Mateo 27; 24
Y viendo Pilato que no conseguía nada, sino que más bien
se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la
multitud, diciendo: Soy inocente de la sangre de este justo; ¡allá vosotros!
Si Pilato no pudiera haber controlado al pueblo y si hubiera permitido
un tumulto, habría tenido problemas serios con sus superiores, porque el papel
principal de tales gobernadores era mantener el orden y la paz. Por más que él
quisiera evitar la injusticia contra un hombre inocente, tuvo que pensar
también en otro mal peor para él mismo, es decir, que podría resultar en perder
su puesto (si no su vida).
Pilato hizo todo lo posible por lavarse las manos de este hombre
inocente: lo envió a Herodes para no tener que tomar una decisión él mismo;
declaró al pueblo que Herodes estaba de acuerdo con él en cuanto a la inocencia
de Jesús (Luc_23:15); propuso azotar a Jesús y soltarle; propuso, como de
costumbre, soltar a un criminal, esperando que le permitieran soltar a Jesús;
después de azotarlo lo presentó delante de ellos, tal vez con la idea de que
eso despertara su compasión, pero todos sus esfuerzos fueron en vano.
De este acto viene el
dicho de “lavarse las manos” de algún asunto difícil. En realidad era acto de
extremada cobardía, porque él tenía plena autoridad para soltar a Jesús, como
también la fuerza militar para controlar a los judíos por turbulentos que
llegaran a ser. Por lo tanto, al lavarse las manos Pilato no logró nada, porque
él compartió la culpa de este crimen con los líderes de los judíos.
Pilato trató de zafarse de la responsabilidad de condenar a Jesús. Se
conserva esa extraña y trágica ceremonia de Pilato lavándose las manos. Esa era
una costumbre judía. Hay una extraña regla en Deu_21:1-9. Si se encontraba un
cadáver, y no se sabía quién lo había matado, se medía la proximidad del lugar
con los pueblos cercanos, y los ancianos del pueblo más próximo tenían que
sacrificar una becerra y lavarse las manos con su sangre para quedar libres de
culpa. Pilato fue advertido por su sentido de la justicia, y por su conciencia,
y por el sueño de su angustiada mujer; pero Pilato no podía resistir a la
multitud; y Pilato recurrió al gesto estéril de lavarse las manos.
Hay algo de lo que una persona no puede librarse nunca -y es la
responsabilidad. No es nunca posible ni para Pilato ni para ninguna otra
persona el decir: "Me lavo las manos de toda responsabilidad.» Porque eso
es algo que nadie ni nada puede borrar.
Esta imagen de Pilato inspira en nuestras mentes más bien piedad que
condenación; porque aquí tenemos a un hombre tan inmerso en su pasado y tan
incapacitado por él que fue incapaz de mantenerse firme en su debida posición.
Pilato es una figura de tragedia más que de villanía.
¡Maranata! ¡Ven pronto mi Señor Jesús!
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