Salmo 39; 4-5
Hazme
saber, oh Jehovah, mi final, y cuál sea la medida de mis días. Sepa yo cuán
pasajero soy.
He aquí, has hecho que mis días sean breves;
mi existencia es como nada delante de ti. De veras, sólo vanidad es todo hombre
en su gloria. (Selah)
Poéticamente el versículo 4 pregunta:
“¿Voy a morir?” Esta era la pregunta que sentía que debía guardarse ante los
que no compartían su fe, porque, con una esperanza celestial en el futuro, ¿por qué habría de temer y
resentir la muerte? Pero la pregunta se exterioriza y David encara la brevedad,
lo insubstancial y el propósito incierto de la vida terrenal. El salmista está
perplejo; quiere entender lo que está sufriendo y su futuro; pregunta
humildemente. En medio de sus preguntas va entendiendo qué frágil es la vida.
En comparación con la historia y la eternidad, una vida humana es pequeñita.
Vale buscar la perspectiva de Dios, la cual afectará los valores y las
decisiones que toma
Su oración es
contentada cuando obtiene la visión impresionante de la vanidad de la vida de
todos los hombres y de su estado pasajero. La pompa de ellos es mera imagen, y sus tesoros los juntan, no
saben para quien.
¡Maranata! ¡Ven pronto
mi Señor Jesús!
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