} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 5 Agosto: Estudiando la Palabra de Dios en la Biblia.

domingo, 5 de agosto de 2018

5 Agosto: Estudiando la Palabra de Dios en la Biblia.




1 Juan  1; 3
lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.

    Aquí se declara el propósito de anunciar el evangelio: es para que los hombres tengan comunión con los apóstoles en la vida que el Verbo nos ha enseñado y así tienen también comunión con el Padre y con el Hijo Jesucristo (1Co_1:9, Jua_14:23; Jua_17:21). Solamente por practicar lo que el evangelio de Cristo enseña según los apóstoles (Hch_2:42; Efe_2:20) puede uno gozar de esta comunión. La división sectaria la destruye por medio de doctrinas humanas. El que anda en doctrinas y prácticas no apostólicas no tiene comunión con Dios.
         Los apóstoles habían sido testigos oculares de lo del evangelio de Cristo Jesús, y escribieron para que sus lectores, que no habían sido tales testigos, pudieran participar con Dios y con Jesucristo en lo del evangelio por medio del testimonio de ellos. Es decir, ahora podían los lectores oír, ver, contemplar, y palpar a Jesucristo por medio de los apóstoles, y así gozar de las mismas bendiciones que ellos gozaban, al andar en lo que Dios manda por el evangelio. ¡Juan quería que sus lectores tuvieran lo que los apóstoles tenían!
         Nadie podía gozar de la comunión con Dios sin admitir el testimonio apostólico. Cerinto y sus seguidores gnósticos reclamaban tener comunión con Dios mientras negaban el testimonio apostólico acerca del Verbo de vida. En este versículo Juan expone a tales maestros falsos.  
         La palabra comunión es traducción de la palabra griega koinonia. Quiere decir participación mutua, tener algo en común con otros, compañerismo. Se usa a veces para indicar comunicación de algo con otros (2Co_9:13, “distribución”; Rom_15:26, “ofrenda” o “colecta” -- Versión Hispanoamericana, y a veces para indicar participación en algo juntamente con otros 1Co_10:16; 2Co_6:14; Efe_5:11).
         Esta palabra no se emplea en el Nuevo Testamento para indicar actividades sociales
  Claro es que Juan no habla acerca de tener los lectores actividades sociales con los apóstoles. ¡No habla de tomar juntos una taza de café, o de jugar pelota en algún “Campamento Iglesia de Cristo” después del estudio bíblico! Hoy en día las iglesias modernistas así emplean la palabra “comunión” (en inglés, “fellowship”), hasta erigir edificios propios para ello. En inglés los llaman Fellowship Halls (salones comunión); son para comer y jugar.
         -- “y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.” Los apóstoles andaban (en vida y en proclamación) en comunión con el Padre y con Jesucristo, porque participaban en las verdades y obra que les fueron encargadas por ellos. Por consiguiente tenían comunión (participación mutua) con ellos. Ahora, el obedecer nosotros a esas verdades y el andar fielmente en ellas nos hacen miembros de la misma iglesia (del Señor) y por consiguiente nos pone en comunión con los apóstoles y con Dios. La comunión es una realidad y no un mero sentimiento. Consiste en andar en conformidad con la vida que la Cabeza de la iglesia demanda. ¡No consiste en una mera profesión de boca!

 1 Juan 1; 7

pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.


  La comunión con Dios depende de andar en la luz. En esta manera tenemos continuamente la purificación de nuestros pecados por la muerte de Cristo y no tenemos miedo de castigo por ellos. Libertados de tal castigo nos preparamos para la comunión con Dios por toda la eternidad.
         -- “Pero si andamos” (subjuntivo presente, indicando acción continua; es decir, andar habitualmente en la luz, indicando qué clase de carácter tenemos). Se hace referencia a una vida de santidad.   1Pe_1:14-16; 2Pe_1:4.
         -- “en luz,”   Efe_5:8; Efe_5:11-14. Porque anda el cristiano en luz, pudo decir Jesús lo de Mat_5:14.
         -- “como él está en luz,” La naturaleza o carácter de Dios es de luz. No hay tinieblas en él a ningún grado.
         -- “tenemos comunión unos con otros,” es decir, Dios con nosotros, y nosotros con él. Esto es la consecuencia de andar nosotros en lo que es Dios. La comunión demanda intervención de parte de los dos partidos. La comunión no puede ser de un solo partido. No es un mero sentimiento o reclamación. Es la consecuencia natural de andar en lo mismo.
         Es cierto que los cristianos tienen comunión entre sí, pero parece que el tema tratado en esta sección es el de nuestra comunión con Dios por medio de la santidad de vida en Cristo Jesús.
         --y la sangre de Jesucristo su hijo nos limpia de todo pecado.”  El verbo “limpia” es del tiempo presente, que indica acción continua. Es un proceso continuo, bajo la condición de andar el cristiano en la luz.  
Nuestro caminar en la luz es una prueba de la comunión con Dios, debido a que la vida en su compañía es una constante limpieza de pecados por la sangre de Jesucristo. También involucra la relación de unos con otros, lo cual indica que caminar «en la luz» es vivir responsablemente tanto ante Dios como ante los seres humanos.
         Murió Jesucristo en la cruz en realidad. No fue una mera apariencia. Tuvo un cuerpo que derramó sangre. Esa muerte es satisfactoria para perdonarnos los pecados. Este versículo contradice a los gnósticos que negaban la humanidad de Cristo, la realidad de su muerte, y el perdón absoluto de pecados por su sangre. Ellos convertían en libertinaje la gracia de nuestro Dios (Jud_1:4), pero el cristiano no puede dejar que el pecado reine en él (Rom_6:12). Ellos reclamaban tener comunión con Dios aparte de la sangre derramada por Jesús. ¡Por eso mentían! La comunión con Dios, quien es luz, depende del perdón que la sangre de Jesucristo nos trajo.
         
 1 Juan 1; 9
 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

Confesar nuestros pecados es en parte lo que hacemos cuando “practicamos la verdad” (versículo 6) y “la verdad... está en nosotros” (versículo 8).
         -- “Si confesamos nuestros pecados,” La palabra griega para decir “confieso” es una compuesta de dos partes: jomologueo. “Jomo” = mismo; “lego” = digo. Confesar, pues, significa decir lo mismo (que Dios dice en cuanto al pecado). Es, pues, admitir la acusación de Dios y que Dios tiene razón en cuanto al pecador acusado. Esto requiere un corazón “contrito y humillado” (Sal_51:17).
        
         Dice el versículo 8 “pecado” (singular) porque la referencia es general. Pero los “pecados” (plural) (versículo 9) que confesamos son específicos.  
         Desde luego la confesión bíblica es hecha a Dios por nuestro Abogado, Jesucristo (2:1; 1Ti_2:5; Heb_7:25), y no por ningún ser humano.
         “Si confesamos;” es decir, si continuamos confesando nuestros pecados al pecar en lugar de negar que tenemos pecado. El cristiano no vive en el pecado, pero admite que a veces peca (1 Jn 2:1), y siempre, arrepentido, confiesa sus pecados, y Dios por la sangre de Cristo le perdona.
  No se trata aquí cómo alcanzar el perdón el pecador inconverso, sino el caso de hermanos en Cristo que pequen.
         -- “él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” Siendo Dios fiel, cumplirá sin falta con su promesa de perdonarle al hermano pecador que confiesa sus pecados (Sal_143:1) Dios es fiel en su promesa de misericordia y justo en aplicar el perdón que obtiene el sacrificio de Cristo en la cruz. Compárese Rom_3:26.
         Esta declaración de Juan aquí en el versículo 9 daba seguridad a los lectores en vista de los mentirosos que negaban la eficacia de la sangre derramada de Jesucristo en la cruz, y por eso la menospreciaban.
La confesión tiene el propósito de librarnos para que disfrutemos de la comunión con Cristo. Esto debiera darnos tranquilidad de conciencia y calmar nuestras inquietudes. Pero muchos cristianos no entienden cómo funciona eso. Se sienten tan culpables que confiesan los mismos pecados una y otra vez, y luego se preguntan si habrían olvidado algo. Otros cristianos creen que Dios perdona cuando uno confiesa sus pecados, pero si mueren con pecados no perdonados podrían estar perdidos para siempre. Estos cristianos no entienden que Dios quiere perdonarnos. Permitió que su Hijo amado muriera a fin de ofrecernos su perdón. Cuando acudimos a Cristo, Él nos perdona todos los pecados cometidos o que alguna vez cometeremos. No necesitamos confesar los pecados del pasado otra vez y no necesitamos temer que nos echará fuera si nuestra vida no está perfectamente limpia. Desde luego que deseamos confesar nuestros pecados en forma continua, pero no porque pensemos que las faltas que cometemos nos harán perder nuestra salvación. Nuestra relación con Cristo es segura. Sin embargo, debemos confesar nuestros pecados para que podamos disfrutar al máximo de nuestra comunión y gozo con El.
La verdadera confesión también implica la decisión de no seguir pecando. No confesamos genuinamente nuestros pecados delante de Dios si planeamos cometer el pecado otra vez y buscamos un perdón temporal. Debemos orar pidiendo fortaleza para derrotar la tentación la próxima vez que aparezca.

¡Maranata! ¡Ven pronto mi Señor Jesús!

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