Libro de
Joel 2; 1-32
EL JUICIO CERCANO, UN MOTIVO DE ARREPENTIMIENTO. UNA
PROMESA DE BENDICIONES PARA LOS ÚLTIMOS DÍAS.
En este fragmento la perspectiva
es distinta, pues la invasión de las langostas es inminente, pero aún no ha
llegado. La descripción es altamente poética, y unas veces se presenta la
invasión como futura y otras se dan detalles de su realización pasada. Los
profetas juegan en sus oráculos con varias perspectivas, la histórica pasada y
la futura, y muchas veces los dos planos se superponen o confunden. El estilo
es nervioso y entrecortado, para reflejar la inquietud del momento.
La crisis era grave. Sin embargo, Joel dio a entender que la plaga de
langostas era solo la precursora de una crisis mucho mayor si el pueblo no se
volvía de sus pecados.
Con toda celeridad
se manda dar la señal de alarma ante el peligro, pues se acerca, inminente, el día de Yahvé. El profeta aparece,
como el centinela de Israel, que vela por sus intereses y da a tiempo la voz de
alarma. El día de Yahvé es
descrito como un día de confusión y de tinieblas *. Las langostas son tantas,
que parecen oscurecer el sol, hecho que el mismo Plinio comprueba: “tanto
volant pennarum stridore ut aliae alites credantur solemque obumbrare, sollicitis su-spectantibus populis ne suas
operiant térras.”2Los primeros dos versículos en esta sección
constituyen un llamado de parte de Dios para que los sacerdotes convoquen a la
nación a un período de lamento nacional por todo lo ocurrido. ¡Tocad la corneta en Sion! conlleva
el sentido de sonar una alarma. La corneta o trompeta era de cuerno de carnero.
Los sacerdotes las utilizaban para convocar al pueblo hebreo a la adoración, al
igual que en situaciones de peligro o ataques del enemigo (Num_10:1-10; Jos_6:20;
Jdg_7:16-22; Eze_33:2-4; Zec_9:14-15). Quizá el énfasis aquí sea el lamento por
el ataque ocurrido. Sion… mi santo monte, se refiere a
Jerusalén, lugar donde se encontraba el templo y donde el pueblo se reunía para
orar a Dios. El día de Yahvé
aquí tiene la connotación de un día de juicio, de castigo. Su descripción se
encuentra en el v. 2, aunque la figura parece referirse a la oscuridad y densa
neblina ocasionadas por la plaga de langostas. El profeta pudiera estar
reflexionando en lo que el pueblo ya experimentó, y lo que aún pudiera
experimentar si no escarmienta. El impacto quedará indeleblemente grabado en la
historia del pueblo
3-5 La
figura del fuego y llama conlleva un sentido de juicio y
destrucción. Es un cuadro retrospectivo de lo ocasionado por la plaga de
langostas. El contraste entre lo que era el jardín de Edén y el desierto agrega
un tono de desolación y abandono, y subraya de manera dramática todas las
pérdidas sufridas a causa de la tremenda devastación de la plaga. ¿Acaso la
comparación envuelve un sentimiento de castigo y pérdida de algo bueno o
perfecto? Adán perdió el privilegio de vivir en el jardín de Edén a causa de su
pecado y rebeldía. Dios lo hizo salir de allí para que labrara el campo y
obtuviera de la tierra el sustento diario. El pueblo ha perdido bendiciones y
ciertos privilegios debido a este castigo divino.
Los lugares más fértiles y frondosos, semejantes al paraíso de Edén, quedan arrasados y
convertidos en desolado desierto 3.
El v. 3 contiene una hábil alusión al Sal. 97:3, que describe una teofanía, una
aparición dramática del poderoso Dios en la tierra, envuelto en gloria
ardiente. Las langostas eran los representantes de Dios, y el fuego consumidor era la aridez que
ellas le causaron a la tierra. Con su “política de tierra agostada” la belleza
verde (cf. Eze. 36:35) la
convirtieron en un desierto desolado.
Joel explota el raro parecido de la cabeza de una langosta a la de un caballo.
Ellas eran la caballería de Dios lanzándose a atacar. El ruido que hacían
mientras comían, que los observadores modernos han descrito como “el crepitar
de un matorral ardiendo”, se describe con analogías militares y destructivas.
Las langostas eran un verdadero ejército llevando a cabo una campaña de terror.
Se usan metáforas y símiles para abrir un nuevo horizonte de comprensión, para
revelar el significado subyacente de la plaga como la obra misma de Dios.
6-9. La figura del
ejército atacante (v. 5) se desarrolla ahora, pero primero se hace otra alusión
a la teofanía del juicio. El heb. para las expresiones Delante de él tiemblan … corresponde a “tiemble ante su presencia” del
Sal. 96:9. Las langostas representaban el poder mismo de Dios contra su pueblo.
El plural pueblos intensifica
su impacto aterrador. Los profetas describían a menudo a los enemigos de Israel
como los agentes providenciales de Dios a través de cuyos ataques él castigaba
a un pueblo pecaminoso (Isa. 10:5, 6; Amós 2:13-16). Joel aplica el concepto a
las langostas. Ellas marchaban invenciblemente adelante, infiltrándose, sin
freno, hasta Jerusalén y sus casas.
Ante su presencia
devastadora, los habitantes de las ciudades se llenan de espanto, porque saben
que no hay escondrijo donde guarecerse, porque como soldados de un ejército
invasor asaltan los muros., escalan
las casas y entran como ladrones por las ventanas. La descripción de
Joel es literal, pues las langostas avanzan en escuadrones, siguiendo cada una
su calzada. La alineación de la
marcha es perfecta, sin que haya confusión ni desorden en el enjambre: marchan cada una por su senda, no confunden sus caminos, ni aprieta
ninguna a su vecino. La frase hiperbólica oscurecen el sol y la luna la encontramos en diversos profetas5,
y llega a convertirse en una expresión estereotipada de la literatura
apocalíptica, que tiene sus preferencias por las comparaciones cósmicas.
El profeta asocia
aquí estas imágenes a la invasión de las langostas para destacar el carácter
tenebroso del día de Yahvé, del
que la invasión de éstas son el anuncio y su primera manifestación. El profeta
ve en este castigo de la plaga de langostas un principio de otro castigo mayor
que se desencadenará en el pleno día
de Yahvé.
10, 11. Este es el clímax.
Si en el v. 6 el término “pueblos” intensificó la descripción que Joel hace de
las langostas, ahora las referencias cósmicas lo hacen todavía más. De nuevo el
profeta habla en términos de teofanía. En el AT un terremoto es una reacción
normal del mundo a una visitación de Dios (cf. Sal. 18:7; 77:18). Las referencias cósmicas eran rasgos del día de Yahvé, como lo prueban Isa.
13:10 y 13, pasajes que los oyentes de Joel indudablemente asociaban. Cuando
las olas de langostas se arrastraban sobre la tierra, ésta parecía estar
sacudiéndose al ritmo de su movimiento ondulante. Cuando las incontables
miríadas alzaban el vuelo a pastos frescos, obscurecían el sol de día y la luna
y las estrellas de noche.
A los ojos de Joel, sin embargo, esos fenómenos naturales eran
eclipsados por su significado sobrenatural. Con visión profética él presenta al
mismo Yahvé como comandante de las langostas, cuyas legiones marchaban a sus
órdenes. Era Isa. 13:4 de nuevo, sin embargo, ahora los enemigos de Dios no
eran extranjeros sino su propio pueblo. La pregunta final intenta evocar
desesperación impotente. A través de la crisis Israel fue puesto frente a
frente con su juez divino.
Deliberadamente Joel estaba forzando los sentimientos de sus oyentes
al punto de romperse. El creó un sentido de completo presagio y de tensión
intolerable.
Aquí las imágenes se funden con las de ese día futuro cuando el mismo
Señor guíe sus ejércitos en la batalla final y enjuicie a las naciones, un día
en el que temblará todo el universo (v. 10). ¿Quién podrá soportarlo ? :
Una pregunta retórica que subraya el hecho de que nadie podrá mantenerse en pie
el Día del Señor
Por eso, el
enjambre de langostas es considerado como el ejército de Yahvé y el ejecutor
de sus palabras o sentencias de castigo sobre Israel. Y el ruido que
hace el enjambre de langostas es la voz
de Yahvé, porque ha utilizado a éstas como instrumento de su justicia
vengadora. De ahí que nadie puede soportarle
o hacer frente al destino señalado por Yahvé mismo.
Exhortación al
arrepentimiento (12-17).
Bellísima
invitación al arrepentimiento después de anunciar el castigo del día de Yahvé, iniciado con la
invasión de las langostas. Todos los oráculos de Yahvé contra Israel suelen
tener el carácter de conminatorios, porque siempre dejan la puerta abierta al
arrepentimiento, a la misericordia y el perdón divinos. El profeta, pues,
consciente de su misión de centinela de los intereses materiales y espirituales
de su pueblo, le hace una última invitación al arrepentimiento y a la
penitencia sincera: rasgad vuestros corazones
y no vuestras vestiduras. Si estamos en comunión con Dios nunca nos abandona
la esperanza. Aun en las circunstancias más extremas, como estas suscitadas por
el juicio divino, podemos volver nuestro corazón al Señor y hallar auxilio y
salvación. Dios nunca se manifiesta en forma cruel o vengativa. Por el
contrario, el Señor es misericordioso . . . y clemente , tardo para la ira y
grande en misericordia .
Yahvé quiere ahora sentimientos
verdaderos y no mera farsa externa. Es el único modo de conjurar la ruina que
se cierne sobre Israel. El rasgarse las vestiduras era una práctica común en
tiempos de duelo y contrición. Simbolizaba un corazón roto y un espíritu
herido. Aquí Joel llama a Judá para que experimente lo que el simbolismo evoca:
corazones dolidos y la confesión de sus pecados. Dios dijo al pueblo que se volviera a Él mientras todavía había tiempo.
El tiempo corría y la destrucción pronto les vendría encima. El tiempo también
corre para nosotros. Debido a que no sabemos cuándo nuestra vida llegará a su
fin, debemos volvernos al Señor ahora mientras podemos. No permita que nada le
impida volverse a Dios.
Muchas veces la gente se desgarraba las ropas en demostración de
profundo remordimiento. Sin embargo, Dios
no quería una demostración exterior de penitencia sino un arrepentimiento
interno (1Sa_16:7; Mat_23:1-36). Asegúrese
de que su actitud hacia Dios sea correcta y no solo en lo externo.
Dios es siempre clemente y misericordioso y está
más dispuesto a perdonar que a castigar;
por eso no deben desesperar los israelitas en su situación de penuria actual,
ya que Yahvé puede apiadarse de ellos y dejar tras de sí bendición de bienes materiales, con los que puedan volver
a presentar oblación y libación al
altar. Ante esta posible alternativa, el profeta invita al arrepentimiento a
todas las clases sociales como signo de arrepentimiento, sincero; ni siquiera
los niños de pecho deben estar ausentes de esta manifestación colectiva de
duelo nacional por haber pecado contra Yahvé.
El primer toque de trompeta anunciaba un peligro inminente. El segundo llamaba al pueblo a arrepentimiento
y a contrición delante de Dios. Y al frente de todos, los sacerdotes, como
ministros de Yahvé, deben
dirigir las manifestaciones litúrgicas de penitencia entre el pórtico y el altar, es decir, entre la parte anterior
del edificio del templo que da al oriente y el altar de los holocaustos, 6
Lit. “se arrepiente de (hacer) mal.” que se encontraba en el atrio interior, al
que sólo tenían acceso los sacerdotes 7.
Pero hay que notar
que la súplica de los sacerdotes ahora no es para que libre al pueblo de la
invasión de las langostas y de la ruina del campo, sino para que los libre de
caer entre las gentes, que es el oprobio
de Israel, pues siendo la heredad
de Dios, son objeto de irrisión entre los pueblos: ¿Dónde está su Dios? 8.
El perdón de Yahvé
(18-20).
Aunque el profeta
no dice expresamente que el pueblo hizo las manifestaciones sinceras de
penitencia que había pedido, se sobrentiende por el cambio de tono y de
perspectiva. Yahvé está aplacado, y, encendido
en el celo por su tierra, perdonó a su pueblo. Aquí la profecía de Joel
cambia dramáticamente, y pasa de profetizar castigo de Dios a anunciar
derramamiento del perdón y bendición de Dios. Esto sucedería solo si el pueblo
buscaba vivir de la manera que Dios quería que lo hiciera, renunciando a sus
pecados. Donde hay arrepentimiento hay esperanza. Esta sección del libro
alimenta esa esperanza. Sin esta esperanza la profecía de Joel solo nos traería
desesperación. Esta promesa de perdón debió haber alentado al pueblo a
arrepentirse.
Por
ello, les otorga en abundancia las cosas que habían perdido con la plaga de
langostas, y, además, promete que no volverán a ser el oprobio o ludibrio entre las gentes. No volverá a desamparar a
su pueblo, de forma que Israel vuelva a ser presa de las naciones paganas.
Y, por fin, añade
que el enemigo norteño será
alejado definitivamente hacia una zona desértica con su vanguardia hacia el mar oriental 9, y su retaguardia hacia el mar occidental 10.
En esa zona entre el mar Muerto (oriental) y el Mediterráneo (occidental) se
supone que se corrompe el ejército de ese norteño.
Pero ¿quién es este supuesto enemigo? Algunos autores creen que es el viento que empujó la plaga de langostas
desde el norte (la invasión de langostas en Palestina suele venir del desierto
oriental o de la estepa sinaítica), que iban a morir entre el mar Muerto y el
Mediterráneo. San Jerónimo se inclina por esta interpretación, y dice que, en
su tiempo, nubes de langostas morían empujadas hacia el Mediterráneo y eran
devueltas por las olas hacia las costas palestinenses, con el consiguiente
hedor en la región afectada. Pero es un hecho que este v.20 tiene, por
su.contenido, muchas analogías con algunos textos de Ezequiel u, en
los que se habla de un enemigo (Gog y Magog) que es desbaratado entre el mar
Muerto y el Mediterráneo. Joel predijo la invasión del norte por parte de los
ejércitos enemigos de Asiria y Babilonia, simbolizados por las langostas.
El norte era el lugar tradicional de las invasiones asirías,
babilonias y escitas. Lo que viene del
norte alude a todo aquello que amenaza la estabilidad, paz y seguridad
de la nación. Dado que por lo común Judá era atacada militarmente desde este
punto cardinal, algunas versiones traducen la frase de tal manera que sugieren
que el enemigo era un ejército humano (como en Jer_6:1). Pero el artículo
neutro lo es apropiado según el contexto. El mar oriental es el mar Muerto; el mar occidental es el mar Mediterráneo. La promesa es que Dios
alejaría de ellos cualquier amenaza. Lo más inmediato era (o había sido) la
plaga de langostas. La destrucción de estos insectos causaría malos olores,
señal de muerte. ¡Porque ha hecho
grandes cosas! se refiere a la gran devastación causada por estos
insectos.
De ahí que, en la literatura profética, el
norte es sinónimo de región enemiga, de donde vienen los castigos de Yahvé
sobre su pueblo 12. Aquí, pues, Joel parece aludir al castigo que
sufrirá un supuesto enemigo del pueblo israelita procedente del norte. En Joel,
el elemento escatológico tiene gran importancia, y, como veremos, el profeta
supone que antes de la inauguración de la era mesiánica habrá un castigo
ejemplar sobre los enemigos del pueblo elegido. En esta perspectiva tenemos que
colocarnos para comprender este pasaje, que es, sin duda, paralelo al de Ezequiel
sobre la invasión y derrota de Gog entre el templo de la nueva teocracia y el
mar Mediterráneo.
Anuncio de nueva prosperidad (21-27).
Ha pasado la hora de temor y de la desolación, y por eso, una vez
reconciliados con Yahvé, deben alegrarse todos, porque va a cambiar totalmente
el panorama: son muy grandes las cosas
que Yahvé va a cumplir. Con la bendición divina reverdecerán los
pastizales, no faltará la lluvia, y de nuevo las cosechas ubérrimas alegrarán a
los agricultores. Joel contrasta el temor al castigo de Dios con el gozo de la
intervención de Dios. El pecado
acarreará castigo en el Día del Señor, y solo el perdón de Dios brindará
regocijo. A menos que usted se arrepienta, su pecado traerá como resultado el
castigo. Permita que Dios intervenga en su vida y se podrá regocijar en ese
día, ya que no tendrá nada que temer. Antes, hubo hambre, plagas y
plañideras; luego, habrá fiesta, cosecha y canciones de alabanza. Cuando Dios
gobierne, la restauración es completa. Mientras tanto, debemos recordar que Dios
promete prosperidad a todos sus seguidores. Cuando Dios persona, El restaura
esa relación quebrantada, pero no nos garantiza la riqueza individual.
Dios promete suplir toda necesidad a los que ama, perdona, restaura
nuestra relación con El y cuida mediante la comunidad de creyentes.
Los hijos de Sión, los
habitantes de la tierra de Judea, también deben confiar en Dios, principalmente
por la lluvia que él ha enviado en su
justa medida. Esta última frase es una buena traducción de la expresión
heb. que apunta a Dios como el sujeto, el que hace las cosas de manera justa y
en el tiempo apropiado. La Biblia de las Américas traduce: “Él os ha dado la
lluvia temprana para vuestra vindicación”. El cuadro de restauración y
vindicación es obvio. Yahvé está haciendo todo lo necesario para el bien del
pueblo, realmente un marcado contraste con todo lo visto anteriormente y lo
cual debe ser suficiente motivo para provocar el regocijo en la gente. Lo más importante es que aquí Dios se
compromete a cuidar de su pueblo y a otorgarles aquello que pueda ofrecerles el
sustento y la seguridad necesarios, y hacerlo abundantemente.
El v. 25 deja claro que lo que el profeta ha señalado es la
devastación sufrida por una plaga de langostas, “comandada” o enviada por Dios
mismo: mi gran ejército,
ejecutores del juicio divino. Los años
parece sugerir que los ataques se habían repetido varias veces, y/o que las
consecuencias habían sido funestas a lo largo de mucho tiempo. (Otra vez se
repiten las varias fases en el desarrollo de estos insectos, o algunos de los
varios nombres con que se conoce el mismo insecto.)
26, 27- Pero ahora el Señor
promete revertir el proceso. Hay cuatro promesas muy importantes al respecto:
(1) Proveer el sustento
necesario: comeréis hasta saciaros
(2) devolver al pueblo la
alabanza: alabaréis el nombre de
Jehová, lo cual habla de restaurar el compañerismo con el Señor. Maravillas alude a los favores, a la
gracia divina manifestada en pro del pueblo.
(3) Protección: y nunca más será avergonzado mi pueblo;
es decir, no será vulnerable a los ataques naturales o de sus enemigos.
(4) La presencia divina como
corolario o sello a la promesa anterior: estoy
en medio de Israel. El contraste es obvio en relación con la frase:
¿Dónde está su Dios?
Si los judíos nunca más experimentarían un
desastre como la plaga de langostas, ¿cómo se puede explicar el cautiverio en
Babilonia, la esclavitud de los judíos por los griegos y romanos, y su
persecución bajo el gobierno de Hitler? Es importante no sacar este texto fuera
del contexto. Este es parte de la sección de "bendición" de la
profecía de Joel. Solo si el pueblo se arrepentía verdaderamente evitaría el
desastre como el que Joel describió. Las bendiciones de Dios se prometen solo a
los que sincera y fielmente lo siguen. Dios sí promete que después del día
final de castigo, su pueblo nunca más experimentará esta clase de desastre (Zec_14:9-11.
Apocalipsis 21).
La efusión del Espíritu de Yahvé (28-32).
Esta sección de Joel es futurista, desde la perspectiva y contexto
históricos del profeta. Prácticamente es una extensión de las promesas de
restauración observadas en la sección anterior porque habrían de realizarse en
algún tiempo futuro. Aquí el profeta añade un tono apocalíptico/escatológico,
al concepto del día de Jehová. Ahora sí, como un día de vindicación para Israel
y de juicio para las otras naciones.
La “revelación progresiva” de Dios en el AT nos presenta al Espíritu
Santo que viene a los hombres por cierto tiempo y luego retorna al seno del
Padre (Juec_6:34; Juec 16:20). El profeta Joel menciona el futuro advenimiento
del Espíritu, como un acontecimiento histórico (Hch_2:4, Hch_2:16-21), para
quedarse permanentemente. Su llegada sustituyó a Jesús y desarrolló el más
grande poder en la vida de los discípulos. Al principio el Padre se nos reveló
como el Creador y Sustentador, luego se nos reveló en el Hijo y “vimos su
gloria”. Estuvo treinta y tres años en la tierra. Pero con la llegada del
Espíritu Santo, Dios el Padre y Dios el Hijo “tabernaculizaron” para siempre
con el hombre. Ahora él ha tomado a su iglesia como su morada permanente (1Co_6:19;
2Co_6:16; Mat_28:20b).
La promesa del Señor es espiritual: derramaré mi Espíritu sobre todo mortal.
La expresión conlleva un énfasis profético; es decir, la habilidad de entender,
interpretar y proclamar la voluntad divina (ser portavoces del Señor). Un don
más ampliamente divulgado y/o diseminado entre la gente es el hecho de que Dios
iluminará la mente y el corazón de las personas para que puedan discernir y
proclamar su palabra (voluntad). No solo permitirá la obediencia personal (Eze_36:26-27),
sino que también el desarrollo de una mejor relación con el Creador (Isa_32:14-18;
Isa_44:3-5). Todo mortal es,
lit., “toda carne” o ser humano. Sin embargo, la expresión vuestros ancianos… jóvenes, parece limitar la promesa al
pueblo judío. Esta promesa pareciera cumplir el anhelo que una vez expresara
Moisés (Num_11:29). Más aún, tanto hombres como mujeres, ancianos y jóvenes,
esclavos y libres, participarán de esta labor espiritual. Los sueños y las
visiones son medios por los cuales los antiguos recibían mensajes proféticos,
y/o conocían de la voluntad de Dios. La promesa es que Dios derramará su
Espíritu como manifestación de su gracia divina. Pedro interpretó la venida del
Espíritu Santo en Pentecostés como el cumplimiento de esta promesa; pero él la
aplicó tanto a los judíos como a los gentiles (Hch_2:16 ss.).
Yahvé se comunicará a los
ciudadanos de la nueva teocracia en unas proporciones no soñadas. Zacarías
anuncia la efusión de “un espíritu de gracia y de plegaria” sobre la casa de
David y sobre los habitantes de Jerusalén 13. Joel concreta más, y
anuncia que todos los representantes de las distintas clases sociales
participarán de la efusión del espíritu de Yahvé.
Pedro, en su discurso el día de Pentecostés,
vio el cumplimiento de la profecía en la comunicación sobreabundante del Espíritu Santo a los reunidos en el
cenáculo 14. Joel concibe la inauguración de la era mesiánica
como la eclosión plena del espíritu de Dios, que se comunica
sobreabundantemente a todos los que formen parte de la nueva teocracia.
Jeremías habla de un nuevo pacto entre Dios y su pueblo, basado en la entrega
de los corazones 15; Joel se mantiene en esta línea espiritual,
suponiendo que lo esencial de la era mesiánica será la íntima comunicación
entre Yahvé y los miembros de su pueblo elegido. Su profecía se cumplió
plenamente en la Iglesia fundada por Cristo, donde abundaron los dones de todo género, sobre todo
en la primitiva generación apostólica.
Los vv. 30 y 31 parecen sugerir que el derramamiento del
Espíritu es otra de las señales o manifestaciones del día de Yahvé. El lenguaje
en estos dos versículos es apocalíptico; es decir, usa imágenes simbólicas que
presagian eventos relacionados con los planes de Dios. Prodigios tiene que ver
con eventos extraordinarios. En los cielos y en la tierra incluye toda la
naturaleza, todo lo creado. Lo que sigue son figuras bélicas: sangre, fuego y columnas de humo,
todo aquello que acompaña cualquier guerra. El profeta señala al evento mismo y
sus resultados. Las señales cosmológicas son figuras que acompañan todo juicio
divino (Isa_13:10; Mar_13:24; Apoc. 6:12). Sin embargo, hay que recordar que
muchas veces el fuego es símbolo de juicio y purificación. De ahí que algunos
comentaristas prefieran ver estos versículos como la manifestación del juicio
divino sobre las naciones paganas, y como vindicación del pueblo judío;
especialmente si se toma en cuenta que el día de Yahvé será algo grande y
temible (Mal_4:5). Sin embargo, el contexto parece apuntar al hecho que el
derramamiento del Espíritu estaría acompañado de manifestaciones cósmicas, o
señales extraordinarias. Esto pudo haberle servido de clave a Pedro para
identificar la venida del Espíritu Santo como el cumplimiento de la profecía de
Joel.
Pedro citó este pasaje en el día de Pentecostés (Hch
_2:16-21); el derramamiento del Espíritu predicho por Joel ocurrió en
Pentecostés. Ezequiel también habló de un derramamiento del Espíritu (Eze_39:28-29)
el cual, algunos piensan que vendrá después de que Cristo regrese. El Espíritu
de Dios está ahora al alcance de todos los que claman al Señor (Eze_2:32).
El v. 32 apunta al “plan de salvación” de parte de Dios.
Invocar el nombre de Yahvé significa entrar en comunión con él, en obediencia y
adoración (Gen_4:26). Es “aceptar” a Dios como su Dios. Esta es la manera de
“escapar” del juicio divino: será salvo, ya sea en lo que representaba la plaga
de langostas (como en el caso de la nación de Israel) o en el juicio final (Rom_10:9-13).
Sion o Jerusalén es el centro de la manifestación divina, lugar donde estaba el
templo y desde donde, según el pensamiento hebreo, Dios comunicaba su voluntad.
También era el centro de adoración para los judíos. La figura también puede
transmitir un sentido de seguridad, protección y/o salvación. Es el lugar donde
estarán los libertados. La promesa de salvación es para aquellos que Yahvé ha llamado, una frase que probablemente alude
a quienes han respondido al llamado o invitación de Dios; o quizá se refiera al
remanente judío que permanece fiel y obediente a Dios a pesar de cualquier
calamidad o adversidad.
Al lado del anuncio de la efusión universal del espíritu, el profeta
proclama un juicio vindicativo sobre las naciones paganas para hacer justicia
al pueblo elegido, por ellas perseguido. Será el día de Yahvé, en el que hasta la misma naturaleza se trastocará.
Las frases que aquí se consignan sobre el oscurecimiento del sol y de la luna,
que antes se aplicaron a la invasión de las langostas, no han de tomarse al pie
de la letra, sino dentro del género literario del lenguaje apocalíptico, en el que
siempre entran las convulsiones cósmicas como arte integrante del juicio de
Dios sobre los hombres. El profeta intenta encarecer el terror y transformación
universal que producirá la manifestación justiciera de Dios. En ese juicio
terrorífico se salvará sólo el que invocare
el nombre de Yahvé.
El castigo y la misericordia van de la mano. Joel
había dicho que si el pueblo se arrepentía, el Señor lo salvaría del juicio. En
medio del juicio y la catástrofe, por lo tanto, algunos serían salvos. La
intención de Dios no es destruir sino restaurar. Sin embargo, debemos aceptar
su salvación o ciertamente pereceremos junto con los que no se arrepintieron.
Cuando el mundo comience a desintegrase, todo aquel que invocare el nombre de Yahvé
será salvo . Estas señales del juicio de Dios serán desastrosas para
aquellos que perseveren en sus pecados. Sin embargo, serán señales de redención
y salvación para quienes se vuelvan al Señor.
Aquellos que son salvos, aquellos que tienen el
llamado en el nombre de Yahvé.
Al cual él habrá
llamado : Aquí vemos los dos aspectos de la
salvación, la cual es tanto el llamado que dirigen a Dios los seres humanos,
como el llamado que los seres humanos reciben de Dios. Dios llama a los hombres
realizando prodigios. Los hombres pueden responder buscando a Dios, y entonces
recibirán salvación.
Ningún acontecimiento ocurrido en tiempos de Joel
responde a esta sección profética (vv. 28-32), la cual comienza a cumplirse el
día de Pentecostés, cuando el derramamiento del Espíritu dio inicio a «los
últimos días». La profecía de Joel culminará con la Segunda Venida del Mesías,
Jesucristo, y el subsecuente fin de este mundo. Vivimos ahora en esos
prolongados días finales. El incesante crecimiento de la violencia y los
conflictos armados que caracterizan la historia contemporánea deben ser
considerados como un recordatorio de Dios a los seres humanos para que invoquen
su nombre y sean salvos.
1 Amo_5:18.20;
Sof_1:15; Eze_30:3.
— 2 Plinio,
Hist. Nat. XI 29.
— 3 Sobre la expresión paraíso de Edén véase
Eze_36:35; Isa_51:3; Gen_13:10; Gen_2:8.
— 4 Hoonacker cita el testimonio de Fpskal (Descr.
animal. p.81) para corroborar esta observación: “transeúntes grylli super
verticem nostrum, sonó magnae catarrhactae fervebant.”
— 5 Cf. Isa_13:10;
Eze_32:7
— 7 Cf. Flavio Josefo, Cont. Ap. II 9.
— 8 Cf. Jer_24:9.
— 9 Lit. “mar anterior” (supuesta la
orientación en dirección al este).
— 10 Lit. “Mar posterior” (colocado a la espalda
del que se orienta hacia el este).
— 11 Cf. Eze_26:7; Joe_38:6.15; Eze_39:2.
— 12 Cf. Jer_1:13-15; Jer_4:1.22; Joe_10:22.
— 13 Cf. Zac_12:10.
— 14 Cf. Hec_2:17;
Hec_10:445.
— 15 Cf. Jer_31:31
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