Hechos 17; 11
Estos(los de Berea) eran más nobles
que los de Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud,
escudriñando diariamente las Escrituras, para
ver si estas cosas eran así.
Al escuchar a Pablo y Silas, los judíos nobles de Berea no
reaccionaron con hostilidad como sus hermanos de Tesalónica y Antioquía de
Pisidia. Tampoco manifestaron indiferencia fría hacia la predicación, sino que
abrían las Escrituras para estudiar. Probablemente la mayor parte de ellos
tuvieran que hacerlo en la sinagoga, pues los judíos no tenían la dicha de
poseer cada quien su propio ejemplar de todos los libros (rollos) de las
Escrituras. Los de Berea toman su lugar con Cornelio, Lidia y otros que prestaron
atención reverente a la palabra de Dios. Hch_17:11 se ha citado miles de veces
como un ejemplo excelente para los que oyen el evangelio.
Lamentablemente la
mayoría de los hombres aceptan su religión -- la cosa más importante de su vida
-- sin examinarla. La aceptan porque la heredan de sus padres, porque
los sacerdotes o pastores les aseguran que es la verdad, o por otro motivo,
pero no por haber hecho personalmente una investigación cuidadosa de ella
"para ver si estas cosas eran así".
El clero romano cita
2Pe_1:20, "que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación
privada", y afirma que el hombre no puede estudiar y entender las
Escrituras por sí mismo. En primer lugar, Pedro no dijo tal cosa. El v. 21
explica el v 20: "porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana,
sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu
Santo"; es decir, Pedro no se refiere al estudio de las Escrituras,
sino al origen de las Escrituras. Al decir "interpretación
privada" él quiere decir que los escritores de las Escrituras no
escribieron sus propias ideas. También la actitud de Pablo confirma que le
agradó a Dios lo que hicieron los de Berea (Pablo no les reprendió
diciendo, "Dejen de estudiar las Escrituras porque no pueden
entenderlas"). Lucas alaba a los de Berea (eran "nobles") por
escudriñar las Escrituras y por pensar por sí mismos.
Pero el derecho (la
obligación) de cada persona de escudriñar las Escrituras y pensar por sí misma
no significa que cada persona pueda interpretar las Escrituras como le
convenga. La verdad no es relativa sino absoluta; no se puede decir que lo
que cada quien piense o quiera es verdad para él. La verdad no es subjetiva
sino objetiva. Es locura decir que todo el mundo tiene el derecho de interpretar
las Escrituras a su modo o que no importa lo que uno crea sólo que sea sincero,
etc. Lo que aprendemos en este texto es que todo el mundo tiene el derecho y
el deber de buscar y encontrar la verdad divina.
Sin duda, la
presentación de Pablo y Silas era muy convincente y lo que decían les
interesaba mucho a los de Berea, pero éstos querían estar seguros de lo que
aceptaban. No querían que su fe se basara en la mera palabra de los hombres,
sino en lo que las Escrituras dicen. La predicación que agrada a Dios anima a
los oyentes a ser estudiantes diligentes de las Escrituras. "Estas cosas" eran los mismos temas
que predicaban en todas las sinagogas.
Uno de los pecados más grandes del hombre es
rehusar examinar la predicación del evangelio puro a la luz de las Escrituras.
Un pecado común entre los humanos es el negarse a examinar
cándidamente y con paciencia las demandas del evangelio. Habiendo caído en el
error por sus tradiciones, los judíos resistían con pasión y tumulto todo
esfuerzo por darles la verdadera luz; y desde entonces su insensatez ha sido
imitada tanto por los incrédulos como por los partidarios del error religioso.
Si tales gentes viven y mueren ignorando la verdad, y a consecuencia de ello
mueren descuidando el deber, su ignorancia, en lugar de excusarles, será uno de
sus pecados principales. Apenas habrá mayor pecado que el taparnos los oídos
cuando Dios nos habla, o cerrar los ojos para no ver la verdad que Él nos
brinda.
Efesios
4; 14
para que ya no seamos niños,
sacudidos por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de
doctrina, por la astucia de los hombres, por las artimañas engañosas del error;
El plan de Dios no se realiza si los santos no
crecen, y si siguen como "niños". Todo santo debe tener fuertes convicciones.
Debe estar arraigado y sobreedificado en Cristo (Col_2:7)
Muchos miembros del cuerpo de Cristo, y
mayormente los miembros nuevos, pasan por pruebas severas, como marinos sobre
alta mar. Los vientos contrarios causan muchos naufragios (1Ti_1:19-20). Pero
tenemos toda la verdad revelada. Las Escrituras son perfectas y adecuadas para
fortalecernos y hacernos hombres maduros en la fe. La posesión del Nuevo
Testamento completo nos estabiliza. Es nuestra "carta y brújula", y
nuestra esperanza en Cristo es nuestra ancla firme (Heb_6:18-19).
No seamos, pues, como niños que muchas veces
están bajo la influencia de la última persona que escucharan; es decir, son
crédulos, creen a todos los que son buenos con ellos. Muchos miembros de la
iglesia son como niños en este respecto, porque no tienen convicciones.
Para
ser salvos debemos convertirnos en niños (Mat_18:2-4); es decir, debemos ser
humildes, inocentes, puros, dóciles, etc. Pero los niños tienen otras
características que nos son buenas; por ejemplo, no debemos ser cambiantes y
volubles (Mat_11:17).
La
fe y la práctica de cada congregación no deben cambiar con la llegada de cada
predicador. No es cuestión de nunca cambiar de convicción o creencia. Todo
santo debe aprender que no son sinceros todos los que predican. "No juzguéis
según las apariencias" (Jn_7:24). Leamos con cuidado 2Co_11:13-15 (estos
profesaron ser miembros de la iglesia de Cristo). Hay mucha hipocresía entre
los líderes religiosos. Por tanto, "Mirad lo que oís" (Mar_4:24), y
"Mirad, pues, como oís" (Luc_8:18). Recuérdese siempre que hay
maestros religiosos que enseñan sus doctrinas "para engañar"; lo
hacen a propósito.
El error no es inocente. Los falsos maestros
son llamados lobos vestidos como ovejas (Mat_7:15; Hch_20:29). Los maestros más
peligrosos son los individuos amables, serviciales, inteligentes y que llevan
vidas decentes, pero que se han entregado totalmente a un sistema falso de
religión. Estos fácilmente ganan la confianza de los que son "niños
fluctuantes". "Con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones
de los ingenuos" (Rom_16:18).
Pero los engañados no
tienen excusa, porque tenemos la completa y perfecta revelación de la Palabra
de Dios, y todo santo debe estudiarla, meditarla, aprenderla. Aun los que no
saben leer pueden escucharla y aprender la verdad. Se quiera o no, toda alma
está obligada a pensar por sí misma, y juzgar entre la verdad y el error. La
ignorancia no es excusa (Hch_17:30-31). Nadie podrá justificarse en el día
final con la excusa de que "me enseñaron mal". Dice Cristo "si
el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo" (Mat_15:14).
¡Maranata! ¡Ven pronto mi Señor Jesús!
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