Romanos 5; 8
Pero
Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo
murió por nosotros.
El amor de Dios
por el mundo es contrastado con el amor nuestro, el uno por el otro. Si es raro
que alguno muera por un justo o un bueno, y si Cristo murió por los malos, de
veras la muerte de Cristo muestra el grande amor de Dios. No hay amor (entre
los hombres) como éste.
¿No es grande el
amor del que muere por sus propios enemigos que no son más que pecadores?
Siendo aún pecadores son palabras maravillosas. Dios envió
a Jesucristo para que muriera por nosotros, no porque seamos buenos, sino
porque nos ama. Cuando no se sienta seguro del amor de Dios, recuerde: si Él lo
amó cuando usted aún era rebelde, puede sin duda fortalecerlo ahora que le
corresponde.
1 Juan 4; 19
Nosotros le amamos a él, porque él nos
amó primero.
Los cristianos
aman (a Dios y a los hermanos) pero esto no le obliga nada a Dios. Primero él
nos amó a nosotros (Jn_3:16; Rom_5:8), y así
viene siendo nuestro amor la consecuencia del amor antecedente de Dios. El amor de Dios es la causa de nuestro amor. Poseer
el amor de Dios produce confianza en él y amor por los creyentes. Aquel que
conoce este amor no teme enfrentar a Dios en el juicio. Aun aquí en este
mundo somos como es
Cristo
El amor de Dios
es la fuente de todo amor humano, y se esparce como el fuego. Al amar a sus hijos,
El enciende una llama en sus corazones. Como respuesta, ellos aman a otros, los
que son aceptados por el amor de Dios por medio de ellos.
1Pedro 1; 22
Habiendo purificado vuestras almas en obediencia a la verdad
para un amor fraternal no fingido, amaos los unos a los otros ardientemente y
de corazón puro;
La
obediencia es la parte que le toca al hombre (Hch_2:40).
La agencia humana se involucra en la salvación; desde luego no es la causa de
la salvación. Pero si la salvación es condicional, naturalmente se tienen que
cumplir esas condiciones. Esto le toca al hombre hacer.
Se
tiene que obedecer a la verdad. La obediencia al error no purifica (Jn_8:32).
Entra en la
purificación del hombre la agencia del Espíritu Santo. El ha revelado la verdad
que tiene que ser obedecida. Cuando el hombre obedece a la verdad revelada por
el Espíritu Santo, llega a ser una nueva criatura. Por eso la obra del Espíritu
Santo es la de renovar (Tit_3:5).
El amor no
fingido implica una entrega desinteresada; por esa razón, una persona egoísta
no puede amar de verdad. El amor de Dios y su perdón nos libra de la
posibilidad de mirarnos a nosotros mismos y nos motiva a satisfacer las
necesidades de los demás. Al sacrificar Cristo su vida, nos probó que en
realidad nos ama. Ahora usted puede amar a los demás siguiendo su ejemplo y entregándose
de un modo altruista.
¡Maranata! ¡Ven pronto mi Señor Jesús!
No hay comentarios:
Publicar un comentario