¿ Es usted nacido de nuevo? Esta
es una de las preguntas más importantes de la vida. Jesucristo dijo: “El que no
naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3).
No basta con contestar:
“Pertenezco a la iglesia; supongo que soy cristiano.” Miles de cristianos
nominales no muestran ninguna de las señales de haber nacido de nuevo que las
Sagradas Escrituras nos han dado —muchas de ellas anotadas en la Primera
epístola de Juan.
No comete habitualmente pecados
La persona que es nacida de
nuevo, o es regenerada, no comete habitualmente pecados. Ya no peca con su
corazón y voluntad y todas sus inclinaciones. Probablemente hubo una época
cuando no pensaba si sus acciones serían o no pecaminosas, y no siempre sentía
pesar después de haber hecho el mal. No había problemas entre él y el pecado;
eran amigos. pero el cristiano auténtico odia el pecado, huye de él, lucha
contra él, lo considera su plaga más grande, resiente la carga de su presencia,
se duele cuando cae bajo su influencia y anhela librarse totalmente de él. El
pecado ya no le agrada, ni siquiera le es indiferente; ha llegado a ser algo
que odia. No obstante, no puede eliminar su presencia dentro de él.
Si dijera que no tiene pecado,
estaría mintiendo (1Jn 1:8). Pero puede decir que odia el pecado y que el
gran anhelo de su alma es no volver a cometer ningún pecado. No puede impedir
malos pensamientos, ni que faltas, omisiones y defectos aparezcan tanto en sus
palabras como en sus acciones. Sabe que “todos ofendemos muchas veces”
(Santiago 3:2). Pero puede decir ciertamente, en la presencia de Dios, que
estas cosas le causan dolor y tristeza y que su naturaleza entera no las
consiente. ¿Qué diría de usted el apóstol? ¿Ha nacido usted de nuevo?
Crees en Cristo
El
hombre que es nacido de nuevo, o es regenerado, cree que Jesucristo es el único
Salvador que puede perdonar su alma, que es la persona divina designada por
Dios el Padre justamente para este propósito, y fuera de él no hay ningún
Salvador. Se considera indigno. Pero tiene plena confianza en Cristo, y
confiando en él, cree que todos su pecados han sido perdonados. Cree que,
porque ha aceptado la obra consumada de Cristo y la muerte en la cruz, es
considerado justo a los ojos de Dios, y puede encarar la muerte y el juicio sin
temor.
Puede tener temores y dudas.
Quizá a veces diga que se siente como que no tiene nada de fe. Pero pregúntele
si está dispuesto a confiar en otra cosa en lugar de Cristo, y vea lo que dice.
Pregúntele si está dispuesto a basar su esperanza de vida eterna en su propia
bondad, sus propias obras, sus oraciones, su pastor o su iglesia, y note su
respuesta. ¿Qué diría de usted el apóstol? ¿Ha nacido usted de nuevo?
El hombre que es nacido de
nuevo, o es regenerado, es un hombre santo. Procura vivir de acuerdo con la
voluntad de Dios, hacer las cosas que agradan a Dios y evitar las cosas que
Dios aborrece. Desea continuamente tener en Cristo su ejemplo al igual que su
Salvador y dar pruebas de ser amigo de Jesús haciendo todo lo que él ordena.
Sabe que no es perfecto. Percibe, con dolor, su corrupción interior. Tiene
conciencia de un principio maligno dentro de sí mismo que lucha constantemente
contra la gracia y trata de apartarlo de Dios. Pero no lo consiente, aunque no
puede impedir su presencia.
Aunque a veces puede sentirse
tan bajo que cuestiona si es o no cristiano, podrá decir con John Newton: “No
soy lo que debo ser, no soy lo que quiero ser, no soy lo que espero ser en el
más allá; pero aun así no soy lo que era, y por la gracia de Dios soy lo que
soy.” ¿Qué diría de usted el apóstol? ¿Ha nacido usted de nuevo?
El hombre que ha nacido de
nuevo tiene un amor especial por todos los auténticos discípulos de Cristo. Al
igual que su Padre en los cielos, ama a todos los hombres con un gran amor
general, pero tiene un amor especial por los que comparten su fe en Cristo. Al
igual que su Señor y Salvador, ama a
los
peores pecadores y puede llorar por ellos; pero tiene un amor particular por
los que son creyentes. Nunca se siente tan en casa como cuando está en su compañía.
Siente que todos son miembros
de la misma familia. Son sus soldados compañeros, luchando contra el mismo
enemigo. Son sus compañeros de viaje, viajando por el mismo camino. Los
comprende, y ellos lo comprenden a él. Pueden ser muy distintos a él de muchas
maneras —en rango, en posición y en riquezas. Pero eso no importa. son los
hijos e hijas de su Padre y no puede menos que amarlos. ¿Qué diría de usted el
apóstol? ¿Ha nacido usted de nuevo?
Quinto, Juan escribió: “Todo lo
que es nacido de Dios vence al mundo” (1 Juan 5:4).
El hombre que ha nacido de
nuevo no usa la opinión del mundo como su norma con respecto a lo bueno y lo
malo. No le importa ir contra la corriente de las conductas, ideas y costumbres
del mundo. Lo que dicen o hacen los demás ya no le preocupa. Vence al amor del
mundo. No encuentra placer en las cosas que parecen dar felicidad a la mayoría
de las personas. A él le parecen necias e indignas de un ser inmortal.
Ama los elogios de Dios más que
los elogios del hombre. Teme ofender a Dios más que ofender a los hombres. No
es importante para él si lo culpan o elogian, su meta principal es agradar a
Dios. ¿Qué diría de usted el apóstol? ¿Ha nacido usted de nuevo?
Se mantiene puro
El hombre que ha nacido de
nuevo cuida su propia alma. Procura no sólo evitar el pecado sino también todo
lo que pueda llevarlo a él. Es cuidadoso de sus compañías. Sabe que las
comunicaciones impías corrompen el corazón y que el mal es más contagioso que
el bien, así como una enfermedad es más contagiosa que la salud. Es cuidadoso
en cuanto al uso de su tiempo, su anhelo principal es usarlo con provecho.
Anhela vivir como un soldado en
territorio enemigo —usar continuamente su armadura y estar preparado para la
tentación. Es diligente en ser un hombre vigilante, humilde y de oración. ¿Qué
diría de usted el apóstol? ¿Ha nacido usted de nuevo?
Estas son las seis grandes
características del cristiano que ha nacido de nuevo. Hay una gran diferencia
en la profundidad y claridad de estas características en distintas personas. En
algunas son débiles y casi ni se notan. En otras son fuertes, claras e
inconfundibles, de modo que cualquiera las puede notar. Algunas de estas
características son más visibles que otras en cada individuo. Rara vez son
todas igualmente evidentes en una persona dada.
Pero aun así, teniendo todo en
cuenta, aquí encontramos grabadas seis características del que es nacido de
Dios.
¿Cómo hemos de reaccionar a
estas cosas? Podemos, por lógica, llegar a una sola conclusión —únicamente los
que son nacidos de nuevo tienen estas seis características, y los que no las
tienen no son nacidos de nuevo. Esta parece ser la conclusión a la cual el
apóstol quería que llegáramos. ¿Tiene usted estas características?
¿Ha nacido usted de nuevo?
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