Mateo 4; 10
Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito
está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.
Al leer este texto, tal vez estemos pensando que estamos muy bien
porque adoramos sólo al Dios Vivo y nunca nos arrodillamos delante de otros
dioses, pero recuérdese que la avaricia es idolatría (Col_3:5).
¿Cuántos hermanos asisten a las reuniones de la iglesia para adorar al único
Dios Vivo, pero durante la semana viven hincados delante del dios llamado
"Mamón". Incluso alguno que se dice fundamentalista bíblico, mira
para otro lado ante la necesidad de su hermano, y no se plantea renunciar a
“Mamón”.
Jesús dice (Mat_6:24), "Ninguno
puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o
estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las
riquezas (Mamón, "riqueza idolatrada"). Otros adoran la televisión,
internet, el móvil; los tales no deben estar sentados, sino hincados delante de
“aquello” para indicar la postura apropiada. Otros tienen otros dioses. El
mayor interés de la persona -- lo que ocupe su tiempo, su energía, su atención,
su dinero -- es su dios. Puede ser el mamón, puede ser el placer, puede ser la
familia, o una diversidad de personas o cosas. Recuérdese que nuestro Dios es
un Dios celoso.
Jesús estaba
absolutamente seguro de que no se puede vencer al mal entrando en componendas
con él. Estableció la insobornabilidad de la fe cristiana. El Cristianismo no
se puede doblegar para ponerse al nivel del mundo, sino elevar al mundo a su
propio nivel. Ningún otro principio funcionará.
Así es que Jesús
hizo Su decisión. Decidió que nunca sobornaría a nadie para que Le siguiera;
decidió que el camino del sensacionalismo no era para Él, y decidió que no
podía transigir en el mensaje que predicara ni en la fe que demandara. Su
elección significaba inevitablemente la Cruz -pero la Cruz significaba también
inevitablemente la victoria final.
Efesios 2; 8-9
Porque por gracia sois salvos por medio
de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;
no por obras, para que nadie se gloríe.
La fuente, la base, de la salvación
es Dios, no los hombres. Dios provee la salvación, cosa que el hombre no
puede hacer, porque no puede proveerse un salvador (no puede morir por sus
propios pecados). Ninguna filosofía, ningún código de preceptos morales,
ninguna ley humana puede efectuar nuestra salvación.
La gracia de Dios, revelada en el evangelio de
Jesús, es la única esperanza del hombre.
Si la palabra "fe" se usa en sentido
objetivo, se refiere al evangelio, como en Gál_3:25;
Jud_1:3, etc. Si se usa en sentido subjetivo, se
refiere a nuestra fe en su forma comprensiva; es decir, la obediencia al
evangelio.
"esto no de vosotros, pues es don de
Dios".
"Esto", este asunto (la salvación por gracia) es don de Dios; no es
algo originado por el hombre.
Los hombres se glorían en las obras de su propia
invención. No podemos gloriarnos en hacer las obras que Dios manda.
La
palabra "obras" en este texto, como también en Rom_3:27; Rom_4:2; Rom_4:4-6, son las obras de los que
quieren salvarse sin Cristo sino por sus propias "buenas obras". Los
tales no ven la necesidad de obedecer al evangelio de Cristo ni de hacer las
obras que Cristo requiere.
Pero
Pablo dice en Tit_3:4-5 que Dios "nos salvó, no por obras de justicia
que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de
la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo". Es importante
observar que Pablo emplea el tiempo pasado con respecto a nuestras obras; él
habla de las "obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho
" en el tiempo pasado, antes de obedecer al evangelio.
Pablo
dice la misma cosa en 2Ti_1:9, "quien nos
salvó... no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo".
Todos
los hombres -- por buenos y justos que hayan sido -- han pecado (Rom_3:23) y, por lo tanto, todos necesitan de un
salvador. El caso de Cornelio (Hch_10:1-2; Hch_10:22)
es un buen ejemplo; era "piadoso y temeroso de Dios... hacía muchas
limosnas... oraba a Dios siempre... varón justo", pero tuvo que oír
"palabras por las cuales serás salvo, y toda tu casa" (Hch_11:24). Por lo tanto, Pedro "mandó
bautizarles en el nombre del Señor Jesús" (Hch_10:48).
--
"para que nadie se gloríe". La jactancia "queda
excluida" "por la ley de la fe" (el evangelio) (Rom_3:27). Las obras de ley humana (preceptos
religiosos, códigos morales, tradiciones, buenas obras según la cultura, etc.)
permiten y aun promueven la jactancia y el gloriarse en ellas. Al hacer estas
obras los hombres crean su "propia justicia" (Rom_10:3; Flp_3:9). Pero la salvación no proviene de tales obras.
Sin
embargo, cuando Dios requiere algo -- cuando Él manda ciertas obras -- es
necesario hacerlas. Pero en éstas no tenemos por qué gloriarnos. Por ejemplo,
Pablo dice en 1Co_9:16, "Pues si anuncio el
evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay
de mí si no anunciare el evangelio!" Pablo predicó el evangelio -- que es
una muy buena obra -- pero no podía gloriarse, porque era mandamiento de Dios.
Cuando
hacemos los mandamientos de Dios, no podemos gloriarnos. Por lo tanto, cuando
el hombre es bautizado, no puede gloriarse, porque está sencillamente obedeciendo
un mandamiento de Dios.
¡Maranata!¡Ven
pronto mi Señor Jesús!
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