} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: ESCUDRIÑANDO LA PALABRA DE DIOS 5

miércoles, 16 de julio de 2014

ESCUDRIÑANDO LA PALABRA DE DIOS 5


 
 Si queremos alabar a Dios aceptablemente, debemos alabarle con sinceridad, con todo nuestro corazón. Cuando damos gracias por alguna misericordia en particular, debemos recordar sus misericordias anteriores. Los triunfos del Redentor deben ser los triunfos del redimido.
La omnipotencia de Dios es tal que Sus enemigos más fuertes y empecinados no pueden resistir. Estamos seguros que el juicio de Dios es según verdad y que en Él no hay injusticia.

Por fe los nacidos de nuevo, su pueblo, pueden acudir a Él como Refugio de ellos, y pueden confiar en su poder y en su promesa y descansar en Él. Quienes saben que Él es el Padre eterno, le confiarán sus almas como cuidado principal, y confiarán en Él en todo tiempo, aun en el final, y por el cuidado constante procurarán ser aprobados por Él en todo el curso de sus vidas. ¿Quién es el que no busca a Aquel que nunca ha abandonado a quienes le buscan?
  Quienes creen que Dios es para ser grandemente alabado, no sólo desean alabarle mejor; también desean que otros se unan a ellos. Vendrá el día en que se verá que Él no ha olvidado el clamor del humilde, tampoco el grito de la sangre de ellos ni el clamor de sus oraciones.
Nunca somos llevados tan bajo, tan cerca de la muerte, que Dios no pueda levantarnos. Si nos ha salvado de la muerte espiritual eterna, podemos esperar que en todos nuestros padecimientos Él sea una ayuda muy presente para nosotros.
La providencia soberana de Dios ordena así con frecuencia que los perseguidores y los opresores sean llevados a la ruina por los proyectos que formaron para destruir a los cristianos nacidos de nuevo.

Los borrachos se matan, los pródigos mendigan, los contenciosos se acarrean mal a ellos mismos, así los pecados de los hombres pueden leerse en sus castigos y queda claro para todos que la destrucción de los pecadores es de ellos mismos. Toda maldad vino originalmente con el malo del infierno; y quienes siguen en el pecado, deben ir a ese lugar de tormento. El verdadero estado, de naciones y de individuos, puede estimarse correctamente por esta sola regla: si en sus obras recuerdan u olvidan a Dios.
  Es raro que el hombre, polvo en su origen, pecador por su caída, al que se le recuerda continuamente ambas cosas por todo lo que hay en Él y acerca de Él, deba aún necesitar una aguda aflicción, un grave castigo de parte de Dios, para ser llevado al conocimiento de sí mismo y hacerlo sentir quién es y lo que es.

  Las oraciones fingidas son estériles, pero si nuestro corazón dirige nuestras oraciones, Dios las responderá con su favor. El cristiano  genuino acostumbraba a orar, de modo que no es su intranquilidad ni el peligro lo que principalmente lo lleva ahora a su deber. Su fe lo anima a esperar que Dios tome nota de sus oraciones.
Una buena prueba de nuestra integridad es la constante resolución contra los pecados de la lengua y velar en ello. Conscientes de la propensión del hombre a las malas obras, y de sus tentaciones peculiares, hagamos de la palabra de Dios nuestra protección contra los caminos de Satanás que lleva  a la destrucción. Si evitamos cuidadosamente los caminos del pecado, será muy consolador en la reflexión, cuando estemos en problemas. Quienes por gracia andan en los caminos de Dios deben pedir que su andar sea conservado en esas sendas.
Los que siguen y perseveran en los caminos de Dios deben, por la fe y la oración, recibir nuevas raciones diarias de gracia y fuerza de su parte.
Le digo a mi Padre:
 ¡¡Señor sostenme todavía un poco más. Muestra tus maravillosas misericordias, tus favores especiales, no misericordias comunes, pero sé bueno conmigo; haz como acostumbras a hacer a los que aman tu nombre!!

  Quienes aman verdaderamente a Dios pueden triunfar en Él como Roca y Refugio de ellos y, con confianza, pueden invocarle. Bueno es que nosotros observemos todas las circunstancias de una misericordia que magnifica el poder de Dios y su bondad para nosotros.  Dios es un Dios que oye la oración.  

Los cielos declaran la gloria de Dios y proclaman su sabiduría, poder y bondad, para que todos los impíos queden sin excusa. Por sí mismos los cielos dicen ser obras de las manos de Dios, porque deben tener un Creador eterno, infinitamente sabio, poderoso y bueno. El contraste de día y noche es una gran prueba del poder de Dios y nos llama a observar que en el reino de la naturaleza, como en el de la providencia, Él forma la luz y crea la oscuridad, y contrapone la una a la otra. El sol del firmamento es un emblema del Sol de justicia, el Esposo de la iglesia, y la Luz del mundo, que por su evangelio difunde luz y salvación divinas a las naciones de la tierra. Él se deleita en bendecir a su iglesia con la cual se ha desposado; y su curso será inagotable como el del sol hasta que toda la tierra esté llena con su luz y su salvación. Oremos por la época en que Él iluminará, alegrará y hará fértil a toda nación de la tierra con esa bendita salvación.

No hay lenguaje ni palabras, pero se oye su voz. Todo pueblo puede oír en su propio idioma a los predicadores que cuentan las obras maravillosas de Dios. Demos la gloria a Dios por todo consuelo y provecho que tenemos por las luces del cielo, aun mirando arriba y más allá de ellas hacia el Sol de justicia.

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