} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: ESCUDRIÑANDO LA PALABRA DE DIOS 2

lunes, 14 de julio de 2014

ESCUDRIÑANDO LA PALABRA DE DIOS 2




 Cuando oímos la palabra de Dios debemos aprenderla; y lo aprendido tenemos que ponerlo en práctica, porque ese es el propósito de escuchar y aprender, no llenar nuestra cabeza de ideas o nuestra boca de palabras, sino dirigir nuestros afectos y nuestra conducta.

 De manera semejante los ministros de Cristo tienen que enseñar a sus iglesias todo lo que Él ha mandado, ni más ni menos. El temor de Dios en el corazón será el principio más poderoso para la obediencia. Es altamente deseable que no sólo nosotros, sino también nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos tengan temor del Señor.  

Hay una advertencia estricta contra toda amistad y comunión con los ídolos y los idólatras. Los que están en comunión con Dios no deben participar con las obras infructuosas de las tinieblas.   La comprensión correcta de la maldad del pecado y del misterio del Salvador crucificado nos capacitará para entender la justicia de Dios en todos los castigos, temporales y eternos. Tenemos que enfrentar con decisión las concupiscencias que batallan contra nuestra alma, no les mostremos misericordia, mortifiquémoslas, crucifiquémoslas y destruyámoslas por completo.
Se cuentan por millares los cristianos en el mundo de ahora los que han sido destruidos por matrimonios impíos; porque mayor es la probabilidad de que lo bueno sea pervertido, que lo malo sea convertido. Quienes al elegir cónyuge no se mantienen dentro de los límites de la fe profesada, no pueden prometerse ayudas idóneas para sí.
  No podemos servir a Dios y a mamón; ni adorar al Dios verdadero y los ídolos; ni confiar en Jesucristo y en las supersticiones y en la justicia propia.

 Debemos estar bien familiarizados con las verdades y preceptos de la Biblia; porque podemos esperar que se nos pruebe por la tentación al mal bajo la apariencia de lo bueno, del error disfrazado de verdad, nada puede oponerse directamente a tales tentaciones salvo el testimonio claro y expreso de la palabra de Dios en sentido contrario. Es una prueba de sincero afecto a Dios que a pesar de engañosas simulaciones no sean llevados a abandonar a Dios para seguir a otros dioses para servirles.
   Dios nos ha dado tres privilegios distintivos,  las bendiciones espirituales de las cosas celestiales con que Dios nos ha bendecido en Cristo.
Primero, la elección: “El Señor te ha escogido”    nos  eligió para que pudiéramos  serlo por Su gracia.
 Segundo, la adopción: “Hijos sois de Jehová vuestro Dios”, no porque Dios necesitase hijos sino porque éramos huérfanos y necesitábamos un padre. Cada israelita espiritual es verdadero hijo de Dios, partícipe de Su naturaleza y favor.
Tercero, la santificación: “Eres pueblo santo”. Se le exige al pueblo de Dios que sea santo, y si son santos, están endeudados con la gracia de Dios que los hace así. A quienes Dios elige para ser sus hijos, los formará para que sean un pueblo santo y celoso de buenas obras. Debemos ser cuidadosos para evitar todo lo que pueda producir deshonra a nuestra profesión de fe ante los ojos de quienes esperan vernos vacilar. Nuestro Padre celestial nada prohíbe que no sea por nuestro bienestar. No te hagas daño; no arruines tu salud, tu reputación, tus comodidades domésticas, la paz de tu mente. Especialmente, no asesines tu alma. No seas esclavo vil de tus apetitos y pasiones. No hagas miserables a los que te rodean y no traigas ignominia sobre ti; apunta a lo que es más excelente y útil.
  Claro está en el evangelio que estas leyes ahora han sido dejadas de lado, pero preguntemos a nuestro corazón, ¿Somos los hijos del Señor nuestro Dios? ¿Estamos separados del mundo impío, apartados para la gloria de Dios, comprados por la sangre de Cristo? ¿Estamos sometidos a la obra del Espíritu Santo? Señor, ¡enséñanos con aquellos preceptos con cuánta pureza y santidad debe vivir todo tu pueblo!

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