} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 6 Julio: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.

viernes, 6 de julio de 2018

6 Julio: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.



 Lucas 11; 9

Y yo (Jesús)  os digo: Pedid, y se os dará; buscad y hallaréis; llamad, y se os abrirá.

    En este texto Jesús nos enseña cómo orar. Ahora insiste en que aprovechemos este gran privilegio. Jesús no dice "rezar", sino "pedid". Hay mucha diferencia entre el rezar y el orar. No hay virtud alguna en recitar o leer oraciones. Lo que agrada a Dios es el pedir, buscar y llamar. La ley de Cristo contiene enseñanzas bien difíciles para nosotros a menos que nuestro corazón esté completamente sumiso a la voluntad de Dios. Es necesario que haya cambio de corazón y de vida. ¿Cómo es posible hacer estos cambios? “Pedid... buscad... llamad". Debemos llevar todo problema a Dios en oración. Si estamos resueltos a hacer la voluntad de Dios, si estamos resueltos a cooperar con la oración (poner nuestra parte), y si comprendemos que urgentemente necesitamos de la ayuda de Dios, Él nos oirá.
Hay pocas promesas en la Biblia tan amplias é ilimitadas como la que contiene este admirable pasaje. La última  especialmente merece notarse. La iluminación del Espíritu Santo es sin duda el mayor don que Dios puede conceder al  hombre. Si tenemos ese don, lo tenemos todo: vida, luz, esperanza y gloria. Si poseemos don, poseemos también el amor  ilimitado de Dios Padre, la fe expiatoria de Dios Hijo, y plena comunión con todas las personas de la santísima  Trinidad. Si poseemos este don, tenemos también gracia y paz en la vida presente, y gloria y honra en el mundo venidero.
Y, sin embargo, ¡Jesús lo ofrece como un galardón que puede obtenerse por medio de la oración! Vuestro Padre celestial  dará el Espíritu Santo a los que lo pidieren a él...
Pocos pasajes hay en la Biblia que tan completamente como este dejen sin excusa al impenitente. Este dice que es débil y  se halla desamparado; pero ¿pide que le den fuerza? Dice que es "malo y depravado;" pero ¿ruega que Dios lo haga  bueno? Dice "que por sí mismo no puede hacer nada"; pero ¿toca a la puerta de la misericordia y suplica se le dé la gracia  del Espíritu Santo? Preguntas son estas a las cuales es de temerse que muchos no pueden contestar afirmativamente; pues  son lo que son, porque no quieren arrepentirse y convertirse. Nada obtienen, porque nada piden. No vienen a Cristo para  conseguir la vida eterna; y, por lo tanto, permanecen "muertos en sus culpas y pecados...
Preguntémonos si sabemos qué es orar de veras. ¿Oramos algunas veces? ¿Oramos en nombre de Jesús y como pecadores  menesterosos? ¿Sabemos qué es " pedir," y "buscar," y " tocar a la puerta" y luchar por medio de la oración como  hombres que saben que en ello les va la vida y que han menester una respuesta? ¿O es que nos contentamos con repetir  ciertas fórmulas y palabras, en tanto que nuestra mente divaga y nuestro corazón se encuentra frio? ¿Hemos aprendido, a  la verdad, algo muy importante cuando sabemos que repetir oraciones o "rezar" no es orar? Si oramos, propongámonos firmemente no abandonar esa práctica, no acortar jamás nuestras oraciones. La oración es el  instrumento que muestra el estado en que se encuentra el hombre para con Dios. Tan luego como empecemos a descuidar  nuestras oraciones privadas podemos estar seguros de que adolecemos de algún mal moral. Cuando tal cosa sucede  podemos saber que hay escollos a proa, que estamos en peligro inminente de un naufragio.

¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!

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