} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: MENSAJE PARA TI

domingo, 1 de julio de 2018

MENSAJE PARA TI




“Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1:18).


Ah, la nieve, la nieve hermosa,
Que llena el cielo y en la tierra cada cosa,
Sobre las casas, sobre las calles,
Sobre la cabeza de los que van andando
Bailando—Flirteando—Saltando
¡Nieve hermosa! ¡Nunca mal haciendo!

Revoloteando para besar la mejilla de la linda mujer,
Posando sobre sus labios, jugando con placer:
¡Nieve hermosa del cielo baja,
pura como un ángel, gentil como el que ama!     

Ah, la nieve, la nieve hermosa,
Cómo sus copos se juntan y ríen al pasear
De aquí para allá, divertidos al volar.
Corriendo—Riendo—Apurados van,
El rostro iluminan, luz a las miradas dan,

Y el perro con un ladrido y un salto tras ellos va
Queriendo mordisquear los cristalinos copos.
La ciudad cobra vida, con el corazón contento,
¡Para la nieve recibir que en ese momento llega!

Está la gente bulliciosa
Saludándose con buen humor y canciones melodiosas.

Los trineos alegres pasan como meteoros ardientes en el atardecer
Para en unos segundos desaparecer.
Cascabeles—Vaivenes—A la carrera
Sobre la cresta de la nieve hermosa,

Nieve tan pura cuando del cielo viene y se posa,
Dulce y hermosa como una rosa.
Duele verla en el suelo por miles de pies pisoteada
Hasta que se mezcla con el barro de la calle enlodada.

Una vez fui pura como la nieve, pero caí.
Como un copo de nieve del Cielo al Infierno fui.
Caí para ser pisoteada y con la suciedad de la calle enlodada.
Caí para ser despreciada, escupida y molida.
Rogando—Maldiciendo—Con miedo de morir,
Vendiendo mi alma al que la quisiera comprar,

Rebajándome por un bocado de pan en mi triste suerte.
Odiando la vida y temiendo la muerte.
¡Dios misericordioso! ¡Qué bajo he caído!
Y, no obstante, una vez fui como la nieve hermosa.


Una vez fui bella como la nieve que has traído,
Con ojos cristalinos, el alma refulgente.
¡Una vez fui amada por mi gracia inocente,
Elogiada y buscada por el encanto de mi rostro!
Padre—Madre—Hermana—Todos:
A Dios y a mí misma fui perdiendo a medida que caía.

Aun el más miserable que a mi lado tiritando pasa,
Ahora se aparta para evitar mi cercanía.
Por todo lo que cargo sobre el alma mía,
Sé que no hay nada tan puro como la nieve hermosa.

¡Qué extraño que esta nieve hermosa
Caiga sobre esta pecadora sin rumbo!
¡Qué extraño sería que cuando la noche llegara otra vez
Que la nieve y el hielo golpearan y congelaran mi cerebro desesperado!
Desmayando—Helándome—Muriendo—Sola.
Demasiado descarriada para orar, demasiado débil para que mi gemir

Sea escuchado en las calles de la loca ciudad
Enloquecida de alegría por la nieve que ve venir;
Vivo y muero en mi terrible desgracia
Teniendo por lecho y mortaja la nieve hermosa.

Indefensa y asquerosa como la nieve pisoteada.
¡Pecador, no te desesperes! Cristo humillado baja
para rescatar tu alma perdida en pecado,
Y levantarla a la vida y al gozo nunca imaginado.
Gimiendo—Sangrando—Muriendo—Por ti.
¡El Crucificado en el madero colgado!

Los susurros de su misericordia llegan suavemente tu lado.
“¿Hay misericordia para mí? ¿Oirá mi débil oración?
¡Oh Dios! ¡A la sangre que para los pecadores derramaste me acerqué,
Lávame, y más blanco que la nieve seré!”

Poesía escrita por una joven de veintidós años, antes de morir en invierno  de 1870



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