Cristo
curó a muchos que eran ciegos por enfermedad o accidente; aquí sana a uno que
nació ciego. Así mostró su poder para socorrer en los casos más desesperados, y
la obra de su gracia en las almas de los pecadores, que da vista a los que son
ciegos por naturaleza. Este pobre hombre no podía ver a Cristo, pero Cristo lo
vio a Él. Y si sabemos o captamos algo de Cristo se debe a que primeramente
fuimos conocidos por Él. Cristo habla de calamidades extraordinarias, que no
siempre tienen que considerarse como castigos especiales del pecado; a veces,
son para la gloria de Dios y para manifestar sus obras.
Nuestra
vida es nuestro día en el que nos corresponde hacer el trabajo del día. Debemos
estar ocupados y no desperdiciar el tiempo del día; el tiempo de reposo será
cuando nuestro día esté terminado, porque no es sino un día. El acercamiento de
la muerte debiera estimularnos para aprovechar todas las oportunidades de hacer
y recibir el bien. Debemos hacer rápidamente el bien que tengamos oportunidad
de hacer. Y aquel que nunca hace una buena obra hasta que no hay nada que
objetar contra ella, dejará más de una buena obra sin hacer, Eclesiastés 11,:4 El que
al viento observa, no sembrará; y el que mira a las nubes, no segará.
Cristo
magnificó su poder al hacer que un ciego viera, haciendo lo que uno pensaría
como más probable para deslumbrar a uno que ve. La razón humana no puede juzgar
los métodos del Señor que usa medios e instrumentos que los hombres desprecian.
Sin duda el ciego, no sabía que la tierra y la saliva habían llegado a sus
ojos. Jesús puso a prueba la obediencia del ciego, al enviarlo al estanque de
Siloé. Dicho estanque, al parecer se encontraba a cierta distancia, y su agua
había sido canalizada para evitar el peligro de salir a buscarla. Los que serán
sanados por Cristo deben ser probados y gobernados
por Él. El ciego aunque no podía ver a
Jesús, si podía escuchar lo que decía y sin duda alguna habría oído las
enseñanzas de Jesús. Regresó desde el estanque maravillándose y maravillado, se
fue viendo. Esto representa los beneficios de prestar atención a las ordenanzas
señaladas por Cristo; las almas llegan débiles y se van fortalecidas; llegan
dudando y se van satisfechas; llegan de duelo y se van jubilosas; llegan ciegas
y se van viendo.
Se
sabe que aquellos cuyos ojos son abiertos y sus corazones limpiados por la
gracia, son las mismas personas, pero de carácter completamente diferente, y
viven como monumentos de la gloria del Redentor y recomiendan su gracia a todos
los que desean la misma preciosa salvación. Baste mirarnos y reconocer qué, en
nuestra imperfección, algún cambio se ha producido tras nacer de nuevo. Bueno
es fijarse en el camino y el método de las obras de Dios y se verán más
maravillosas.
Apliquémonos
esto espiritualmente.
En
la obra de gracia obrada en el alma vemos el cambio, pero no vemos la mano que
lo efectúa: el camino del Espíritu es como el del viento, del cual uno oye el
sonido, pero no puede decir de dónde viene ni adónde va.
Cristo
no sólo obró milagros en el día de reposo, pero su modo hizo que se ofendieran
los judíos, porque pareció no ceder ante los escribas ni los fariseos. El celo
de ellos por los puros ritos, por lo externo, consumió los asuntos importantes
de la religión; por tanto, Cristo no quiso darles cabida. Además, se permiten
las obras de necesidad y de misericordia y el reposo sabático debe guardarse
para la obra del día de reposo. ¡Cuántos ojos cegados han sido abiertos
predicando el evangelio en el día del Señor! ¡Cuántas almas impotentes son
curadas en ese día! Muchos juicios impíos y despiadados vienen de los hombres
que agregan sus propias fantasías a los designios de Dios. ¡Qué perfecto en
sabiduría y santidad es nuestro Redentor, cuando sus enemigos no pudieron
hallar nada en su contra, sino la acusación de violar el día de reposo, tan a
menudo refutada! Seamos capaces de silenciar la ignorancia de los hombres
necios haciendo el bien.
Los
fariseos esperaron vanamente resistir este notable milagro. Esperaban a un
Mesías, pero no toleraban pensar que este Jesús fuera Aquel, porque sus
preceptos eran del todo contrarios a las tradiciones de ellos, y porque tenían
la expectativa de un Mesías con pompa y esplendor externo. El temor del hombre
pondrá lazo, Proverbios 29:25 El temor del hombre
pondrá lazo; Mas el que confía en Jehová será exaltado.
a
menudo, hace que la gente niegue y desconozca a Cristo, sus verdades y caminos,
y actúe contra sus conciencias. El indocto y pobre, que son de corazón simple,
extraen rápidamente deducciones apropiadas de las pruebas de la luz del
evangelio, pero aquellos cuyos deseos son de otro camino, aunque estén siempre
aprendiendo, nunca llegan al conocimiento de la verdad.
Como
las misericordias de Cristo son de valor supremo para quienes perciben sus
necesidades, eran ciegos y ahora ven; así, los afectos más poderosos y
duraderos por Cristo surgen de conocerle verdaderamente.
Aunque
no podemos decir cuándo, cómo y por cuales pasos se obró el cambio bendito de
la obra de gracia en el alma, aun así, podemos tener el consuelo, si por gracia
podemos decir: Yo era ciego, pero ahora veo. Yo llevaba una vida mundana
sensual pero ahora, gracias a Dios, es lo contrario, Efesios 5:8 Porque en otro tiempo
erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz
Indudablemente
prodigiosa es la incredulidad de los que disfrutan los medios de conocimiento y
convicción. Todos los que han sentido el poder y la gracia del Señor Jesús, se
maravillan ante la disposición voluntaria de otros que le rechazan. Este les
discute con fuerza que no sólo Jesús no era pecador, sino que era de Dios. Que
cada uno de nosotros podamos saber por esto si somos o no de Dios: ¿Qué
hacemos? ¿Qué hacemos por Dios? ¿Qué hacemos por nuestra alma?
Cristo
reconoce a quienes le reconocen a Él, su verdad y sus caminos. Se nota en
particular a los que sufren en la causa de Cristo y del testimonio de una buena
conciencia. Nuestro Señor Jesús se revela por gracia al hombre. Ahora éste fue
hecho sensato; qué misericordia inexpresable fue ser curado de su ceguera, para
que pudiera ver al Hijo de Dios. Nadie sino Dios debe ser adorado; así que, al
adorar a Jesús, le reconoció como Dios. Le adorarán todos los que creen en Él.
Cristo
vino al mundo a dar vista a los espiritualmente ciegos. Además, para que los
que ven sean cegados, para que los que tienen un elevado concepto de su propia
sabiduría, sean sellados en su ignorancia. La predicación de la cruz era
considerada locura por quienes no conocieron a Dios por la sabiduría carnal.
Nada fortifica los corazones corruptos de los hombres contra las convicciones
de la palabra más que la elevada opinión que los otros tienen de ellos, como si
todo lo que los hombres aplauden, debiera ser aceptado por Dios.
Cristo
los silenció, pero persiste el pecado del vanidoso y del que confía en sí
mismo, ellos rechazan el evangelio de la gracia, por tanto, la culpa de su
pecado sigue sin ser perdonada, y el poder de su pecado sigue intacto.
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