Hechos 18;9-10
Entonces
el Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla, y no calles;
porque
yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo
tengo mucho pueblo en esta ciudad.
Aquí tenemos una muestra de la
clase de vida que hacía Pablo. Era un rabino, y la norma era que los rabinos
tenían que tener un trabajo secular. No debían cobrar por predicar y enseñar,
así es que tenían que ganarse la vida de otra manera. Los judíos honraban el
trabajo. «Ama el trabajo -decían-. El que no le enseña un oficio a su hijo le
hace un ladrón.» " El estudio de la Ley es excelente acompañado de un
trabajo secular; porque la práctica de ambos hace que el hombre se olvide de la
iniquidad; pero la mucha Ley sin trabajo acaba por fracasar y causar
iniquidad.» Así es que sabemos de rabinos que practicaban toda clase de
oficios. Eso quería decir que nunca se convertían en intelectuales distantes,
sino que siempre sabían lo que era la vida de los trabajadores.
Pablo se nos describe como fabricante
de tiendas de campaña. Tarso, su ciudad natal, estaba en Cilicia, en cuya
provincia se criaban unas cabras de pelo muy apreciado, del que se hacía un
paño o lona que se llamaba cilicium,
cilicio, que se usaba para hacer lonas y cortinas. Es probable que ese
fuera el oficio de Pablo, aunque la palabra griega quiere decir mucho más;
como, por ejemplo, curtidor o trabajador de la piel. Y Pablo debe de haber sido
un buen artesano, que siempre presumía de no haberle sido carga a nadie (1Te_2:9 ; 2Te_3:8 ;
2Co_11:9 ). Pero es probable que, cuando vinieron Silas y
Timoteo, trajeron ayuda, tal vez de la iglesia de Filipos que tanto quería a
Pablo, y eso le permitió dedicarse a la predicación a pleno tiempo. Fue en el
año 49 d C. cuando Claudio desterró de Roma a todos los judíos, y sería por
entonces cuando Aquila y Priscila vinieron a Corinto.
Cuando Pablo más lo necesitaba,
Dios le habló. Debe de haberse sentido agobiado a veces por la tarea que le
esperaba en Corinto. Era hombre intensamente emotivo, y a menudo tendría sus
luchas. Pero cuando Dios le da a uno una tarea, le da también el poder para
realizarla. Pablo encontró el valor y las fuerzas en la presencia de Dios.
Tomando en cuenta
su experiencia en las otras ciudades posiblemente Pablo estaba pensando que el
tiempo había llegado para despedirse de estos hermanos para buscar campos
nuevos, pero el Señor tenía otros planes. No solamente no debería salir,
tampoco debería callar el mensaje para evitar tantos problemas.
Lucas no dice nada aquí acerca del temor de Pablo cuando estaba en Corinto, pero léase lo que Pablo
mismo dijo en 1Co_2:3 y 2Co_7:5.
El conocía perfectamente el odio y celo de los judíos porque había sido su
víctima en Damasco, Jerusalén, Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra, Derbe, Tesalónica,
y Berea. Pidió que los tesalonicenses oraran por él "para que seamos
librados de hombres perversos y malos; porque no es de todos la fe" (2Ts_3:1-2). Recordemos el ejemplo de Elías (1Re_19:4) y el de Jeremías (Jer_15:15). Pablo era un hombre muy fuerte pero era
simplemente un ser humano y él mismo habló de su debilidad (1Co_2:3). Por eso, esta visita del Señor era muy
necesaria
El Señor habló a
Pablo varias veces: Hch 9:4; 22:17; 16:9; 23:11; 27:23.
Con razón Pablo dijo, "Yo sé a quién he creído" (2Ti_1:12). Es importante comentar que también Cristo
había estado con Pablo en sus experiencias más difíciles en los días pasados,
en Antioquía de Pisidia, en Filipos, en Tesalónica, etc.
Pablo urgentemente necesitaba esa
visión y el consuelo que le ofreció. Dios no quitó a los tres jóvenes hebreos
del horno de fuego ardiendo, sino que les mandó un compañero: "He aquí yo
veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún
daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses" (Dan_3:25). Dios no quitó a Daniel del foso de los
leones, sino que envió a su ángel para cerrar la boca de las bestias. También
le dijo a Eliseo (2Re_6:16-17), "No tengas
miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con
ellos". Asimismo, Jesús sabía que podía pedir doce legiones de ángeles
para ayudarle.
-- y ninguno pondrá sobre ti la mano
para hacerte mal. -- Esto fue precisamente lo que los judíos
pensaban hacer, pero éstos no harían en Corinto lo que habían hecho en otras
ciudades. Jesús dijo a los apóstoles, "Pues aun vuestros cabellos están
todos contados. Así que, no temáis" (Mat_10:30-31),
pero al mismo tiempo les habló de muchas persecuciones (Mat_10:16-28). El pensamiento clave era que Jesús les ofrecía ayuda
y protección, pero la ayuda principal era para llevar a cabo la obra del Señor.
Lo mismo sucedió en el caso de Pablo: seguramente el Señor estaba con él, pero
la ayuda principal era para llevar a cabo la obra del Señor. Esto se ve en
varios textos: 1Co_4:9-13; 2Co_11:23-28; Flp_3:10; Col_1:24-25;
como también aquí mismo en Hch_9:16; Hch_20:23; Hch_21:13.
-- porque yo tengo mucho pueblo en
esta ciudad. -- Dios no tenía "mucho pueblo" en Corinto en el
sentido de la predestinación calvinista (1Ti_2:4; 2Pe_3:9;
Apo_22:17) -- nadie se excluye de la salvación por un decreto de Dios --
sino en el sentido de Hch 15:14-18, "Simón
ha contado como Dios visitó por primera vez a los gentiles (Cornelio y su casa)
para tomar de ellos pueblo para su nombre", y en el sentido de Jn_10:16, "También tengo otras ovejas que no son
de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño,
y un pastor". El punto clave es que algunos corintios "oirán mi
voz", como Cornelio y el carcelero de Filipos oyeron su voz.
Cuando Elías estaba desanimado y se
sentía muy solo, Dios le dijo que había siete mil en Israel que no se habían
hincando ante los baales (1Re_19:18). Dios
conoce los corazones de todos y sabía que en Corinto había gente dispuesta a
oír el evangelio y a aceptarlo. Este texto simplemente dice que en Corinto
había mucha tierra buena (Luc_8:15). Dios conoce
el corazón de todos y, por eso, sabe exactamente quiénes aceptarán el
evangelio. Pensamos ¡qué bueno si Él nos dijera para que fuéramos directamente
a ellos y no perder tanto tiempo con otros! pero el plan de Dios es que todos tengan la oportunidad de oír.
Mateo 9;
37
Entonces (Jesús) dijo a sus discípulos: A la verdad la
mies es mucha, mas los obreros pocos.
La
oración no es suficiente. Puede que alguien diga: " Voy a orar todos los
días de mi vida para que venga el Reino de Dios.» Pero en esto, como en tantas
otras cosas, la oración sin las obras es una cosa muerta. Martín Lutero tenía
un amigo que pensaba como él acerca de la fe cristiana. Era otro fraile.
Llegaron a un acuerdo: Lutero saldría al campo de batalla para que hubiera una
Reforma, y su amigo se quedaría en el monasterio sosteniendo a Lutero en
oración. Y así empezaron. Una noche, el amigo de Lutero tuvo un sueño: Vio un
gran campo de trigo tan grande como el mundo, y a un solo hombre que estaba
tratando de segarlo, una tarea imposible y descorazonadora. De pronto le vio la
cara al segador solitario, y vio que era Martín Lutero. Y entonces el amigo se
dio cuenta de todo. " Debo dejar la oración -se dijo- e ir a trabajar en
el campo.»
Es
el sueño de Cristo que todos y cada uno seamos misioneros y segadores. Hay
algunos que no pueden hacer más que orar, porque la vida los ha dejado inútiles
para ninguna otra cosa, y sus oraciones son la fuerza de los obreros. Pero esa
no es la labor que nos corresponde a los más, los que tenemos fuerzas y salud
física y mental. Ni siquiera el dar dinero es suficiente. Si se ha de segar la
cosecha del mundo, cada uno de nosotros tiene que ser un segador, porque hay
alguien a quien cada uno de nosotros puede -y debe- llevar a Dios.
¡Maranata!¡Ven
pronto mi Señor Jesús!
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