} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 21 Julio: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.

sábado, 21 de julio de 2018

21 Julio: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.




Mateo 3; 1-2
En aquellos días apareció Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea
y diciendo: "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado."

  El arrepentimiento era uno de los temas principales de los profetas (Isa_1:16-18; Isa_55:7; Jer_3:12; Eze_33:11; Eze_33:15; Joe_2:12-13; Zac_1:3-4); Dios los llamó y los envió para denunciar las apostasías del pueblo. De la manera más gráfica, pues, describieron los pecados del pueblo y les exhortaron a que se arrepintieran y volvieran a Dios.
Juan conecta el arrepentimiento con el reino, porque es imposible entrar al reino de Dios sin arrepentirse. Cristo vino a llamar "a pecadores al arrepentimiento" (Luc_5:32). El arrepentimiento precede al perdón (Hch_2:38; Hch_11:18; Hch_26:20).
 La esencia del mensaje que Juan proclamaba era un mandato a todos los oyentes a “arrepentirse”. En el NT hay por lo menos dos palabras griegas que se traducen “arrepentirse”: la más común metanoéo, es la que se encuentra en este pasaje y significa “cambiar radicalmente la manera de pensar”. Se emplea cinco veces en Mateo y otras veintinueve en el resto del NT. Hay dos conceptos lógicamente implicados en el término “arrepentirse”, que se observan tanto al examinar su uso en el NT como en este contexto. El primer concepto es el “pesar”, o “dolor”, que anticipa, acompaña y motiva el “cambio de pensar”. Sin este pesar, no puede producirse el arrepentimiento bíblico. Esencialmente el pesar es el darse cuenta que uno ha pensado, hablado u obrado en una manera que ofende a Dios y/o al semejante. El segundo concepto es el “cambio de conducta” que resulta necesariamente del “cambio de pensar”. El arrepentimiento es, pues, un cambio interior y espiritual, un cambio de propósito de vida, que se refleja necesariamente en un cambio exterior y práctico. Una de las ilustraciones bíblicas más gráficas del arrepentimiento es la decisión del hijo pródigo de regresar a la casa de sus padres y someterse a su  autoridad.
La benignidad de Dios nos guía al arrepentimiento (Rom_2:4); también el juicio venidero mueve al hombre a arrepentirse (Hch_17:30-31).
Aunque la palabra  arrepentimiento estrictamente denota un cambio de mente, tiene referencia aquí, y en todo otro lugar donde se usa con referencia a la salvación, primeramente a ese sentido de pecado que conduce al pecador a huir de la ira venidera, a buscar ayuda sólo de arriba y ansiosamente a aceptar el remedio provisto
         Es importante distinguir entre el arrepentimiento y la tristeza por el pecado. "La tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte" (2Co_7:10). En el día de Pentecostés "al oír esto (la predicación de Pedro), se compungieron de corazón ". Por eso, la tristeza por el pecado vino primero; entonces Pedro mandó que se arrepintieran. La tristeza de Pedro le movió a arrepentirse (Mat_26:75).


Mateo 4; 17

Desde entonces Jesús comenzó a predicar y a decir: "¡Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado!"

   Este es el mandamiento más difícil de la Biblia. El mensaje de Jesús constaba de un mandamiento que era la consecuencia de una nueva situación. " ¡Arrepentíos!" -decía. «Volveos de vuestros propios caminos, y volved a Dios. Levantad vuestra mirada de la tierra y ponedla en el cielo. Cambiad el sentido de vuestra dirección, y dejad de alejaros de Dios y empezad a caminar hacia Dios.» Ese mandamiento había llegado a ser urgentemente necesario porque el Reinado de Dios estaba a punto de empezar. La eternidad había invadido el tiempo; Dios había invadido la Tierra en Jesucristo, y por tanto era de suprema importancia el escoger la dirección y el lado correctos.

 A veces predicadores animan al pueblo a obedecer al evangelio diciendo que “es sencillo y es fácil; sólo tienen que creer, arrepentirse, confesar y ser bautizados”, pero el arrepentirse no es fácil porque significa cambiar. El arrepentimiento significa cambio de mente, cambio de corazón, cambio de los pensamientos y propósitos que resultan en un cambio de vida. Los judíos no querían cambiar, pues confiaban en ser hijos de Abraham (Mat_3:9), el pueblo escogido de Dios. Muchos paganos se arrepintieron (Hch_19:19; 1Ts_1:9-10), pero la mayoría no.
Hoy en día ¿cuántos católicos, evangélicos, adventistas, etc. quieren cambiar para obedecer al evangelio puro? ¿Cuántos mundanos quieren cambiar? ¿Cuántas personas con mal genio quieren cambiar?  

Jesús viene como la palabra del Padre por antonomasia, su primer don es la palabra. Como referente al hablar del Bautista se emplea el verbo predicar. No sólo es una nueva doctrina, sino que es una declaración, un pregón del heraldo, un mensaje que sacude y despierta. Es un mensaje que se anuncia de parte de Dios, y que ha de ser transmitido sin falta y tiene su hora establecida. Todo eso resuena en la palabra «predicar». Se tiene que escuchar esta predicación: no como una instrucción, ni tampoco solamente como una revelación de la verdad, sino que hay que dejarse hablar y sacudir como hombre íntegro, con todos los sentidos y fuerzas del corazón, hay que estar dispuesto a renovar la propia vida...
Tiene que cambiarse toda la vida. Según parece, sólo cuando esto haya sucedido, habrá ya llegado el reino. Entonces el tiempo futuro se trocará en tiempo presente, el acercamiento en la llegada; entonces estará presente lo que antes estaba cerca. Ésta es como una ley de la actividad salvadora: Dios procede primero y viene antes, pero el hombre tiene que proceder en segundo lugar y ha de venir después. No hay llegada de Dios sin transformación de la vida, no hay reino de Dios sin destronar al hombre...

¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!

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