He aquí una
parábola o símil tomado de las costumbres del Oriente para el manejo de las
ovejas. Los hombres, como criaturas que dependen de su Creador, son llamados
ovejas de su prado. Las ovejas son los únicos animales que se pueden pastorear;
son mansas. Por el contrario, las cabras son difíciles de guiar, van, podíamos así
decirlo, por libre. Así del mismo modo hay dos clases de hombres, los que se
dejan guiar y reconocen sus pecados; y los otros que viven según sus principios
y se creen autosuficientes.
La Iglesia de
Dios en el mundo es como un redil de ovejas, expuesto a los engañadores y los
perseguidores. El gran Pastor de las ovejas conoce a todas las suyas, las cuida
por su providencia, las guía por su Espíritu y su Palabra, y va delante de
ellas, como los pastores orientales iban delante de sus ovejas para ponerlas en
el camino tras sus pasos. Cuando
llegaban a nuevos pastos, el pastor examinaba el terreno, en busca de peligros,
que por aquel entonces, y según he podido averiguar, provenían de una especie
de culebra que mordía el hocico de la oveja y las mataba. Para evitar posibles
mordeduras, el pastor untaba una por una, cada hocico con una mezcla de aceite
de oliva y mirra. Actuando de repelente, manteniéndolas así a salvo.
Los ministros,
del mismo modo, deben servir a las
ovejas en sus preocupaciones espirituales, porque no todas ellas se fortalecen
por igual. El Espíritu de Cristo les pondrá por delante una puerta abierta. Las
ovejas de Cristo obedecerán a su Pastor y serán cautelosas y tímidas con los
extraños que las quieran sacar de la fe en Él y llevarlas a las fantasías sobre
Él.
Muchos que oyen
la palabra de Cristo no la entienden porque no quieren, pero nosotros
hallaremos que un pasaje explica a otro al otro, y el Espíritu bendito da a
conocer al bendito Jesús. Muchos quieren ver para creer, cuando la escritura
dice que si crees veras. No hay mas ciego que aquel que no quiere oír, porque
la fe, no entra por la vista, sino por oír, escuchar la Palabra de Dios.
Cristo es la
Puerta, ¿y qué mayor seguridad tiene la Iglesia de Dios que el Señor Jesús esté
entre ella y todos sus enemigos? Él es una puerta abierta para pasar y
comunicar. He aquí instrucciones claras sobre cómo entrar al redil; debemos
entrar por Jesucristo en cuanto es la Puerta. Por fe en Él como el gran
Mediador entre Dios y el hombre. Además, tenemos promesas preciosas para los
que obedecen esta instrucción. Cristo da todo el cuidado a su Iglesia, y a cada
creyente, que un buen pastor da a su rebaño y Él espera que la Iglesia, y cada
creyente, le atienda y se mantenga en sus pastos.
Cristo es el
Buen Pastor. Muchos no eran ladrones, pero fueron negligentes con su deber, y
el rebaño fue muy dañado por su descuido. Los malos principios son la raíz de
las malas costumbres.
El Señor Jesús
sabe a quienes ha escogido y está seguro de ellos, también ellos saben en quien
confiaron y están seguros de Él.
He aquí la
gracia de Cristo: puesto que nadie podría quitarle la vida, Él la entrega, por
sí, para nuestra redención. Él se ofrendó para ser el Salvador: He aquí,
Yo vengo.
La necesidad de
nuestro caso lo pedía, y Él se ofreció para el Sacrificio. Fue el que
ofrenda y ofrenda, de modo que la entrega de su vida fue la ofrenda de sí
mismo. De eso queda en claro que Él murió en el lugar y como sustituto de los
hombres para lograr que ellos fueran librados del castigo del pecado, para
obtener el perdón del pecado para ellos y para que su muerte adquiriera ese
perdón.
Nuestro Señor Jesucristo no entregó su vida por su doctrina,
sino por sus ovejas, por todos nosotros.
Satanás destruye
a muchos quitándoles el interés por la Palabra y las Ordenanzas, poniendo en medio
el afán del mundo. Los hombres no toleran que se rían de ellos por su alimento
necesario, pero toleran que se rían de ellos por lo que es mucho más necesario,
el alimento de la sana doctrina. Si nuestro celo y fervor en la causa de
Cristo, especialmente en la bendita obra de llevar sus ovejas a su redil, nos
acarrea mala fama, no la escuchemos, pero recordemos que así reprocharon a
nuestro Maestro antes que a nosotros.
Todos los que
tienen algo que decir a Cristo, pueden encontrarlo con humildad. Cristo nos
hará creer; nosotros nos hacemos dudar. Él describió la disposición de gracia y el
estado de dicha de sus ovejas; ellas oyeron y creyeron su palabra, le siguieron
como sus fieles discípulos, y ninguna de ellas perecerá, porque el Hijo y el
Padre son uno. Así, pues, puedo defender a sus ovejas contra todos sus
enemigos.
Dios bendijo
sobre todo por los siglos, para que todos sepan y crean que Él es en el Padre,
y el Padre en Él. A quien el Padre envía, santifica. El santo Dios recompensará
y, por tanto, empleará sólo a quienes Él haga santos. El Padre era en el Hijo,
de modo que por el poder divino, Aquél obró sus milagros, el Hijo era en el
Padre, de modo que conocía toda su mente.
Nosotros
imperfectos como somos, no podemos hallar esto a la perfección buscándolo, pero
debemos conocer y creer estas declaraciones de Cristo, examinando y
escudriñando Su Palabra para un mayor conocimiento de cuál es Su Voluntad para
cada uno de nosotros..
No prosperará
ningún arma forjada contra nuestro Señor Jesús. No escapó porque tuviera temor
de sufrir, sino porque su hora no había llegado. Aquél que sabía librarse a sí
mismo, sabe librar de sus tentaciones a los santos, y hacerles un camino para
que escapen. Los perseguidores pueden echar a Cristo y su evangelio de la
ciudad o país de ellos pero no pueden echarlos del mundo. Cuando por fe en
nuestros corazones conocemos a Cristo, encontramos que es verdad todo lo que la
Escritura dice de Él y la Paz y el Gozo nos permitirán vivir con su presencia cualquiera
que sea la situación que estemos afrontando.
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