} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: ¿CREE USTED QUE SE HA CONVERTIDO? QUIERO DEMOSTRARLE QUE LA CONVERSIÓN ES UNA COSA QUE ES EVIDENTE. (Final)

martes, 7 de agosto de 2018

¿CREE USTED QUE SE HA CONVERTIDO? QUIERO DEMOSTRARLE QUE LA CONVERSIÓN ES UNA COSA QUE ES EVIDENTE. (Final)



J. C. Ryle (1816-1900)

“Así que, arrepentíos y convertíos” (Hechos 3:19)


          Esto es parte de mi tema que nunca puedo pasar por alto. Bueno hubiera sido para la iglesia y el mundo en todas las edades, si esto hubiera recibido más atención. Miles han rechazado con disgusto la religión por la malignidad de los que la profesan. Cientos han sido causa de que la propia palabra conversión apestara por la vida que algunos viven después de declararse convertidos. Estos han creído que unas pocas sensaciones y convicciones ocasionales eran la auténtica gracia de Dios. Se han imaginado convertidos porque sus sentimientos carnales fueron estimulados. Se han llamado “conversos” sin el más mínimo derecho a ese nombre tan honroso. Todo esto ha causado un daño inmenso, y lo sigue causando en la actualidad. Estos tiempos demandan una declaración muy clara del gran principio de que una conversión verdadera es algo que siempre se puede ver.
Reconozco sin reservas que la manera como obra el Espíritu es invisible. Es como el viento. Es como el poder de atracción del imán. Es como la influencia de la luna sobre las mareas. Hay algo allí que sobrepasa el alcance de la vista o la comprensión humana. Pero aunque admito esto sin vacilación, también mantengo sin vacilación que los efectos de la obra del Espíritu en la conversión siempre serán evidentes.
Estos efectos pueden ser débiles y endebles al principio, quizá al hombre natural apenas le sean visibles y le son incomprensibles. Pero efectos siempre habrá, donde ha habido una conversión auténtica siempre se verá algún fruto. Donde no se ve ningún efecto, puede estar seguro que allí no hubo gracia. Donde es imposible encontrar un fruto visible, puede estar seguro que allí no hubo conversión.
¿Pregunta alguien qué podemos esperar ver en una conversión auténtica? Respondo que siempre se verá algo en el carácter, los sentimientos, la conducta, las opiniones y el diario vivir de la persona convertida. No verá en él la perfección, pero verá en él algo peculiar, distintivo y diferente de otras personas. Lo verá aborreciendo el pecado, amando a Cristo, procurando la santidad, disfrutando de su Biblia y perseverando en oración. Lo verá arrepentido, humilde, con fe, sobrio, caritativo, veraz, de buen humor, paciente, recto, honorable y bondadoso.
Esto, por lo menos, será su meta, estas son las cosas que procurará alcanzar, no importa lo lejos que esté de la perfección. En algunos convertidos, se pueden ver estas cosas más claramente; en otros, menos.
Solo digo esto: dondequiera que haya conversión, habrá evidencias de este tipo.

No quiero saber nada de una conversión que no tiene señales ni evidencias para mostrar. 

Siempre diré: “Muéstreme algunas señales si quiere que crea que usted se ha convertido. Muéstreme su conversión sin ninguna señal, ¡si es que puede! No creo en ella. No vale nada”. Puede llamar legalista a tal doctrina, si quiere. Es mucho mejor ser llamado legalista que ser antinómico (de la palabra griega anti: contra, y nomos: ley, antinómico significa básicamente “contra la ley”. Por lo general significa que uno sigue el concepto teológico de que la Ley de Dios no se aplica a la vida de un creyente).

  Nunca, jamás aceptaré que el Espíritu bendito pueda morar en el corazón de un hombre cuando no se ven frutos del Espíritu en su vida. 

Una conversión que deja que un hombre viva en pecado, que mienta, que beba y diga malas palabras no es una conversión bíblica. Es una conversión falsa, que puede agradar solo al diablo y llevará al hombre que se satisface con ella, no al cielo, sino al infierno.
Deje que este último punto entre hasta el fondo de su corazón para nunca ser olvidado. La conversión no es solo una cosa bíblica, una cosa necesaria, una cosa posible y una cosa feliz. Le queda una grandiosa característica más: es UNA COSA QUE SIEMPRE SERÁ EVIDENTE.
Ahora permítame ir terminando este artículo con algunas apelaciones directas a la conciencia de todos los que lo leen…

(1) En primer lugar, insto a cada lector de este artículo que determine si se ha convertido.

 No le estoy preguntando acerca de otras personas. El pagano sin duda necesita convertirse. Los desdichados presos en las cárceles y los reformatorios necesitan convertirse. Puede haber gente que vive cerca de su propia casa que son pecadores e incrédulos declarados, y necesitan convertirse. Esto no es lo que estoy preguntando aquí.
Pregunto: ¿Usted mismo se ha convertido? ¿Se ha convertido? Decirme que muchos son hipócritas y falsos profesos no es darme una respuesta. No entra en discusión el que me diga que hay muchas campañas falsas de evangelización y conversiones que son una burla. Todo esto puede ser muy cierto, pero el abuso de una cosa no destruye el uso de ella. La circulación de dinero falso no es razón para no usar dinero legítimo. Sean los otros lo que sean, la cuestión es:
Usted ¿se ha convertido? ¿Se ha convertido? Decirme que usted va a la iglesia o a la capilla y ha sido bautizado y que participa de la Cena del Señor no es darme una respuesta. Todo esto no es prueba de nada: yo podría decir lo mismo de Judas Iscariote, Demas, Simón el Mago, Ananías y Safira. La pregunta aún queda sin contestar. ¿Ha cambiado su corazón? ¿Realmente se ha convertido a Dios?

(2) En segundo lugar, insto a cada lector de este artículo que no se ha convertido, que no descanse hasta convertirse

Apresúrese: despierte para percibir su peligro. Corra para salvar su vida, huya de la ira que vendrá. El tiempo es breve, la eternidad está cerca. La vida es incierta, el juicio es seguro. Levántese y clame a Dios. El Trono de Gracia todavía está en pie... Las promesas del evangelio son extensas, amplias, plenas y gratuitas. Hágalas suyas este día. Arrepiéntase y crea al evangelio.
Arrepiéntase y conviértase. No descanse, no descanse, no descanse hasta saber y sentir que es usted un hombre convertido.

(3) En último lugar, ofrezco una palabra de exhortación a cada lector que tiene razón para creer que ha pasado por ese cambio bendito del cual he estado hablando en este artículo

Usted puede recordar el tiempo cuando era lo que no es ahora. Puede recordar un tiempo en su vida cuando las cosas viejas pasaron y todas fueron hechas nuevas. A usted también tengo algo que decirle. Acepte una palabra de cariñoso consejo, y tómela en serio.

(a) ¿Cree usted que se ha convertido? Entonces, por sobre todas las cosas, asegúrese de que su llamado y conversión sean incuestionable. No deje sin resolver ninguna cosa que tenga que ver con su alma inmortal. Esfuércese por tener un testimonio del Espíritu con su espíritu, de que es un hijo de Dios. Se puede tener seguridad en este mundo, y la seguridad es algo que vale la pena buscar. Es bueno tener esperanza, es mucho mejor tener seguridad.

(b) ¿Cree usted que se ha convertido? 
Entonces no espere imposibilidades en esta vida. No suponga que llegará el día cuando no encuentre ningún punto débil en su corazón, ni divagaciones en sus oraciones en privado, ni distracciones de su lectura bíblica, ningún deseo insensible en la adoración pública a Dios, ninguna carne que lo mortifique, ningún demonio que lo tiente, ninguna trampa mundana para hacerlo caer. No espere nada de esto. ¡La conversión no es perfección! ¡La conversión no es el cielo!... el mundo que lo rodea está lleno de peligro; el diablo no está muerto. Recuerde que aun en el mejor de los casos un pecador convertido es todavía un pobre y débil pecador que necesita a Cristo cada día. Recuerde esto, y no se decepcionará.

(c) ¿Cree usted que se ha convertido? Entonces esfuércese y anhele crecer en la gracia cada año que vive. 
No mire hacia el pasado. No se contente con experiencias del pasado, gracia del pasado, logros del pasado en la religión. Ruegue al Señor que siga más y más la obra de conversión en su alma y que profundice sus convicciones espirituales. Lea su Biblia con más cuidado cada año. Ocúpese de sus oraciones con más celo cada año. Cuidado con el letargo y la pereza en su religión. Hay una gran diferencia entre las formas más bajas y las más altas en la escuela de Cristo. Esfuércese por avanzar en conocimiento, fe, amor, caridad y paciencia. Que su lema sea todos los años: “¡Avanzando, Hacia adelante, Hacia arriba!”, hasta la última hora de su vida.

(d) ¿Cree usted que se ha convertido? Entonces demuestre el valor que le da a la conversión con su diligencia en tratar de hacerle bien a otros.
¿Realmente cree usted que es terrible ser un inconverso? ¿Realmente cree usted que la conversión es una bendición indescriptible? Entonces demuéstrelo, demuéstrelo, demuéstrelo por su celo en sus esfuerzos por promover la conversión de otros. Mire alrededor del vecindario donde vive. Tenga compasión por las multitudes todavía inconversas. No se contente con lograr que asistan a la iglesia o a la capilla, sea su meta su total conversión a Dios. Hable con ellas, léales, ore por ellas, anime a otros para que las ayuden. ¡Pero nunca, nunca, si usted se ha convertido, nunca se conforme con ir al cielo solo!




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