa que decidamos tendrá
consecuencias eternas.
Una
tradición popular decía que el Mesías sencillamente aparecería. Pero los que
creían esta tradición pasaban por alto las Escrituras que anunciaban con
claridad el lugar de nacimiento del Mesías (Miqueas_5:2
Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar
entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus
salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad).
Las
palabras de Jesús, "Venga a mí y beba", hacían alusión al tema de
muchos pasajes bíblicos que hablan acerca de las bendiciones generadoras de
vida del Mesías (Isaias_12:2-3 He aquí Dios es salvación mía; me aseguraré y no temeré;
porque mi fortaleza y mi canción es JAH Jehová, quien ha sido salvación para
mí.
Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación;
Isaias_44:3-4 Porque
yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu
derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos; y brotarán
entre hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas.
;
Isaias_58:11 Jehová
te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus
huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas
nunca faltan). Al prometer dar el Espíritu Santo a todo el que creyese,
Jesús declaraba ser el Mesías, ya que eso era algo que solo el Mesías podía
hacer.
Jesús
usó la expresión agua viva en para referirse a la vida eterna. Aquí utiliza
la expresión para referirse al Espíritu Santo. Los dos van juntos: dondequiera
que se acepte el Espíritu Santo, trae vida eterna. El Espíritu Santo dio poder
a los seguidores de Jesús en Pentecostés y desde entonces ha estado al alcance de todos
los que aceptan a Jesús como Salvador.
La
multitud hacía preguntas acerca de Jesús. Algunos creían, otros eran hostiles y
otros lo descalificaban como Mesías porque era de Nazaret, no de Belén. Pero El
nació en Belén, aunque creció
en Nazaret. Si hubiesen prestado más atención, no habrían arribado a
conclusiones erróneas. Cuando busquemos la verdad de Dios, asegurémonos de
escudriñar la Biblia con atención y reflexión conservando abierto el corazón.
No lleguemos a conclusiones antes de informarnos bien de lo que dice la Biblia.
Aunque
los romanos gobernaban Palestina, daban autoridad a los líderes religiosos judíos
en los casos de asuntos civiles y religiosos de menor cuantía. Los líderes
religiosos supervisaban a sus propios alguaciles y los investían de poder para
arrestar a cualquiera que provocase un disturbio o quebrantase cualquiera de
sus leyes ceremoniales. Como dichos líderes desarrollaron cientos de leyes
triviales, resultaba casi imposible que cualquiera, incluso ellos mismos,
escapase de quebrantar, pasar por alto o al menos desconocer alguna en un
momento dado. Pero estos alguaciles no podían encontrar justificación para
arrestar a Jesús. Y al escucharlo con la intención de descubrir alguna
evidencia, no pudieron evitar escuchar las maravillosas palabras que decía.
Los
líderes judíos se veían como un grupo selecto que era el único poseedor de la
verdad, y rechazaban la verdad en cuanto a Cristo porque no había partido de ellos. Es fácil pensar que somos
dueños de la verdad y que los que no están de acuerdo con nosotros están
totalmente equivocados. Pero la verdad de Dios está al alcance de todos. No copiemos
la actitud egoísta y estrecha de los fariseos.
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