} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 10 Agosto: Estudiando la Palabra de Dios en la Biblia.

viernes, 10 de agosto de 2018

10 Agosto: Estudiando la Palabra de Dios en la Biblia.




 1 Corintios 9; 25
Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.

    El atleta se niega de muchas clases de comida y de muchas actividades que en sí no son malas, disciplinándose al máximo con una dieta y un horario para ganar la requerida fuerza y habilidad físicas para poder ganar la competición en los juegos. De igual manera el dominio propio (Hch_24:25; Gál_5:23; 2Ti_1:7; Tit_1:8; 2Pe_1:8) se ejerce en la vida del cristiano que en serio procura alcanzar la vida eterna. Aun en cosas permisibles no ejerce su libertad si en la abnegación más se le asegura la vida eterna en el cielo con Dios.
         La palabra aquí, “lucha”, es del vocablo griego que transliterado viene siendo “agonizar”. En este contexto se aplica al atleta que compite en los juegos.

     Las renuncias del corredor del estadio se hacían libremente, aunque la corona deseada no sería duradera. Los atletas griegos fueron recompensados con coronas (stephanos, símbolo de triunfo) que eran nada más guirnaldas de hojas. Tales coronas y la reputación y fama ganadas no duraban largo tiempo. Eran triunfos efímeros. No obstante, para el atleta griego ese premio justificaba cualquier sacrificio personal necesario en su preparación para la carrera y en la ejecución de ella.  

           La corona (el premio) para el cristiano fiel no es de hojas, ni de metales preciosos, sino es una de justicia (2Ti_4:8) y de vida eterna (Stg_1:12; Apo_2:10). Pedro dice que ella es una de gloria (1Pe_5:4), y que ella es incorruptible. Obviamente es de mucho más valor que cualquier corona de este mundo y vida. Si el atleta de este mundo, entrenándose con esmero, hace tanto sacrificio personal para conseguir una corona corruptible, ¿no conviene al cristiano abnegarse de cosas permisibles y renunciar intereses personales, cuando las circunstancias lo dictan, con el fin de alcanzar un premio eterno? ¡ Claro que sí!  
         O, ¿han de llegar a ser amos nuestros derechos y privilegios? ¿Hemos de menospreciar la vida eterna por ejercer a toda costa nuestros derechos? ¿Ejercemos tan poco dominio propio?

2 Timoteo 4;7-8
He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.
 Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.

La carrera que Pablo se propuso llevar a cabo (Hch_20:24) ahora la concluye (2Ti_4:7).
Pablo nunca abandonó la fe, como algunos lo estaban haciendo, según el ver. 4. Él se mantenía fiel en la guarda de ella (Gál_2:20).
«He terminado la carrera.» Es fácil empezar algo, ahora bien, es difícil concluirlo. La única cosa que se necesita en la vida cristiana es la perseverancia, y es lo de que muchos que se dicen cristianos carecen.
 Se le sugirió a cierto hombre muy famoso que se escribiera su biografía mientras estaba vivo. Se negó rotundamente a permitirlo, y su razón era: "He visto a muchos caerse en la recta final.» Es fácil arruinar una vida noble o un informe brillante con una necedad final. Pero Pablo afirmaba que había terminado la carrera. Produce una profunda satisfacción llegar a la meta.
Tal vez la carrera más famosa del mundo es el maratón. La batalla de Maratón fue una de las más decisivas del mundo. En ella los griegos se enfrentaron a los persas; y, si los persas hubieran salido victoriosos, la gloria de Grecia nunca se habría extendido por el mundo. A pesar de terribles desventajas, los griegos obtuvieron la victoria; y, después de la batalla, un soldado griego fue corriendo a Atenas, día y noche, con la noticia. Se dirigió a los magistrados. "¡Alegraos! –musitó ¡Hemos conquistado!» Y en cuanto dio la noticia cayó muerto. Había completado su carrera y cumplido su misión, y ya podía morir en paz.
«He guardado la fe.» Esta frase puede tener más de un significado. Si nos mantenemos en la alegoría de los juegos es lo siguiente. La gran ocasión deportiva de Grecia eran los Juegos Olímpicos. A ellos acudían todos los grandes atletas del mundo. El día antes de los Juegos, todos los competidores se reunían y hacían un juramento solemne ante los dioses que se habían entrenado no menos de diez meses y que cumplirían todas las reglas.
Así es que Pablo puede que estuviera diciendo: "He guardado las reglas; he participado en la contienda.» Sería para nosotros una cosa maravillosa el morir sabiendo que no hemos quebrantado nunca las reglas del honor en la carrera de la vida.
Pero esta frase puede tener otros significados. También es una frase del lenguaje comercial. Era la expresión corriente en griego para: "He observado las condiciones del contrato; he sido fiel a mi compromiso.» Si Pablo la usó de esa manera, quería decir que se había comprometido a servir a Cristo y había cumplido su compromiso sin fallarle nunca. Además, podría querer decir: «He mantenido mi fidelidad: no he perdido nunca la confianza o la esperanza.» Si Pablo usó esta frase con este sentido, quería decir que a las duras y a las maduras, en la libertad y en la cárcel, en todos los peligros por tierra y por mar, y ahora ante la misma muerte, no había perdido nunca la confianza en Jesucristo.
Pablo pasa a decir que le está reservada la corona. En los juegos, el máximo galardón era una corona de laurel, con la que se coronaba al vencedor; y el llevarla era el más grande honor que podía recibir un atleta. Pero esa corona se secaría en unos pocos días. Pablo sabía que le esperaba una corona que no se desharía jamás.
En este momento Pablo pasa del veredicto de los hombres al veredicto de Dios. Sabía que dentro de muy poco estaría ante el tribunal romano y que su juicio no podía tener más que un resultado. Sabía cuál había de ser el veredicto de Nerón, pero también sabía cuál sería el veredicto de Dios. Aquel cuya vida está dedicada a Cristo considera con indiferencia el veredicto de los hombres. No se preocupa si le condenan, porque lo único que le interesa es oírle decir a su Maestro: "¡Bien hecho!»
Pablo hace sonar todavía otra nota: Esa corona no sólo le espera a él, sino a todos los que esperan con impaciencia la venida del Rey. Es como si le dijera al joven Timoteo: «Timoteo, el final de mi vida está cerca; y sé que voy a recibir mi recompensa. Si sigues mis pasos, tendrás la misma confianza y el mismo gozo que yo cuando llegues tú también a tu final.»
El gozo de Pablo está abierto a cualquier persona que también pelea esa batalla y termina esa carrera y guarda esa fe.

¡Maranata! ¡Ven pronto mi Señor Jesús!

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